Este podía ser el “día más importante” de su vida, había dicho a primera hora del día, cuando pasadas las 9.00 de este domingo, Luiz Inácio Lula da Silva votó en la Escuela Estadual Dr. João Firmino Correia de Araújo, de São Bernardo do Campo, la cuna política del Partido de los Trabajadores (PT), en el Gran Sao Paulo. Allí, entre un enjambre de equipos de prensa, el candidato izquierdista ya palpitaba que lo que se vendría luego de las 17.00, cuando se diera comienzo al escrutinio de la segunda vuelta presidencial con el actual mandatario de Brasil y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro. Y su corazonada finalmente se cumplió: después de 12 años, Lula volvió al poder.
En un verdadero fallo fotográfico y escrutado el 99,24% de las mesas, Lula, de 76 años, se impuso con el 50,85% de los votos a Bolsonaro, quien logró el 49,15%, en un conteo de infarto, que el abanderado petista solo revirtió cuando se alcanzó cerca del 70% de las mesas contabilizadas. “Elección matemáticamente definida (electo)”, informó el Tribunal Superior Electoral a través de sitio web a las 19.58 horas, cuando las mesas escrutadas alcanzaban al 98,91%. Lula superó al actual mandatario por cerca de dos millones de sufragios.
A diferencia de la primera vuelta, cuando el candidato del PT obtuvo un 48,43% de los sufragios y su rival un 43,20%, esta vez el número de votos blancos y nulos fue muy bajo. Pese a los temores iniciales de un aumento de la abstención, la participación fue ligeramente superior a la de la jornada del 2 de octubre, que fue de 79,05%.
Pero ya desde el amanecer que Sao Paulo palpitaba la posible victoria del candidato del PT. Grupos de jóvenes gritaban al alba “Lula, Lula”, tras el retorno de una noche de diversión marcada por los disfraces de Halloween. Cerca del mediodía, en la Avenida Paulista y la Rua da Consolação comenzaban a aumentar los autos que, junto con fuertes bocinazos, desplegaban banderas del petista.
En el local de votación de Lula, varios de los electores no ocultaban sus preferencias, luciendo poleras y stickers con la imagen del expresidente o jockeys con el nombre de Bolsonaro. “Tenemos que mostrar a través de nuestro voto lo que creemos que es mejor para nuestro país. Voto por Bolsonaro, con certeza. Un país que vivió tres años con pandemia, guerra y que consigue superarlo, esa es una grande victoria para nosotros, tener un presidente que trabajó sin corrupción, si hubiese corrupción no conseguiría hacer todo eso. Nosotros estamos cuidando a nuestros hermanos, de Venezuela, están todos huyendo para acá de ese gobierno que si Lula llega a ganar va a querer seguir el mismo paso”, dijo a La Tercera José Tadeu Mozelli, quien lucía la polera de la Selección brasileña.
Una opinión contraria es la de Pauliane, quien explicó a este medio sus razones para votar por el candidato del PT. “Porque quiero que se acabe el odio, prefiero el amor. Lula es lo mejor que tiene Brasil, basta de fascismo, nos cansamos del fascismo, no queremos más fascismo”, comentó efusiva.
Pocos minutos antes, Lula había conversado con la prensa nacional e internacional desplegada en el centro de votación de São Bernardo do Campo, entre ellos La Tercera. “Hoy, posiblemente, es el 30 de octubre más importante de mi vida. Y creo que es un día muy importante para el pueblo brasileño porque hoy el pueblo está definiendo el modelo de Brasil que quiere, el modelo de vida que quiere”, declaró el exmandatario brasileño, que gobernó el país entre 2003 y 2010.
Bolsonaro, de 67 años, en tanto, llegó a la escuela en el barrio Villa Militar, en el oeste de Río de Janeiro, minutos antes de la apertura de las mesas, escoltado por una caravana de autos negros y vestido con la camiseta de la Selección de fútbol de Brasil. “Tenemos expectativas de victoria para el bien de Brasil. Solo hemos tenido buenas noticias en los últimos días. Si Dios quiere, seremos victoriosos”, dijo el mandatario a la prensa luego de votar.
Pero antes que se confirmara su triunfo ante Bolsonaro, Lula tuvo una mala noticia. Su candidato a gobernador por Sao Paulo y excandidato presidencial del PT en 2018, Fernando Haddad (44%), perdió ante Tarcísio Gomes de Freitas (55%), el abanderado bolsonarista en la segunda vuelta por el sillón del Palacio de los Bandeirantes.
Sao Paulo, el estado más rico de Brasil y con 34,6 millones de votantes, es el mayor colegio electoral del país. Previo a los comicios de este domingo, el historiador y académico de la Universidad de Sao Paulo, Lincoln Secco, había explicado a La Tercera lo que estaba en juego allí: “Si Bolsonaro pierde, pero su candidato gana en Sao Paulo, tendrá el estado más importante de la federación para emplear a su séquito y oponerse a Lula. Pero si el PT gana en ambas contiendas, Lula no tendrá oposición en Sao Paulo y Fernando Haddad se convertirá en el sucesor natural de Lula en 2026″.
Esta era la sexta vez que Lula competía por la presidencia. También se postuló en 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006. En 2018 intentó competir, pero su candidatura fue rechazada por el Tribunal Superior Electoral (TSE), que recibió una impugnación del Ministerio Público que señalaba la inelegibilidad del candidato petista basado en la Ley de Ficha Limpia.
Lula pasó 580 días en la cárcel luego que fuera declarado culpable de los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de la Operación Lava Jato, pero en 2021 el Supremo Tribunal Federal (STF) revocó estas condenas al entender que el líder del PT no se le habían respetado sus derechos durante el proceso llevado a cabo por el entonces juez Sergio Moro.
