Carabineros de Chile, una de las instituciones más prestigiosas del país en términos de confianza ciudadana e imagen de incorruptibilidad, ha estado transitando el último tiempo por un lamentable y peligroso espiral de decadencia institucional. Este alcanza ribetes casi novelescos con el desfalco de 26 mil millones de pesos en el denominado “Pacogate”. Y más aún con las pruebas falsas y esta suerte de “insurrección” institucional que se vino con la “operación Huracán”.
En lo que atañe a la implantación de elementos probatorios, la verdad cuesta encontrar un adjetivo apropiado porque la palabra gravísimo se queda corta. Más allá de las aristas penales y su connotación francamente delictual que este caso posee, hay un tema ya ampliamente conocido, que por diversas razones no se le ha hecho frente y debe solucionarse con urgencia ya que pareciera estar arraigado en el ADN de la justicia y sociedad chilena. Me refiero a la xenofobia y la discriminación constante, francamente alevosa y sistemática hacia el pueblo mapuche.
Obviamente no se puede calificar la “operación Huracán” como un hecho aislado. Basta hacer un poco de memoria: Tenemos la “operación “Paciencia” que precisamente por inconsistencia de pruebas terminó con los imputados absueltos; el 2017 la “operación Tauro” concluyó igual. Por otro lado, la biblioteca del Congreso envió un oficio a solicitud de un senador en donde se da cuenta de 65 comuneros mapuches una vez más encarcelados, para luego terminar absueltos. Y todo esto da lugar a las condenas que ha hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado de Chile por violaciones a los derechos humanos del pueblo mapuche.
Son innumerables las denuncias y registros gráficos que existen de abuso, violencia, detenciones ilegales y, en general de una sistemática vulneración a los derechos civiles de personas mapuche que incluye incluso dispararle perdigones a un menor de edad que estaba ya reducido en el suelo. Ante esto cabe preguntarse, ¿A qué se debe? La respuesta pareciera ser una sola. Es la xenofobia inconfesada que existe contra el pueblo mapuche, lo cual se revela en ese afán permanente de maltratos e inculpación de crímenes que en muchas ocasiones resultan en procesos fallidos.
Lo de la operación Huracán es dramáticamente demostrativo de una odiosidad profunda que emana en cada acción de los efectivos de Carabineros cada vez que enfrentan una situación con participación de personas mapuches. Parecen obedecer a una lógica de ponerlos tras la rejas a como dé lugar. No importa con qué fundamentos se haga. Tanto es así, que se ha llegado a lo más insólito: Implantar conversaciones falsas en celulares que ni siquiera eran utilizados por los presuntos responsables.
Carabineros forma parte de un núcleo institucional completamente clave en el funcionamiento normal de un Estado democrático. Por eso mismo es que resulta tan indispensable que esta institución desenvuelva su accionar en el marco de la mayor transparencia y probidad. Debemos hacer todos los esfuerzos posibles por corregir con celeridad, su desempeño en el manejo financiero y atacar con ímpetu todos los excesos en el uso de la fuerza.
También se debe extirpar de raíz el germen de la discriminación que están mostrando en ciertos cometidos. Todo ello en función de que Carabineros se adapte a los tiempos actuales, valorando la diversidad de nuestros pueblos originarios y, a la vigorosa demanda por parte de la población, a que todos los factores de poder queden estrictamente sometidos a la ley, que ha de ser igual para todos. (El Mostrador)
Pedro Avila