La oferta escolar está incompleta

La oferta escolar está incompleta

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Pese a que la pandemia ha afectado negativamente el aprendizaje de la mayoría de los escolares, algunos de ellos han mejorado el desempeño académico durante este año. Una señal de ello se encuentra en el Estudio de Percepción de Aprendizaje Escolar Remoto, realizado recientemente por académicos de la Universidad de los Andes. Este estudio consultó a padres y madres de alumnos de colegios particulares de diversas ciudades de Chile respecto de la experiencia de sus hijos durante el año 2020. Los resultados insinúan que existen escolares (16,3% de la muestra) que se han concentrado más y han exhibido un mayor aprendizaje este año que durante 2019. Es decir, las metodologías remotas —y posiblemente el mayor tiempo con sus padres o hermanos mayores— han sido para ellos más eficaces que las clases en un local físico.

Las razones pueden ser variadas. En una reciente columna dominical, Sergio Urzúa señala que incide el acceso a las redes, el nivel educacional de los padres y su posibilidad de teletrabajar, entre otros factores. Razones adicionales podrían estar relacionadas con el hecho de que, para algunos escolares, los estímulos de la sala de clase actúan como elementos distractores, mientras que la pantalla les permite ver y oír al profesor en primer plano. A algunos escolares también les puede beneficiar el hecho de que las metodologías remotas parcelan más los contenidos y que las plataformas permiten conservar el material de forma ordenada —incluso grabaciones de las clases— facilitando el repaso y aprendizaje.

Llama la atención que estos niños y jóvenes, que se desempeñan mejor mediante metodologías remotas, no tengan la opción de estudiar regularmente bajo esta modalidad en un colegio reconocido por el Estado. De acuerdo con la Ley General de Educación, para acceder al reconocimiento oficial no es suficiente que un proyecto educativo se ciña a los planes y programas del Ministerio de Educación, esté comprometido a cumplir con los estándares de aprendizaje, cuente con docentes idóneos, resguarde el principio de no discriminación arbitraria, tenga un sostenedor, un reglamento interno y uno de evaluación y promoción; debe, además, arrendar o comprar un local.

La experiencia de este año sugiere que se debería modernizar la norma para dar mayores oportunidades de elección a las familias. La posibilidad de aspirar al reconocimiento oficial incentivaría la creación de colegios remotos de alto estándar, completando así un vacío en la oferta escolar. Si bien la mayoría de los escolares aprende mejor en un local físico, no corresponde discriminar en contra de la minoría, impidiéndoles elegir un modelo educativo más adecuado a sus características. Otros beneficiados de esta oferta serían los escolares que se encuentran en condiciones de salud o de movilidad adversas, o que viven alejados de un establecimiento del nivel deseado, o cuyos padres deben cambiar frecuentemente de ciudad.

Por otra parte, en el sistema particular pagado, los altos costos de arriendo y de mantención —agua, electricidad, aseo, seguridad— elevan las mensualidades. El formato remoto ahorraría recursos y permitiría reducir el precio, lo cual daría alivio económico a las familias y evitaría sobrecargar el sistema público.

Para el desarrollo de habilidades sociales y amistades, los colegios remotos podrían promover que los alumnos participen en actividades presenciales en las cercanías de su hogar, con otros jóvenes que comparten los mismos intereses (deportivos, artísticos, musicales, religiosos, etcétera).

Si bien la prioridad educacional del Gobierno para 2021 debería ser asegurar la escolarización de tantos niños que, por falta de acceso a redes o por insuficiente adaptación de sus colegios o maestros, han tenido un desarrollo muy limitado de capital humano durante la pandemia, el Ministerio de Educación también podría autorizar un plan piloto que permita a proyectos educativos diseñados estructuralmente como remotos aspirar al reconocimiento oficial, en tanto su modelo de enseñanza-aprendizaje sea eficaz para el segmento de escolares matriculados en su establecimiento.

Karin Jürgensen
Decana Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Universidad de los Andes

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