El Parlamento Británico ha convertido el Brexit en algo prácticamente irreversible, al aprobar por muy amplia mayoría que el gobierno de Theresa May solicite formalmente su retirada de la Unión Europea. Entre los parlamentarios que votaron a favor de la medida, requerida por la justicia británica, todos los laboristas excepto apenas 40 rebeldes, en lo que supone un giro histórico en la posición del partido sobre la Unión Europea.
Frente al tradicional euroescepticismo del Partido Conservadorbritánico, en las últimas décadas los laboristas habían sido su contrapeso proeuropeo. La última etapa de gobiernos laboristas se caracterizó por un papel muy activo del Reino Unido dentro de la Unión Europeabajo los mandatos de Tony Blair y Gordon Brown. El descontento de parte de la sociedad británica ante esa supuesta ‘cesión de soberanía a Bruselas’ dio lugar a la explosión del UKIP, el partido populista antieuropeo liderado por Nigel Farage.
Con el UKIP ‘pescando’ votos en los caladeros conservadores, estos convocaron un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en Europa, esperando una victoria que sacase esta cuestión del debate político. Mientras esto sucedía, un nuevo liderazgo se aupaba en el Partido Laborista, mucho más escorado a la izquierda que la ‘tercera vía’ de Blair y por tanto más afín a los movimientos antiglobalización que a la política de alianzas internacionales. A pesar de que la posición oficial del partido era favorable a la permanencia en Europa, la campaña de Jeremy Corbyn fue prácticamente inexistente y el electorado laborista apenas se movilizó. El resto es historia. Ahora, con el Brexit en marcha, Corbyn reafirma el giro del partido en materias como la integración con Europa o la inmigración.
APROBACIÓN PARLAMENTARIA DEL BREXIT
Buena parte de la confusión e incertidumbre sobre el proceso del Brexit viene de que el referéndum no tuviese carácter vinculante, sino meramente consultivo. Cameron prometió llevar a cabo la decisión tomada en el referéndum, pero tal y como han demostrado los hechos, carecía de un plan en caso de que esa decisión fuese abandonar la UE.
El gobierno de Theresa May se embarcó en la tarea de preparar la desconexión sin mandato legal para ello. Finalmente, la justicia británica dictaminó que dicho mandato debía venir del Parlamento. Si bien los conservadores tenían suficientes escaños para aprobar la moción, el apoyo laborista ha disipado cualquier duda sobre el apoyo mayoritario de la clase política británica al Brexit y ha legitimado al gobierno de May para continuar con el proceso.
GIRO DE 180º
Desde el momento en que se conocieron los resultados del referéndum, importantes cargos laboristas han dimitido e incluso acusado a Corbyn de traición. Corbyn, de hecho, se ha negado a responder qué votó en el referéndum, instalando la sospecha de que en el fondo siempre fue favorable al Brexit. Estas sospechas se han confirmado en las últimas semanas, con Corbyn imponiendo la disciplina parlamentaria para que los laboristas votasen a favor de invocar el artículo 50 (pese a la rebeldía de buena parte de ellos).
Este giro antieuropeo es un síntoma de los cambios que está experimentando el Partido Laborista. Del partido socialdemócrata centrista de Blair se ha pasado a un partido mucho más de izquierdas, del que muchas figuras destacadas han huido con rumbo al Partido Liberal Demócrata. El cambio se manifiesta en otros muchos aspectos, como por ejemplo la política económica. Frente al respaldo blairista a la economía de libre mercado, Corbyn apuesta por una ‘nueva economía’ que mezcle sector público y privado.
EUROESCEPTCISMO LABORISTA
Pese a lo sucedido durante la ‘era Blair’, el Partido Laborista británico no tiene una sólida tradición proeuropea, sino que en su seno han convivido históricamente una facción contraria y otra favorable a la integración europea. El Reino Unido entró en el entonces Mercado Común en 1972, bajo un gobierno conservador. Irónicamente, en aquella ocasión fueron los laboristas quienes hicieron campaña prometiendo un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en las comunidades europeas. Cuando los laboristas llegaron al poder en 1974, se convocó el referéndum y dos tercios de los británicos británico votaron a favor de permanecer en Europa.
Pero eso no fue suficiente para zanjar el conflicto interno. Cuando Thatcher sucedió a los laboristas en 1979, las dos facciones del partido (la izquierdista antieuropea, y la moderada proeuropea) se enfrentaron virulentamente entre sí. La victoria del ala favorable a abandonar la Comunidad Europea supuso la escisión del sector socialdemócrata. Los laboristas no volverían al poder hasta 1997 bajo Tony Blair, un joven líder que apostaba por la ‘Tercera Vía’ moderada, favorable a la Unión Europea y el libre mercado.
La llegada de Corbyn al liderazgo laborista supone un nuevo movimiento del péndulo laborista, esta vez hacia la facción antieuropea. Corbyn, que en 1975 votó en contra de la permanencia británica en el Mercado Común, se opuso al ala moderada de Blair incluso con este en el gobierno.
«NO ESTAMOS CASADOS CON LA LIBERTAD DE CIRCULACIÓN»
En un discurso pronunciado el 10 de enero, Corbyn se reafirmó en el apoyo laborista al Brexit, y entre otras cosas se refirió a uno de los principales temas sobre los que giró la campaña: la libertad de movimiento de extranjeros en el Reino Unido. De todos los pilares fundamentales de la Unión Europea, es este el más criticado por los euroescépticos británicos.
En este punto Corbyn también ha roto la línea tradicional del partido. Con sus expectativas electorales hundidas, es consciente de que necesita votos de los desencantados pro-Brexit para tener opciones reales de poder, y eso implica un mensaje más duro sobre la inmigración, para la que ha pedido controles, declarando literalmente que «el Partido Laborista no está casado con la libertad de movimiento de los ciudadanos de la UE«.
Destacados dirigentes laboristas, alarmados por este giro, ya han pedido a Corbyn que considere la protección de los ciudadanos de la UE (entre ellos más de 100.000 españoles) en el Reino Unido. Pero Corbyn ha dejado claro que la prioridad es la protección de los trabajadores británicos.
Está por ver si el giro de Corbyn en temas cruciales le llevará al poder o supondrá otra larga ‘travesía en el desierto’ de los laboristas en la oposición. (Blog Salmón)