Las batallas no son iguales-Iris Boeninger

Las batallas no son iguales-Iris Boeninger

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Dos importantes reformas están en discusión en el Parlamento. Se trata de la reforma de pensiones y del sistema político. Posiciones antagónicas de los extremos políticos demuestran la dificultad que existe para lograr algún resultado. Las batallas entre posiciones opuestas frenan cualquier posibilidad de acuerdo. Schumpeter decía: “bajo el capitalismo viven dos fuerzas en permanente tensión: la destrucción creativa y el resentimiento”. Reformar introduce nuevas y mejores ideas, formas de hacer las cosas que sustituyen a otras anteriores, donde lo creativo mejora una ley o Constitución. Lo opuesto a una refundación. Por otra parte, el resentimiento actúa en sentido contrario, se  resiste a la renovación y elige refundar o no hacer nada.

Con referencia a la reforma de pensiones, Chile al igual que otros países, sufre el fenómeno de baja natalidad y aumento de la informalidad que ya llega al 27%. Desde hace veinte meses, se registra una caída muy importante en los trabajadores cotizantes y los trabajadores más formales, producto del estancamiento económico y políticas públicas que a rigor de verdad son anti empleo, como claramente lo manifiesta el economista David Bravo. Sorprende que el gobierno vea con tanta tranquilidad un desempleo que está cerca del 9%. La compensación a las mujeres del medio por ciento, tiene un costo acotado y genera un incentivo potente para aumentar la edad de jubilación de las mismas, afirman dos destacados economistas y una ex ministra de trabajo. Teniendo claro que cualquier acuerdo no es bueno, si y sólo si puede serlo, si se negocia a cambio que se avance en políticas de empleo para las mujeres a partir de los 60 años, se incrementen rápidamente los incentivos a cotizar, disminuir el empleo informal y aumentar la edad de jubilación. Caso contrario el sistema de pensiones no es sostenible.

Daniel Jadue señaló: “Este proyecto va absoluta y totalmente en la línea contraria al programa de gobierno que la gente eligió en el 2021”. Lo que no dice Jadue, es que ese programa estaba en la Constitución que rechazó el 62% de la gente. En el punto 6c del programa de gobierno dice: “Apoyar la Convención Constitucional tanto en la gestión e infraestructura estatal, como facilitando la participación ciudadana y generando una agenda de transformaciones para implementar sus acuerdos.” Se rechazó. Insisten.

Asimismo, en la página 40 de dicho programa, Gabriel Boric dice: “Legitimidad: debemos terminar con la administración privada y el mercado de las AFP, reforzando el rol del Estado y dar confianza a las personas para que el ahorro y formalidad estén alineados con una vejez digna. Para terminar con el rol actual de las AFP, debemos crear un ente público legalmente autónomo que sea la cara visible del sistema que se encargue de administrar los fondos, junto a un Consejo Paritario que administre las pensiones, el cual debe estar integrado por representantes de afiliados(as), quienes decidirán, entre otras materias, la política de inversión de los fondos previsionales y la designación de directores en las empresas en que se invierten dichos fondos”. Este es su verdadero horizonte. Lo volvió a dejar claro Jadue.

El gobierno y su coalición votaron siempre en contra de las reformas de pensiones propuestas por anteriores administraciones que tenían un componente solidario 3/3 o 4/2. El único objetivo y camino que desean es la eliminación de las AFP y la refundación de un sistema que pase completamente al Estado. No mencionan las verdaderas causas de las bajas pensiones ni las políticas públicas necesarias para resolverlas.

En lo que se refiere a la reforma del sistema político, nadie duda de que es necesaria para favorecer la gobernabilidad ya que se lograría disminuir la fragmentación.

El segundo proceso constituyente contenía una buena reforma al sistema político. Fue apoyado por una parte importante de la oposición, no en su totalidad. Establecía un umbral del 5% de los votos válidos para que un partido político pueda obtener representación en el congreso; reducción de diputados, pasando de 155 a 138, lo que se esperaba mejorara la eficiencia legislativa reduciendo la fragmentación en el Parlamento; planteaba que los parlamentarios que renuncien a su partido político perderían automáticamente su escaño, con el objetivo de fortalecer la disciplina partidaria y evitar la deserción. Esta votación se perdió por la intransigencia de quienes no quisieron cambiar dos temas que ya se habían acordado, porque la izquierda por su parte, en la última negociación votó en contra.

La reforma debería revisar y ser mucho más estricta con el financiamiento de la política con fondos del Estado. Esto por sí solo sería un incentivo a que haya menos partidos. Los partidos políticos se han transformado en pequeñas y medianas empresas, cuya facturación son los votos y la cantidad de militantes. Esto debe ordenarse.

Lamentablemente, hoy en Chile el ataque político sustituye al diálogo. Se da sobre todo entre los extremos que buscan refundar todo o aquellos que no desean cambiar nada.

La coalición de gobierno tiene fracturas en varios frentes, que además las comunican a través de los medios. El diálogo llamado “café por medio”, no les reditúa. Lo mismo ocurre con las derechas más extremas. Las diferencias más grandes están sobre todo entre la oposición y el gobierno en esta y otras materias. Para la oposición; ¿será tan difícil detallar en un documento los problemas a resolver, los mecanismos posibles y   las distintas propuestas de solución? No lo creo. Al menos deben intentarlo.

Quienes no lo intentan, se resisten al progreso social y al avance de la democracia.

Se debe considerar que el tiempo es un activo valioso pero invisible. No se puede guardar ni acumular, simplemente se pierde. Chile lleva demasiado tiempo perdido. Requiere hacerse cargo. (El Líbero)

Iris Boeninger