Los errores de Peñailillo

Los errores de Peñailillo

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Una tras otra. Eso decían ayer en La Moneda sobre el tema de las boletas que el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, dio al operador político Giorgio Martelli el 2012 y sus erráticas respuestas para salir del entredicho. El punto es que a estas alturas –y considerando que los meses previos no fueron los mejor evaluados de su gestión– en el Gobierno y en el oficialismo ya preocupa que quien debe ser el conductor político del programa, esté enfrascado en problemas de credibilidad que van minando los intentos por reflotar la agenda de reformas estructurales.

La elección interna del PS ya concluyó hace dos semanas y, en consecuencia, ya no hay espacio para el argumento público y privado que se enarboló desde el Ministerio del Interior, respecto a que las críticas a Peñailillo tenían el trasfondo de querer frenar o al menos morigerar lo más posible el proceso de reformas gubernamental, una estrategia que permitió por algunas semanas intentar desviar el foco del caso de las boletas. Es más, el apabullante triunfo en esa disputa de la senadora Isabel Allende dejó de ganador al ministro, considerando que en Palacio se habían jugado por esa opción ante la posibilidad de un regreso a la primera fila política del ex timonel Camilo Escalona.

“Se siente ganador”, repetían la semana pasada en los patios de La Moneda diversos asesores ante el despliegue mediático de Peñailillo en esos días, puntualmente con una entrevista a El Mercurio el mismo domingo 26 de abril de las internas PS, donde sentenciaba que “no hay paso atrás…”, aludiendo con ello al proceso de reformas, acompañado de una foto suya de brazos cruzados, de pie a la cabecera de la larga mesa de Palacio en torno a la cual se reúne el comité político.

En el Gobierno explicaron que el ministro no corrió con colores propios, sino que esa entrevista respondía a la lógica de dar la señal de que había sido “empoderado” una vez más por la Presidenta Michelle Bachelet, que contaba con su apoyo después de varias semanas en que no eran pocos los que en la administración bacheletista consideraban viable que la Mandataria lo sacara del gabinete o lo enrocara hacia otra cartera, en pos de potenciar un nuevo comité político.

Pero ese respaldo presidencial no ha sido suficiente para aplacar el incendio que representan las boletas que Peñailillo y varios de sus asesores más estrechos, ligados a la G90 del PPD, dieron a Martelli el 2012, como Harold Correa, Héctor Cucumides, Gabriel Sepúlveda –todos con cargos en el Gobierno–, además de Robinson Pérez, su jefe de asesores. Desde el primer momento en que salió a la luz lo de las facturas, el ministro fue errático en sus respuestas, con explicaciones ambiguas y dilatando por semanas mostrar el contenido de los tres informes que, supuestamente, elaboró para la empresa de Martelli.

El flanco está abierto desde el 15 de abril y eso queda en evidencia al constatar que el tema ha ido convirtiéndose en mucho más que una desagradable piedra en el zapato. Le pasó en Canal 13 el domingo último en la noche, durante una entrevista en “Protagonistas”. Casi no hubo referencia a la agenda de probidad, el programa, las reformas ni el proceso constituyente anunciado por Bachelet unos días atrás, pues casi todo giró alrededor del tema de las boletas. Una performance que fue muy mal evaluada en La Moneda, donde se consideró “impresentable” lo incómodo que se vio al ministro del Interior, que quedó en evidencia “su debilidad”. La molestia era mayor considerando que hubo advertencias previas a Interior sobre el error de dar esa entrevista, sugerencias que no fueron escuchadas por los asesores del ministro.

“Eso fue un desacierto, lo complicó aún más, lo dejó mal parado”, sentenciaron en Palacio con preocupación.

Desde el propio Ministerio unos pocos reconocen que el verdadero problema de Peñailillo es –como afirmaron– que “no puede explicar lo de las boletas” y, por lo mismo, hay quienes consideran que lo más sano políticamente en estos momentos es que el ministro no siga hablando del tema ante la ausencia de respuestas satisfactorias que despejen las dudas colectivas. “Está ocupando la libertad de acción que tiene gracias al respaldo de la Presidenta en un tema personal y no logra fortalecerse”, sentenciaron en el Gobierno.

Un punto que desde la Nueva Mayoría también advierten. Algunos timoneles que asisten a las reuniones a La Moneda con el comité político comentan que en dichas citas “se le ve complicado” y más preocupado de justificar las boletas que de la agenda. “Es evidente que está herido en el ala, no se le ve en condiciones y eso repercute en que no hay coordinación política, hay un problema objetivo aquí”, precisó uno de los dirigentes oficialistas.

Otro advierte que el riesgo de la situación actual de Peñailillo, la poca credibilidad pública que tiene hoy, lo debilita políticamente y puede terminar “poniendo en riesgo” la viabilidad del programa de Gobierno, de las reformas, considerando que él es el conductor político de Palacio.

El abogado y analista político, Jorge Navarrete, fue duro y categórico ayer para referirse el momento que atraviesa el ministro del Interior: “La situación ya se está haciendo grave, porque Peñailillo no solamente en la entrevista se superó a sí mismo, sino que lo grave aquí no tiene que ver con el hecho, sino que con la sospecha de que la mentira es reiterada (…) qué nivel de confianza, de expectativas, uno puede tener de esa autoridad política si se da cuenta que le está mintiendo en la cara persistentemente”.

