Al terminar la primera semana del Mes de la Patria, los medios de comunicación daban cuenta del sombrío panorama que en materia económica describía el Banco Central en su Informe de Política Monetaria correspondiente a septiembre.
Adicionalmente a recortar -una vez más- su estimación de expansión de la actividad de este año fiscal, como asimismo el consumo y la inversión, nos puso en conocimiento que en un horizonte de 10 años pronostica que el escenario de crecimiento de tendencia será pobre, muy pobre diría yo, determinado por deterioros en la productividad y mercado laboral. “Crecer a las tasas de mediano plazo que proyectamos (1,8 % anual) no permite satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones, entonces es algo de lo que debemos hacernos cargo” manifestó la titular del Banco Central, más claro imposible, para luego agregar que para enfrentar tan poco halagüeñas expectativas se requiere “de políticas públicas bien diseñadas”, de mi cosecha agrego que se concluye que buena parte de las actuales no poseen esas características. Si el comportamiento del PIB de tendencia termina siendo el pronosticado, la comparación con los datos del decenio 1995 -2005 (5,3 % anual) es como a ponerse a llorar.
En estos mismos días se hicieron públicos los resultados de un análisis multidimensional intergeneracional encargado por la Universidad Andrés Bello que en lo grueso concluyó que la mayoría de los chilenos vive mejor que como lo hacían sus padres. ¿Podrán decir lo mismo los hijos de esta generación? A juzgar por lo que pronostican las cifras económicas antes comentadas, se ve muy difícil, salvo un urgente y notorio cambio de rumbo.
Si la peor de las noticias, que da cuenta del peor de los fracasos de la actividad política, es ser incapaces de mejorar la vida de sus representados, si no rectifican, su recuerdo habrá envejecido mal.
Si aún peor, en el largo plazo, de la profundidad corrupta que todo indica – en esta etapa procesal- surge del denominado caso “Audio”, pueda ser que de allí surjan las penas individuales que correspondan conforme a derecho y las rectificaciones institucionales que las hagan más difíciles, al menos, en el futuro.
Ante tantas malas noticias respecto de las cuales no es bueno escapar ni evitar seguirlas, sí parece prudente acompañarlas con actividades más vivificantes, y para ello les recomiendo la novela de Fernando Aramburu -el mismo de la notable Patria– Los Vencejos, la historia de un profesor, que sujeto a un plazo, decide tomar la más radical de las decisiones, pero aun así es capaz en su texto de ir construyendo una historia tierna, de claros y oscuros, como la vida.
A pesar de todo y más que nunca, Felices Fiestas Patrias.
Jorge Burgos