Que Chile cambió dejo de ser una mera frase y se está convirtiendo en una realidad sustantiva. Esta nueva realidad también se expresa en los programas de los candidatos presidenciales tanto de la izquierda, la centroizquierda y la derecha. Hasta ahora y por información de carácter público, conocemos en detalle 7 programas: el del candidato Jadue y su alianza Chile Digno; el del candidato Boric y el Frente Amplio; el de la candidata Paula Narváez respaldada por el PS, PPD, Liberales y Nuevo Trato; el del candidato Joaquín Lavín, de la UDI; el del candidato Ignacio Briones, de Evópoli; el del candidato Mario Desbordes, apoyado por RN y el PRI, y el del candidato independiente Sebastián Sichel.
Lo primero que llama la atención es el costo financiero de la mayoría de estos programas y que reflejan una voluntad de cambio sustantivo a partir de las profundas transformaciones que la mayoría de ellos pretende materializar sobre todo en la realidad económica y social del país. Es así como el programa de Jadue tiene un costo de US$ 34.000 millones; el de Boric, alrededor de US$ 26.000 millones; el de Narváez, aproximadamente US$ 30.000 millones; el de Lavín, US$ 25.000 millones, para pasar a programas de menor envergadura financiera como el de Desbordes, con US$ 12.000 millones; el de Briones, con US$ 10.000 millones, y el de Sichel, con US$ 7.000 millones. Cabe destacar en este punto que desde 1990 en adelante, en general, los programas presidenciales tenían un costo de entre US$ 10.000 y US$ 15.000 millones.
Que las fuerzas de izquierda y centroizquierda se comprometan a un programa transformador que requiere ingentes recursos fiscales no constituye, por su historia, una novedad, la corrida del cerco se expresa con mayor claridad en las propuestas presidenciales de la derecha que son irreconocibles, apelando a la historia de esta derecha post 90s.
En materia institucional ¿alguien en Chile hubiera pensado, antes de la “revuelta del 18 de octubre de 2019” que la derecha, a través de sus partidos, se haya sentado el 15 de noviembre de ese mismo año a firmar un acuerdo por una nueva Constitución, considerando que en esta materia habían guardado en un cajón la reforma constitucional presentada por Michelle Bachelet al final de su segundo mandato?
O por otra parte ¿la intervención del ministro del interior Andrés Chadwick en la Enade 2018 que con voz pausada y profunda le dijo a su auditorio de grandes empresarios y ejecutivos que no habría nueva Constitución, recibiendo el eufórico aplauso de dicha asamblea? ¿Alguien hubiera pensado en Chile que en materia valórica y cultural 3 de los 4 candidatos de derecha, Desbordes, Sichel y Briones, estén por el matrimonio igualitario con adopción, en circunstancias que la derecha en su inmensa mayoría en los últimos 30 años votó en contra de la ley de divorcio, de la ley de filiación, del pacto de unión civil y del aborto terapéutico en tres causales? ¿Alguien hubiera pensado que la derecha hoy día esté proponiendo salarios mínimos de $500.000 cuando en los años precedentes más de algún parlamentario de dicho sector sostenía que el salario mínimo había que eliminarlo porque distorsionaba el mercado del trabajo?
¿Alguien hubiera pensado que el conjunto de candidatos de la derecha esté en materia de salud por un seguro único y en consecuencia por la eliminación total o parcial de las isapres?
¿Alguien hubiera pensado que la derecha en materia de pensiones esté hoy día por un sistema mixto y que rechace hoy día la capitalización individual, matriz de la propuesta de José Piñera en 1980? ¿Alguien hubiera pensado que uno de los candidatos más competitivos de la derecha, Joaquín Lavín, esté planteando un incremento con aporte estatal de un 100% del fondo común municipal que en la actualidad alcanza a los US$ 2.000 millones? ¿Alguien hubiera pensado que los candidatos de derecha con mayor o menor intensidad estén proponiendo un ingreso básico universal y una pensión mínima universal rompiendo la lógica de mercado? ¿Alguien hubiera pensado que la derecha iba a proponer la eliminación de las exenciones, profundizar la lucha contra la evasión y la elusión e incluso aumentar la carga tributaria?
Todo lo anterior y muchas otras cosas en sus planteamientos programáticos revelan que el cerco se corrió hacia una sociedad más justa e inclusiva. Esto se ha logrado por la lucha persistente de las fuerzas políticas y sociales de la izquierda y de la centroizquierda, y sobre todo por las manifestaciones de millones de chilenos y chilenas en octubre de 2019. Es de esperar que los compromisos programáticos asumidos por los candidatos de la derecha no constituyan una maniobra táctica para seducir a los ciudadanos y de hecho sea una comprensión de que el Chile neoliberal que ellos establecieron sencillamente no da para más. Por otra parte, en esta evolución hacia profundas transformaciones sociales, la tarea de la izquierda y la centroizquierda es perseverar en la búsqueda de los cambios estructurales y sacar al pizarrón a la derecha cada vez que esta no sea coherente con la propuesta de sus candidatos presidenciales. (El Mercurio)
Francisco Vidal