Malas noticias nos ha dado nuestro expresidente (columna del sábado) al relatarnos que la OMS sería responsable de un fondo de 8.000 millones de dólares con el fin de coordinar la producción, distribución y adquisición de suministros médicos, cubrir la demanda mundial y regular los precios. La noticia es mala por varias razones.
Figura en primer lugar el lamentable papel que ha jugado este organismo desde los principios de la crisis, ocultando su gravedad al extremo de negar, aun a mediados de enero, el contagio entre humanos. Ello, a pesar de estar al tanto de los contagiados en China desde principios de diciembre.
En segundo lugar, porque su presidente, Tedros Adhanom Ghebreyesus, no cuenta con las credenciales democráticas que nos den confianza. Apenas llegado al cargo gracias al apoyo chino propuso a Robert Mugabe, cruel dictador de Zimbabue, como embajador de buena voluntad de la OMS y se abstuvo de condenar al líder sirio Bashar Al Assad por usar armas químicas en contra de ciudadanos.
Finalmente, es mala noticia porque un ente global jamás tendrá la experiencia de las situaciones locales, por lo que sus soluciones suelen ser altamente ineficientes. Ello sin contar con la burocratización que imponen a mercados libres destruyendo las condiciones que facilitan la adaptación de miles de empresas para responder a desafíos de envergadura como esta pandemia.
Vanessa Kaiser
Directora Cátedra Hannah Arendt Universidad Autónoma de Chile