En esa entrevista en Canal 13, ante la insistencia, señaló que los informes a Martelli los habían visto los periodistas de El Mercurio que le hicieron la entrevista para ese domingo 26 de abril, donde apareció una fotografía del ministro revisando su computador. El matutino, en su editorial de este martes 5 de mayo –“La importancia de la verdad”–, no solo cuestionó que se sepa a “goteo” la información y se refirió a la necesidad de que en las circunstancias actuales se transparenten los hechos, sino que además dejó públicamente en entredicho las afirmaciones del ministro en las páginas de su sección Nacional, donde en una inserción de tres puntos se detalla que Peñailillo “se rehusó” a entregar o dejar fotografiar los informes, que en esa entrevista consignó que solo los entregaría al Servicio de Impuestos Internos y que, al final de la conversación, abrió un documento en su computador e hizo un “rápido recorrido por sus páginas”, todas condiciones que –sostiene el diario– “impiden cualquier conclusión”.

En paralelo, La Tercera publicó ayer los polémicos informes de Peñailillo, tres documentos cuyos títulos y extensión son “Crisis Económica Internacional: consecuencias y medidas en la Unión Europea”, de 21 páginas, incluidos los anexos y reseñas; la “Flexibilidad Laboral en la Unión Europea”, de 32 páginas; y “Las Políticas ante la Crisis en el Reino Unido”, de 29 páginas.

Pero la jugada no cumplió el objetivo. De lo poco que se conoció de los informes, de los pasajes seleccionados que fueron publicados, rápidamente surgieron críticas a su contenido, aludiendo a párrafos eventualmente plagiados de tesis publicadas originalmente por alumnos españoles en universidades de la península ibérica. En el Gobierno, durante la mañana, trataron de despejar las dudas, asegurando que los párrafos eran una cita, pero de eso no hay constancia.

Tres actividades públicas encabezó Peñailillo ayer, todas vinculadas a temas de seguridad ciudadana y en cada una de ellas, sin excepción, se le preguntó por sus boletas a Martelli, por los informes, los párrafos copiados. “Yo creo que sobre eso he hablado lo suficiente, y del punto de vista de los trabajos, de los informes, creo que ha quedado ya bastante claro (…). Los trabajos son privados y como toda empresa privada, es dueña de los trabajos que se demandan, pero obviamente también preferí en algún momento, con un medio de comunicación, así como con otros… accedieran al contenido de los estudios”, dijo el ministro, en fondo y forma similares a lo que ha manifestado todas las semanas.

Ante la insistencia de las preguntas, agregó: “Le quiero decir una sola cosa, y sobre todo por el rol que yo cumplo. Transparencia total, si en eso yo no tengo ningún problema… Todo lo contrario. Transparencia total, no tengo ningún inconveniente, toda mi vida he trabajado, soy un profesional, estudié en el sur de Chile, estudié en una universidad del Estado, me eduqué en la educación pública… No tengo ningún problema”.

Navarrete ayer, en sus críticas, no dio tregua a Peñailillo por el manejo que ha tenido de la situación. “Qué costaba, cuando se inició esta discusión, haber dicho lo obvio. Nadie puede vivir gratis de la política, y por lo tanto, lo que se hizo fue montar un sistema para financiar a un conjunto de personas que de otra manera no podían dedicarse a esta actividad. Se hizo de mala manera, con infracción a normas tributarias, como probablemente se había hecho siempre. Y, sin embargo, lo que debe hacerse en el futuro es corregir (…) por el contrario, lo que hemos visto por parte de la máxima autoridad de Gobierno después de la Presidenta de la República, del jefe de gabinete, es sostener una argumentación absolutamente inverosímil. Y como suele suceder en estas cosas, ha tenido una y otra vez que ir agregando circunstancias, argumentos sumamente sospechosos para tapar lo evidente”, agregó.

No es el único que lo bombardeó. El aún presidente del PS, Osvaldo Andrade, desde el patio de La Moneda, el lunes dijo con todas sus letras sobre la situación de Peñailillo: “No me gusta, porque es raro” y apuntó a los asesores del ministro que también están vinculados a Martelli. “Tendrán que explicarlo, mostrarán los informes y veremos si son satisfactorios, ese es un juicio que no haré yo, pero es algo que no me gusta (…). Están todos cerca, son como ‘amiguis’, entonces lo encuentro raro”, recalcó.

En el Gobierno apuntan a que este errático libreto que ha llevado adelante Peñailillo se explica en la falta de autocrítica de la autoridad y su círculo más estrecho, como asesores que “no han dado con el tono correcto” para sacarlo de la crisis. En ese sentido, consideran un error garrafal que “lo estén desgastando” públicamente cuando el Gobierno está ad portas del 21 de mayo, con la agenda de probidad afinándose a toda máquina y con el anuncio del proceso constituyente que debe ser aterrizado por La Moneda en el corto plazo.

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