Inexorablemente, sin poder escapar a su sino, la Cámara de Diputados concluyó el martes de madrugada un grotesco espectáculo que consolida su degradación moral y política. Aprobó una acusación constitucional para destituir al Presidente de la República por hechos ya investigados por la justicia sin que se le formularan cargos. El Senado deberá, actuando como tribunal, votar si confirma la destitución del Presidente.
Hay cuestiones de forma en este procedimiento que dicen mucho de la mayoría de diputados de izquierda. Frivolidad, superficialidad, impostura, poca vergüenza y ausencia del sentido del ridículo marcaron la actuación del diputado Naranjo, el mismo que alguna vez negó a su propia esposa. Naranjo estará en el podio de la vergüenza de esta cámara legislativa.
Sobre el fondo de la decisión pueden sacarse algunas conclusiones de quienes la aprobaron: 1) desprecio a la institucionalidad al pretender que a días de las elecciones presidenciales se destituya al Presidente; 2) falta de respeto a su propia investidura, al utilizar un tema de graves consecuencias para sacar ventaja política; 3) corrupción del voto, que hasta aquí tenía como exponente principal los retiros de los fondos de pensiones al infligir un daño irreparable a las pensiones de los chilenos más desvalidos, al poder adquisitivo de sus salarios y a su posibilidad de acceder a una vivienda, agregando ahora el desgobierno en medio de los episodios de violencia e incertidumbre económica que vive el país; 4) golpe mortal al centro político propinado por la DC, al votar en bloque por destituir a Piñera para ayudar a la alicaída candidatura de Yasna Provoste; y 5) la cobardía de diputados de centroizquierda que se prestaron a este circo, corriendo a obedecer las órdenes del Partido Comunista y los jefes de pandilla del Frente Amplio, Gabriel Boric y Giorgio Jackson, que pretenden gobernar este país a punta de amenazas. El símbolo fue el diputado Sabag, ingresando al Congreso escondido y burlando controles sanitarios.
No sabemos si este espectáculo terminará en la destitución del Presidente, pues la oposición no tiene las mayorías en el Senado para lograrlo. Requeriría ya, derechamente, de la traición de senadores oficialistas. La decisión del cuarto retiro de los fondos de pensiones marcó una diferencia entre los diputados y el Senado, que tradicionalmente ha dado lecciones a la Cámara Baja de mayor seriedad en sus actuaciones.
La victoria del martes en la Cámara de Diputados podría ser pírrica si consolida en la población la idea que la izquierda no es confiable y que sus actuaciones solo miran beneficios electorales y no el bien del país. José Antonio Kast podría volver a beneficiarse de ello y los diputados del oprobio ser sancionados por los votantes en las elecciones del 21 de noviembre. (La Tercera)
Luis Larraín