La nación mapuche

La nación mapuche

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“¿Por qué hablas de nación mapuche?” me lanzó hace poco en un foro un estudiante de leyes, algo molesto. “Porque eso fuimos y eso es lo que somos”, respondí. “¿Y en qué basas eso? ¿Hay alguna fuente o es solo ocurrencia tuya?”, me retrucó. “Por supuesto que hay”, fue mi respuesta.

Fue entonces que hablé del Congreso Constituyente del año 1828, cuando Chile discutía su nueva Constitución Política. En ella se debatió el tema a propósito de los límites territoriales de la joven república. ¿Eran chilenos los mapuches? ¿Su territorio pertenecía a Chile?

Estas dos preguntas desataron sendas discusiones. Unos decían que sí, que eran chilenos. Pero otros reconocieron que no, que los mapuche eran ciudadanos pero de su propia nación.

“Sin duda estos (araucanos) no corresponden a la nación chilena que definimos porque son independientes y no obedecen a nuestras leyes o autoridades”, señaló el senador Juan de Dios Vial. Vial no era un político cualquiera; presidía nada menos que la Cámara Alta.

El diputado José Gaspar Marín fue todavía más lejos. “Los indios han formado en todos los tiempos un Estado libre e independiente; ellos han reconocido nuestra emancipación, nuestros derechos, del mismo modo que nosotros los límites del territorio chileno. ¿Con qué razón tratamos de internarnos más allá de los que prescriben los tratados de tiempo inmemorial entre nación y nación?”.

Fíjense en sus palabras; “entre nación y nación”.

El diputado Gaspar Marín tampoco era un aparecido en política. Había sido secretario de la Primera Junta Nacional de Gobierno y le había tocado presidir la segunda en 1812. Por si no les bastara, las constituciones de 1828 y la de 1833 llevan estampada su honorable y distinguida firma.

Misma opinión tenía el diputado por Valdivia, Juan Alvarado. “Decir mis límites son de Atacama al Cabo de Hornos, comprendiendo naciones que no le pertenecen, ni saben si quieren pertenecerle, es una arrogancia que asombra y una usurpación manifiesta”, argumentó en aquel debate.

La independencia mapuche era una realidad innegable en 1828. Para estos tres constituyentes estaba súper claro. Y lo era también en 1845 cuando el naturalista de origen polaco Ignacio Domeyko recorre Wallmapu en uno de sus tantos viajes científicos por encargo del gobierno.

Domeyko retrata un “país araucano” libre y en absoluto bárbaro o salvaje, como era la creencia de la época.

“Tucapel, Nacimiento y Santa Bárbara pueden considerarse como los puntos más avanzados de la civilización chilena; y pasando por allí hasta el rio Cruces tienen los indios más de mil leguas cuadradas de un territorio que nunca se ha rendido al yugo de un gobierno fijo”, señala.

“Nada de bárbaro y salvaje tiene en su aspecto aquel país. Casas bien hechas y espaciosas, gente trabajadora, campos extensos y bien cultivados, ganado gordo y buenos caballos, testimonios todos ellos de prosperidad y de paz”, agrega el polaco.

Sus impresiones aparecen en su libro “La Araucanía y sus habitantes”, publicado el año 1846. Y es que el conflicto actual no parte con la Corona española como señaló la Presidenta Bachelet en su última cuenta pública. Parte con Chile en 1860, cuando desde La Moneda se autorizan las primeras campañas militares.

¿Ya no enseñan historia en la escuela de leyes? (La Tercera)

Pedro Cayuqueo

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