Hace casi tres meses, eventos domésticos superaron a los factores externos como los principales determinantes del escenario económico de Chile. La atención se centró en el impacto de las disrupciones sobre la actividad en el corto plazo; el efecto de las expectativas en el crecimiento del mediano plazo; y la consecuencia de largo plazo de las reformas estructurales que vendrán, incluida la altamente probable reforma constitucional. Por primera vez en décadas, parecía que eventos externos como la disputa comercial entre China y Estados Unidos serían secundarios para efectos del futuro económico inmediato de Chile.
Sin embargo, mientras aún estamos dimensionando el nuevo escenario, los hechos externos se tomaron nuevamente los titulares recordándonos del mundo que nos rodea. El 3 de enero, fuerzas militares de EEUU llevaron a cabo un ataque aéreo en Bagdad, Irak, que terminó con la vida del general iraní Qasem Soleimani, comandante de las operaciones de Irán en Medio Oriente. En respuesta, el gobierno de Teherán amenazó con retaliación contra intereses estadounidenses en la región.
Este no es el primer enfrentamiento entre las dos naciones. Desde que el Presidente Trump se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear —y reestableció sanciones económicas sobre la nación de Medio Oriente que llevaron a la economía iraní a contraerse cerca de 10%—, ha habido una serie de conflictos armados entre aliados de ambos países. Producto de ello, hubo varios ataques a buques tanquero e instalaciones petroleras en la región durante el verano boreal (invierno en Chile) de 2019.
El más relevante fue el atentado que a mediados de septiembre sufrió la principal refinería de la petrolera estatal de Arabia Saudita, que disminuyó la producción mundial de crudo en cerca de 5% inmediatamente y llevó al precio del petróleo a saltar 15%. El alza, para fortuna de Chile, se revirtió conforme se normalizaron las operaciones de refinación. Si bien el grupo rebelde yemení Houthi se atribuyó el incidente, occidente responsabilizó a Irán, nación que habría prestado apoyado a dicho grupo desde hace varios años.
Hoy nos enfrentamos a un escenario que en principio tuvo un impacto menos severo, pero que también es más incierto. Al cierre de esta columna, el precio del petróleo acumulaba casi 5% de alza (pese a no haber disrupciones en producción de petróleo aún) y el dólar mostraba una leve caída tras haberse fortalecido 0,2% en la sesión del viernes (en Chile; la divisa subió algo más de $20 desde el jueves, afectada por ajustes al programa de intervención cambiaria del Central). Sin embargo, otros activos refugio, como bonos soberanos en dólares y oro, han registrado movimientos más marcados, reflejando el riesgo de una escalada mayor. De hecho, el conflicto tomó un nuevo giro durante el fin de semana, cuando el Parlamento iraquí votó por solicitar la salida de tropas estadounidenses del país.
Una intensificación del conflicto sin duda afectará a Chile. Mayores precios del crudo presionarían a los precios de los combustibles. Ello, junto con un dólar que podría fortalecerse aún más (mientras el peso se deprecia), incrementaría las presiones inflacionarias en 2020. Finalmente, importaciones de combustibles más caras resultarían en una corrección más lenta del déficit de cuenta corriente, presionando a una economía en una senda ya frágil, limitando el espacio de un mayor estímulo monetario por parte del Banco Central. (DF)
Miguel Ricaurte