Daniel Jadue es comunista, fue dirigente de las Juventudes Palestinas ligadas a la OLP, alcalde de una comuna popular y de clase media, candidato a diputado sin éxito y dos veces postuló al municipio antes de ser elegido; es, además, arquitecto y sociólogo por la Universidad de Chile. Joaquín Lavín es de la UDI, católico de misa diaria, del Opus Dei, economista por la Pontificia Universidad Católica, tiene siete hijos, es ex ministro, tres veces alcalde de una de los dos comunas más ricas de Chile, también fue jefe comunal de Santiago, ex candidato a diputado, a senador y a la Presidencia. ¿Qué tienen en común estos personajes?
Ambos son innovadores, audaces, creativos, arriesgados, pragmáticos y buenos comunicadores. También tienen pasión por lo que hacen y se nota que el puesto de alcalde es lo que más se acomoda a sus personalidades y estilo.
La semana pasada ocurrió un hecho inédito que juntó a estos dos jefes comunales, en apariencia tan distantes. Jadue presentó su proyecto “Inmobiliaria popular”, que en síntesis consiste en la construcción de un condominio con departamentos –55 m², tres dormitorios, un baño, living, cocina y comedor– para ser arrendado por familias vulnerables de la comuna, incluyendo a inmigrantes. El canon de arriendo será el 25% de los ingresos familiares.
Para el alcalde de Recoleta, esto representa una oportunidad para la calidad de vida y dignidad de esas personas. Las viviendas estarán ubicadas cerca del municipio, de diversos servicios y del metro, muy distinto a lo que ocurre hoy, porque esas personas están cada vez más segregadas y son enviadas a comunas apartadas.
La iniciativa contó con el diseño –gratuito– del Premio Nacional de Arquitectura Juan Sabbagh y será respaldado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu).
Más allá de la polémica que instaló la Asociación de Municipalidades de Chile, respecto a que Jadue habría contado con un empujón del Minvu para obtener recursos vía glosa presupuestaria, lo cierto es que esta es una buena idea a ojos del ciudadano.
Las críticas políticas, en este caso en relación con el proyecto, son las que se escuchan a diario. ¿Por qué mejor no quedarnos con lo positivo de esto?
Lavín cruzó la ciudad para conocer el proyecto, respaldarlo y señalar que era “replicable” para Las Condes. Una cita plagada de saludos y alabanzas cruzadas, difundida por sus redes sociales, cuyo uso permanente es parte del estilo de ambos alcaldes. Lo que ni el Parlamento ni los Gobiernos –desde 1990– han logrado, se hizo realidad: un comunista y un gremialista unidos por una buena idea, sin importar el color político. De seguro, lo que a muchos les gustaría ver reflejado en otros ámbitos de la vida nacional.
Esta actitud de Joaquín Lavín no es nueva. Si bien fue uno de los hombres claves en el nacimiento de la UDI, ha sabido desprenderse del peso de su colectividad en muchos momentos, especialmente en los últimos años. Es un rebelde, un díscolo para el gremialismo, tanto es así, que a veces cuesta clasificarlo como un UDI tradicional.
Fue quien inventó el “bacheletismo-aliancista” en el primer Gobierno de la Mandataria, se distanció de la posición de los más conservadores cuando se discutía la Ley de Divorcio en el Congreso, señalando que había que hacer una distinción entre la postura religiosa y lo que era conveniente para un país en evolución. De hecho, la visita que le hizo a Jadue fue duramente cuestionada por ex presidenciable José Antonio Kast, aunque dudo que al alcalde de Las Condes le quite el sueño un ataque de su ex compañero de partido.
Lavín es un personaje que cada cierto tiempo nos sorprende con todo tipo de anuncios, desde los más extraños, como bombardeo de nubes para producir lluvia, pasando por playas artificiales en pleno Santiago, clases de judo y gas paralizante para uso de los guardias comunales, plazas para perros, drones, centros invernales con nieve en plena ciudad y un sinfín de medidas, muchas de las cuales nunca se sabe si fueron efectivas.
Sin embargo, siempre se atreve, busca ideas en otros lados del mundo y las replica sin ocultarlo, como sus pasarelas en 3D que descubrió en Islandia. No tiene complejos y no le importa ser políticamente incorrecto con la gente de su sector, como cuando limitó los rodeos por considerar que estaban generando demasiadas polémicas. Uno de los hechos que causó la máxima sorpresa de algunos –partiendo por el presidente del directorio de Enel, Herman Chadwick, también de la UDI–, fue cuando Lavín salió a defender a los vecinos de Las Condes por los prolongados cortes de luz del año pasado, encaró a la empresa, la demandó, envió a varios de los afectados al hotel Ritz –el más exclusivo y costoso de Chile– con cargo a Enel y terminó liderando un movimiento que fue seguido por varios otros alcaldes varios días después.
Daniel Jadue, por su parte, en los años 80 fue un activo dirigente de la juventud de la colonia árabe en Chile. No es casual que sea alcalde de la comuna que concentra la inmigración palestina ligada al comercio que se estableció en la zona hace muchas décadas. El concepto de “lo popular” –del que Lavín también se apropió– lo acompaña desde 2006, cuando creó los “Preuniversitarios Populares”, con el objetivo de dar más oportunidades para optar a la educación superior a jóvenes de escasos recursos. Un visionario, considerando que hoy tenemos gratuidad para el sector más vulnerable.
Luego derivó a las comunicaciones, como comentarista político en el programa “El termómetro” de Chilevisión, rol que Lavín también ha cumplido en Radio Agricultura. También es autor de los programas “Escuelas Abiertas” y “Salud en tu Barrio” –algo parecido al médico de familia que implementan los cubanos– y, por supuesto, su nombre tomó un importante protagonismo a nivel nacional cuando lanzó las famosas “Farmacias Populares”, una idea admirada y criticada por distintos actores, pero que logró instalar el problema de millones de chilenos que deben destinar una importante parte de su presupuesto al ítem medicamentos, especialmente las personas de tercera edad.
La iniciativa también dejó al descubierto las abismantes diferencias de precios que se producen en la cadena que va desde los laboratorios hasta el cliente final. Más allá de cualquier consideración, estas farmacias se han replicado en muchas comunas de Chile, beneficiando a miles de personas de escasos recursos.
Lavín y Jadue son dos caras de la medalla, pero alcaldes que se han atrevido a innovar, buscar soluciones efectivas, que trabajan poniendo oído a los habitantes de sus comunas, capaces de empatizar, pero que especialmente no tienen temor a cruzar fronteras, correr riesgos, mirar hacia otros lados para ver alternativas y adaptarlas. Ambos se han convertido en referentes para sus pares. Jadue y Lavín unidos, jamás serán vencidos. En buena hora. (El Mostrador)
Germán Silva