Desde la semana pasada que en el seno de La Moneda y de la Nueva Mayoría se advertía sobre lo peligroso que era mantener cortados los puentes de comunicación y entendimiento con Rodrigo Peñailillo, mientras que desde el entorno del ex ministro se sucedían mensajes de todo tipo a Palacio que hacían notar la molestia de su grupo. En el Gobierno aseguran que en estos días efectivamente se comenzó a retomar el contacto, a acercar posiciones, a conversar, todo con miras a dar la señal de que la administración bacheletista no va a abandonar al otrora hombre de mayor confianza política de la Mandataria, caído en desgracia una vez que se conocieron los pagos que el operador Giorgio Martelli le hizo a él y su grupo, la G90, durante la precampaña del 2012.
En La Moneda dicen que era prioritario e indispensable empezar a conversar con Peñailillo y su gente, porque el escenario político requiere “coordinarse”, recuperar ciertos lazos, “entenderse”, pero además porque reconocen que el Gobierno necesita tener información antes que la opinión pública, para poder adelantarse a las situaciones y evitar sorpresas desagradables. “Ya se tendieron puentes con ellos, con gente del entorno de Peñailillo”, precisó ayer un alto asesor de Palacio.
En el mundo PPD reconocen que esa fue una estrategia del entorno del ex ministro, filtrar esa opción a la prensa para mandar un mensaje a La Moneda, que se sumó al anterior, ya que nunca estuvo realmente contemplado que hablara. Es más, no lo haría hasta que se conozcan los alcances de la declaración de tres días que efectuó Martelli la semana pasada ante el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán.
“No se podía seguir en el abandono con él”, agregaron en La Moneda. Un paso más que necesario, después que los cercanos del ex ministro del Interior advirtieran por la prensa –fue el titular en rojo del vespertino La Segunda– que Peñailillo no sería el “chivo expiatorio” de la arista SQM, en el marco de la investigación de irregularidades en el financiamiento de campañas políticas que lleva adelante el Ministerio Público. “Esa fue una amenaza brutal”, confesó hoy un timonel de la Nueva Mayoría, opinión compartida en privado por más de uno de sus pares. No sólo eso, a fines de la semana pasada se difundió en distintos medios que el domingo el líder de la G90 iba a romper su silencio, que finalmente hablaría y daría su versión de los hechos, lo que, al final, nunca sucedió.
No hay que olvidar que, en el complejo escenario político que se desató para La Moneda por los roles, financiamiento y atribuciones reales que hubo en el trabajo del año 2012 para pavimentar el regreso de Bachelet, la G90 de Peñailillo ha alegado todas estas semanas ser víctima de una suerte de razia una vez que salió su líder del Gobierno, ya que –salvando honrosas excepciones– no están bien evaluados en sus cargos gubernamentales, no son vistos con buenos ojos y se suponía la inminencia de su salida de la actual administración.
En el Gobierno dicen que efectivamente hay que “cambiar la conducta”, entiéndase por esto asumir en el discurso público cómo realmente ocurren las campañas en los hechos, no desconocer el papel que jugó Peñailillo, que la precampaña consistió en convencerla de regresar a Chile y, por tanto, no abrir más espacio a dudas sobre enriquecimiento personal de los involucrados, sino que mantener el foco en que todo lo recolectado tenía el objetivo de sustentar el trabajo y actividades previas al aterrizaje de Bachelet como candidata.
En La Moneda recalcaron, sin matices, que la Presidenta hizo ayer un gesto contundente con Peñailillo en su entrevista en Radio Cooperativa. “Rodrigo es un hombre con un tremendo talento político, hizo un gran rol como ministro del Interior, y logró sacar adelante leyes esenciales, aportó en la Reforma Tributaria, en la discusión de la reforma al binominal, es un hombre joven, tiene un gran futuro por delante y es un hombre muy político”, dijo Bachelet ayer, para luego confidenciar que la decisión de cambiar el gabinete fue de las más “dolorosas y duras”, al tiempo que reconoció haber hablado con él después del 11 de mayo y que sabe que para Peñailillo la situación “no ha sido fácil”.
Pero para el entorno del ex ministro no fue suficiente. Entre ellos afirmaban –y así lo supo el Gobierno también– que estaban molestos, “en llamas”, porque consideraron que Bachelet les había “tirado el mantel”. Es más, se reclamó que no se entendía para qué a nombre de la Mandataria “se mandan señales tranquilizadoras estos días, para luego salir a golpear públicamente”.