Tras votar en São Bernardo do Campo, Lula dijo que “uno de sus sueños” es “recomponer la relación de paz entre los seres humanos brasileños”. “Habrá mucha conversación con mucha gente. Quiero que las familias hablen de nuevo, quiero que los vecinos hablen de nuevo. La gente no necesita pensar políticamente de la misma manera. No tienen que pensar en religión del mismo modo, no tienen por qué gustar del mismo equipo”, afirmó el petista.
“Alguien puede ser bolsonarista, alguien puede ser lulista (…), puede ser de cualquier partido. Eso no puede afectar nuestra relación personal, con nuestra relación familiar. Y sé la cantidad de familias que fueron destruidas por este odio”, dijo el candidato, quien eligió un atuendo completamente blanco para la ocasión, el color que usaría para la fiesta de la victoria la noche del domingo.
“Ni siquiera sabemos si el gobierno querrá hacer una transición”, comentó Lula, al hablar de la importancia de que el proceso se lleve a cabo con transparencia y cooperación entre su equipo y el del actual gobierno. “Que sea un día de paz y que todos, cuando sepamos el resultado, lo respetemos. El que gane lo festejará, el que pierda se arrepentirá. Lo digo porque ya he perdido muchas elecciones”, recordó. “Yo voté por mí muchas veces y quiero votar por otros ahora”, señaló, reafirmando que no tiene intención de presentarse a la reelección en 2026, si resultaba ganador de las elecciones de este domingo, tal como sucedió finalmente.
El candidato también anticipó que quiere realizar un viaje a países considerados estratégicos para las relaciones con Brasil, antes de su toma de posesión el 1 de enero de 2023. En estos dos meses, tendría previsto ir a un país de Sudamérica, Estados Unidos, China, la Unión Europea y “algunos países” dentro del bloque europeo, pero no nombró cuáles.
La diplomacia de su futuro gobierno prestaría especial atención a América Latina. Lula quiere fortalecer el Mercosur, despreciado durante la administración de Bolsonaro, y reconstruir Unasur, bloque formado en 2008 por 12 países latinoamericanos de izquierda, que se desintegró en medio del ascenso de gobiernos de derecha en la región en los últimos años.
“Juntos somos más fuertes, somos un bloque que puede interferir en las negociaciones con la Unión Europea, Estados Unidos y China”, destacó el petista. “Estamos cansados de ser una región pobre, en eterno desarrollo. Necesitamos subir un escalón en la escala de ascensión en la economía mundial”.
“La victoria de Lula significa en gran medida un rechazo a lo que han sido los cuatro años de Bolsonaro y sobre todo las amenazas permanentes a la democracia y a las instituciones en el país. Por ejemplo, la derecha liberal tradicional brasileña, que incluye a Fernando Enrique Cardoso y otros tantos nombres, ha apoyado muy claramente a Lula en estas elecciones”, dijo a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, cientista político de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
“Es un voto para proteger las conquistas de las últimas tres décadas en Brasil, en cuanto a lo que se refiere a esto, a un proyecto de país democrático, plural, diverso y donde hay espacio para todos, incluso para las minorías, que es todo lo que Bolsonaro más ha atacado y amenazado. Y después, claro, muy posiblemente también podemos incluir en la victoria de Lula la idea de rescatar proyectos sociales verdaderos y amplios, que incluyan a todos los sectores de la sociedad brasileña, una mirada más atenta a los más pobres. Yo creo que esto es algo muy, pero muy importante también, es decir, no solamente la idea de una economía estable, sino una economía estable que crezca de forma sostenible y que también abra espacio a las clases más pobres”, agregó.
“Lula, al volver al poder, debe entender que su elección es menos por la aceptación incondicional de sus ideas y de su partido y más por el rechazo a Bolsonaro. Esta fue una elección de dos líderes carismáticos con alto rechazo”, explica a este medio Rodrigo Augusto Prando, cientista político de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo.
El politólogo destaca que “Brasil y el mundo son diferentes desde que Lula fue presidente. Ahora, debe hacer un llamado a la sociedad brasileña para disminuir esa polarización y violencia, retórica y física. Lula tendrá que reconstruir puentes en el mundo político, sobre todo porque tendrá un Congreso más conservador. Probablemente buscará retomar la presencia de Brasil en el escenario internacional, especialmente en América Latina. Los desafíos son enormes y creo que Lula podrá permitir el papel protagónico de Geraldo Alckmin y Simone Tebet, por ejemplo”, dijo, en alusión al compañero de fórmula de Lula y la excandidata presidencial que en la segunda vuelta le dio su apoyo al petista.
Respecto a la reacción del derrotado mandatario y su colectividad a un nuevo gobierno de Lula, Velasco Júnior apunta que “hoy día el bolsonarismo es más grande que Bolsonaro”. “Entonces, pese a la derrota del presidente, el bolsonarismo va a seguir como un conjunto de ideas, sus partidarios seguirán ahí. No sé lo que prepararán para el futuro, para dentro de cuatro años, si vendría el propio Bolsonaro, si vendría uno de sus hijos, pero es algo muy parecido con lo que vimos en Estados Unidos con el trumpismo, el trumpismo es más grande que Trump y aquí el bolsonarismo es más grande que Bolsonaro también y esto es algo que ha venido para quedarse”, asegura. “En términos políticos, ya no tendremos más, solamente, lo que es la centroderecha y la centroizquierda, sino que ahora ya hay espacio en Brasil para una ultraderecha, lo que refleja en realidad una sociedad muy conservadora, más aún de lo que ya suponíamos”, concluyó. (La Tercera)