La figura de la machi Francisca Linconao (60) es una de las más controversiales en la investigación del caso Luchsinger Mackay. El Ministerio Público le imputa haber participado directamente en el atentado que costó la vida del matrimonio de Werner Luchsinger y Vivian Mackay, el 4 de enero de 2013. La fiscalía, además, asegura que en su domicilio se realizó la coordinación del ataque y que en el allanamiento a su morada se encontró un pasamontañas y panfletos similares a los hallados en el lugar del crimen.
En el marco de este proceso penal, la autoridad religiosa mapuche realizó una huelga de hambre de 14 días, exigiendo su libertad. Finalmente, se le concedió el arresto domiciliario total.
Hoy, en la tercera jornada del juicio oral en esta causa -en que la fiscalía pide para la machi y otros nueve imputados presidio perpetuo calificado-, Linconao entregó su versión. En la audiencia, calificó de “calumnia” las acusaciones del Ministerio Público e indicó que ella era inocente. Además, dijo que sintió “pena” cuando se enteró de la muerte del matrimonio, pues los conocía.
ALEGATOS DE IDENTIDAD
Su declaración estuvo precedida de una no breve discusión entre la defensa y la fiscalía. Los representantes de la imputada solicitaron que en el juicio la mujer fuera tratada como machi, reconociendo su autoridad. La fiscal Pamela Contreras se opuso, indicando que en el Registro Civil ella aparece como Francisca Linconao. Los jueces, finalmente, se decantaron por la petición de la defensa.
En su testimonio, Linconao explicó que es machi desde los 14 años y que el día del atentado “le tocaba a mi hermana ir a trabajar donde Rodolfo Luchsinger”.
Añadió que cuando su pariente iba saliendo, la llamaron para decirle que no fuera, ya que habían quemado la casa de Werner. “Entonces yo me levanté, miré las noticias, quemándose la casa. Le digo todo esto porque a ese señor yo lo conozco. Don Werner Luchsinger, a su señora y a su hijo los conozco. Cuando me inicié de machi, de 16 años, la primera vez que yo iba a plantar mi rehue, él estuvo presente, porque a esa fecha trabajaba mi hermana con él. Ahí estuvo presente su familia en la ceremonia”.
Añadió que “eso se lo digo para demostrar mi inocencia, porque yo lo conozco. ¿Por qué motivo me involucran con esa muerte de Luchsinger Mackay? Yo no tengo conflicto con ninguno de los Luchsinger, menos con él. Todos los Luchsinger me conocen. Me duele mucho que me involucren con esta muerte, y cuando yo supe también tenía pena, porque yo lo conocía. Nadie va a querer que se queme”.
Linconao también añadió que “están diciendo que yo hice una reunión en mi casa, que yo planeé este problema. Eso es mentira, falso, una calumnia que me están levantando (…). Yo ayudo para sanar, no para matar”.
OTROS EPISODIOS
La machi, además, recordó dos episodios del caso. Uno fue la tarde del 4 de enero de 2013, cuando Carabineros ingresó a su domicilio. “(Les dije) si ustedes van a allanar la casa, tráiganme el documento, si tienen orden. Nadie habló y yo les pregunté si eran mudos”. La mujer recordó que los uniformados encontraron en su casa un cuchillo, que usa para trabajar la harina, y un gorro negro de lana, perteneciente a su hermana. “Nada más”, dijo.
Un segundo evento ocurrió a inicios de 2016, cuando la visitó Alejandro Peralino junto a su hermano José, el delator compensado que entregó a la fiscalía los nombres de los presuntos autores. “Alejandro me dijo: mi hermano tiene un problema, que la policía de la PDI lo está llamando todos los días y todas las noches”, indicó Linconao. La machi añadió que José Peralino estuvo todo un día en el cuartel policial y que ahí cree que “le empezaron a mostrar fotos y le preguntaron si conocía a la machi y respondió que sí. Hicieron una mentira para involucrarme”.
Al término de la declaración, el fiscal Luis Torres indicó que “ella entregó una versión en la cual, en algunos aspectos, faltó a la verdad”. El persecutor añadió que la machi dijo “que no se había recopilado ningún antecedente en su domicilio que la vinculara con este hecho. Desconoció que se levantaron panfletos, incluso en contra de la familia Luchsinger, una escopeta hechiza y, lo más grave, describió un gorro que fue incautado y que se trata de un pasamontañas”. (La Tercera)