La Polar: ocho años después- César Barros

La Polar: ocho años después- César Barros

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Hace ocho años y un mes que se desató el fraude financiero de La Polar: balances falsificados, un millón de clientes renegociados -sin ellos ser parte de la medida- a la tasa máxima posible. Lo que creó utilidades ficticias, y un patrimonio que no era ni de lejos el número real.

Con esas utilidades falsificadas, se distribuyeron premios, condecoraciones; también bonos importantes a los ejecutivos que producían estas fantásticas utilidades. Se equivocaron auditores, analistas y clasificadores de riesgo; aparte de empresas profesionales del análisis financiero, que no hicieron bien su trabajo: fondos mutuos y AFP.

De todas las gestiones que se lograron luego del “descubrimiento” de abril 2011, un tema quedo atrás: arriendos de locales, extraordinariamente caros, que la empresa aún sigue pagando. Si La Polar decidiera enfrentar ese problema ahora, sería una muy dura negociación. Dura pero necesaria.

Mirando hacia atrás, el fraude de La Polar tuvo perdedores y ganadores.

Fueron perdedores quienes tenían acciones, bonos y préstamos de La Polar ese día. Ganaron los “genios” del fraude, que se llevaron -por años- jugosos bonos de desempeño y solo tres tuvieron un corto período de reclusión.

Ganaron los trabajadores de la empresa, que si el balance hubiera mostrado los números verdaderos habrían sido desvinculados y/o sus sueldos reducidos.

Ganaron los cientos de miles de clientes, que a pesar de habérseles borrado los intereses excesivos, igual no pagaron ni uno, y se quedaron con lo comprado casi gratis; no fueron víctimas, sino que todo lo contrario.

Ganaron quienes compraron acciones y bonos, y vendieron antes de la catástrofe: vendieron a un “precio ficticio”, que no se correspondía con los verdaderos números de la empresa.

Perdieron los arrendadores colombianos, los cuales tuvieron que enfrentar sus locales vacíos.

Las pérdidas de accionistas y acreedores fue de más de mil millones de dólares. El valor estimado -meses después- de la cartera “reprogramada” fue solo de entre el 2% y el 5% de su valor original: ese fue el motivo fundamental de los mil millones de dólares de pérdidas.

Comparado con el fraude de Bernie Madoff en EE.UU., los cerebros de las renegociaciones brujas de La Polar se la llevaron barata. En ese fraude le dieron al autor y a varios de sus cómplices cadena perpetua. En el caso de La Polar, los culpables salieron prácticamente ilesos.

Mirando hacia atrás, sin duda nuestra justicia es lenta. Y las penas para estos eventos, casi tenues. El mayor castigo que finalmente recibieron los que fueron declarados culpables fue el desprecio de la élite empresarial, que los excluyó para siempre de su radar.

Lo rescatable fue el cambio radical del manejo corporativo de directorios, analistas financieros, gerentes de riesgo, comités de auditoría, y de los reguladores. ¡Pero, a qué costo!

La Tercera

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