Es que, en la misma entrevista, la Presidenta dijo que “nunca instruí ni autoricé algún mecanismo de financiamiento para una precandidatura”, que para ella fue “doloroso” saber que las platas venían de Julio Ponce Lerou –ex yerno de Augusto Pinochet– y que ni siquiera sabía de Martelli.
En Palacio y en el oficialismo precisan que Bachelet trató bastante bien a Peñailillo, que casi “le rindió honores”, habló desde lo afectivo, que lo entendía. Pero advierten también que la Mandataria no se va a mover un ápice en relación a lo de Martelli, porque ella nunca le dio la orden de que le pidiera plata a él.
Es más, en el seno de La Moneda se agregó que en los contactos y acercamientos con el entorno de Peñailillo estos días, puente que era justo y necesario, también se hizo ver y sentir que el ex ministro estaba en riesgo de jubilarse políticamente a los 42 años si no asume sus responsabilidades en los hechos.
RUTA DE COLISIÓN
Mientras la Presidenta terminaba de hablar en Radio Cooperativa, en La Moneda se reunía el comité político –Jorge Burgos (Interior), Jorge Insunza (Segpres), Marcelo Díaz (vocero) y Ana Lya Uriarte (jefa de gabinete de Bachelet)– con los timoneles de la Nueva Mayoría, una cita extraordinaria que se prolongó por más de hora y media, que tenía como foco ordenar las huestes en el espinudo tema de la precampaña.
Ya el lunes la cita habitual en Palacio había estado marcada por un áspero diálogo entre el ministro Burgos y el presidente del PPD, Jaime Quintana, quien ha reclamado en público y en privado por el abandono político de Peñailillo.
El ministro del Interior en tono tajante ese día le hizo ver que la línea de acción en el tema de la precampaña ya estaba definida y que, si tenía problemas, que lo hablara directo con la Presidenta Bachelet. Cabe precisar que el comité político no es partidario de inmolarse por Peñailillo, ya que la evaluación interna es que, a casi un mes del ajuste ministerial, se han desvanecido los intentos del Gobierno por retomar el control de la agenda y dar señales de normalidad, ante los coletazos y aristas de lo que semana a semana se difunde sobre el ex ministro, los pagos de Martelli –desde boletas, viajes y hasta el celular– y si corrió o no con colores propios el 2012, al menos en cuanto a elegir dónde, a quién y cuánto dinero pedir.
El timonel PPD se ausentó de la reunión de ayer, reconocieron, para hacer manifiesto su malestar, porque su partido se siente “atacado”. En la tarde, desde Valparaíso, el dirigente mantuvo su postura y recalcó que “me cuesta creer que alguien que fue jefe de gabinete de la Presidenta, que fue director ejecutivo de la campaña y que luego fue ministro del Interior, haya actuado por cuenta propia. Es una persona que es parte de un colectivo, que siempre tuvo la confianza de la Presidenta Bachelet”.
En el PPD hay preocupación y no es menor, porque ven y advierten ya que todo se encamina, que la ruta de colisión apunta a que esta situación decantará en un conflicto entre el partido y La Moneda. El PRSD pone el acento en que ellos el 2012 y hasta las primarias tenían candidato propio, José Antonio Gómez, por tanto no es su tema. Lo mismo la DC, con Claudio Orrego en esa época, y el PS, que desde un principio abogó por el regreso de Bachelet, desde el primer día ha sido público partidario de transparentar todo y fue el primero en decir que sí hubo precampaña.
Así, el PPD está quedando solo.
El tema de la precampaña fue discutido en la comisión política el lunes en la noche, donde uno de los exponentes de la G90, Adolfo Galindo –jefe de gabinete de la ministra de Minería Aurora Williams–, hizo una defensa de lo hecho por este grupo el 2012, sosteniendo que trabajaron por el regreso de la Presidenta y que “estaban tranquilos”.
Pero, a pesar de la arenga, igual hubo críticas internas por la dimensión ética del tema de las platas, el hecho de que se haya recurrido a Ponce Lerou para financiar las actividades previas. No todos en el PPD comparten la línea de defensa cerrada de Quintana, afirman que el clima interno “esta enredado” y ponen el acento en que muchos dirigentes reconocidos de la colectividad han mirado para el techo y guardado silencio, que molesta la excesiva victimización de la G90 y de la figura de Peñailillo, considerando todas las consecuencias políticas que ha traído el caso en los últimos meses.