Se suponía que, con el cambio de gabinete, el regreso de la Presidenta Michelle Bachelet a Chile, tras la gira de Estado que realizó a Italia, Francia y Bélgica, sería menos turbulento que el escenario que efectivamente encontrará al aterrizar en Santiago.
Es que la renuncia forzada de Jorge Insunza como ministro de la Segpres complicó una vez más las cosas, desató las críticas internas de la Nueva Mayoría al secretismo imperante en la toma de decisiones de la Mandataria y que le imprime la urgencia de tener que resolver un reemplazo en esta cartera cuanto antes, dada la necesidad de llevar a puerto la prometida agenda de probidad en el Congreso y los aspectos centrales del programa de Gobierno.
Bachelet estuvo en Roma con el Papa Francisco, en el pabellón chileno de Expo Milán, se reunió en París con el Presidente de Francia, François Hollande, y participó en Bruselas de la Cumbre de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Pero a pesar de los esfuerzos, el foco de la gira estuvo en todo momento en los temas de probidad, la corrupción, la compleja relación del dinero y la política, el financiamiento de campañas, realidades que tienen en las cuerdas a la clase política chilena en general.
Todos los días en Palacio se ha dicho que el nuevo Segpres se resolverá una vez que Bachelet llegue a Chile y eso es hoy. Hay premura por zanjar el tema, nerviosismo en el PPD a perder su cupo en el comité político e inquietud en el Gobierno en general a que se dilate la definición de una cartera que es clave para la marcha de la agenda legislativa gubernamental. Dicha inquietud no es gratuita ni baladí, sino que se sustenta en las varias subrogancias que hay en estos momentos en la administración pública por cargos no resueltos desde La Moneda.
En todas sus actividades tuvo que hacer hincapié en que Chile no es un país corrupto, que las instituciones funcionan, que por dolorosas que sean se han tomado las decisiones necesarias. Fue el tema de la entrevista en el diario italiano La Repubblica, donde la Mandataria dijo que “la corrupción en los negocios y en la política es un desafío global a las modernas democracias”; de la audiencia con el Papa, donde habló de “la crisis de confianza y la crisis de representatividad (en Chile) y que todos quienes tenemos un rol en la política y en lo moral podemos hacer que el valor de lo colectivo sea un valor importante”.
La gira –reconocen en La Moneda– fue totalmente eclipsada por la situación de Insunza, sus vínculos laborales con Codelco y, sobre todo, la asesoría que prestó a Antofagasta Minerals hasta octubre del 2014, mientras era presidente de la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados, lo que gatilló su salida del gabinete a solo 27 días de haber asumido.
Ayer, desde Bruselas, Bachelet hizo un punto de prensa donde respondió las dudas que persistían acerca del tema. «Cuando uno nombra a una persona, cuando uno llama a una persona para pedirle si acepta un cargo, uno como Gobierno busca toda la información pública que existe (…) no somos una estructura policial, no nos corresponde al Gobierno ser una estructura policial, tampoco somos una estructura de inteligencia como la que se usaba años atrás ni la vamos a reproducir (…) funcionamos en base a la buena voluntad y a la fe pública», manifestó la Mandataria.
Todos los días en Palacio se ha dicho que el nuevo Segpres se resolverá una vez que Bachelet llegue a Chile y eso es hoy. Hay premura por zanjar el tema, nerviosismo en el PPD a perder su cupo en el comité político e inquietud en el Gobierno en general a que se dilate la definición de una cartera que es clave para la marcha de la agenda legislativa gubernamental.
Dicha inquietud no es gratuita ni baladí, sino que se sustenta en las varias subrogancias que hay en estos momentos en la administración pública por cargos no resueltos desde La Moneda.
Aún no se define el nombre del subsecretario de Previsión Social, después que el PC Marcos Barraza fuera enrocado el 11 de mayo desde ese puesto para hacerse cargo del Ministerio de Desarrollo Social; desde marzo no hay director de la Secom, después que salió Paula Walker y fue instalada en el segundo piso de La Moneda. El 6 de abril Ramiro Mendoza dejó la Contraloría y el Gobierno aspiraba, durante el verano, a tener elegido un candidato antes de esa fecha, lo que finalmente no sucedió debido a los problemas políticos que desataron el caso Caval, SQM y las boletas de Rodrigo Peñailillo al operador Giorgio Martelli.
Por las réplicas internas que han generado estos casos en el Gobierno, que llevaron a la caída de Peñailillo y del ex ministro de Hacienda, Alberto Arenas, en el Servicio de Impuestos Internos está subrogando Juan Alberto Rojas, esto tras la bulliciosa salida de Michel Jorratt por las presiones que recibió.
A la lista, en el Gobierno suman el dilatado y necesario cambio de intendentes y gobernadores, debido a que –coinciden diversas autoridades del Ejecutivo– hay un “clima de paralización” de las gestiones a nivel regional.
GALLITO AL SECRETISMO
La conocida desconfianza y distancia de la Presidenta Bachelet con los partidos le jugó una mala pasada en este capítulo. La excesiva reserva con que operó, sondeó y resolvió el último cambio de gabinete, dejando al margen de las consultas y observaciones a las colectividades de su coalición, provocó que tras la renuncia de Insunza fuera inevitable el cuestionamiento público y privado desde la Nueva Mayoría.
La desprolijidad en la selección de los nombres y del procedimiento fue el epicentro de las críticas, a las que se sumaron que Insunza nunca fue el candidato a ministro del PPD, que no fueron consultadas opiniones por los nombres, que ese modelo tan compartimentado de información en la relación entre La Moneda, la Presidenta y sus partidos ya se venció y debe ser modificado cuanto antes para evitar nuevos traspiés.
Fue el tema que marcó el comité político de este lunes 8, un cuestionamiento que fue reconocido por los ministros de Palacio.
Más aún después que Ana Lya Uriarte, la influyente jefa de gabinete de la Presidenta, saliera extremadamente seria del comité político, media hora antes de que terminase la cita.
Si bien en la reunión directamente no se habló de ella, las críticas iban dirigidas a su persona sin duda, debido a que fue una de las pocas con las que Bachelet efectivamente estuvo en las 72 horas que se tomó para evaluar lo relativo al gabinete. Fue ella, señalaban ya desde el domingo en la noche, la que no sopesó correctamente que la trayectoria laboral de ex diputado PPD –conocido por sus vínculos con el mundo del lobby y asesorías a diversas empresas– podía transformarse en un flanco de conflictos para La Moneda.
«Hicimos las evaluaciones que teníamos que hacer, escuchamos las críticas que se nos formularon. Las acogemos siempre, las recibimos siempre con la buena voluntad de quienes provienen, que son nuestros partidos aliados en el Congreso. Lo que nos toca ahora es seguir adelante», dijo ese lunes el ministro vocero, Marcelo Díaz, al concluir la reunión.
Por eso, las miradas están puestas en la forma en que la Mandataria resuelva el nombramiento del nuevo ministro.
LLEGADA DE LA PRESIDENTA