Este fin de semana, en el Seno de Reloncaví, en la región de Los Lagos, se produjo un masivo escape de salmones desde el centro de cultivo «Caicura» que es operado por la empresa Salmones Blumar S.A. que se dedica a la acuicultura en general, crianza, producción y cultivo de Salmónidos.
El gerente general de Blumar, Gerardo Balbontin, comentó que el centro de cultivo registraba hasta ayer 875.144 peces, en etapa de engorda, con un peso promedio de 3,828 kilos, desconociéndose por el momento, la magnitud exacta del escape de peces.
La empresa además explico que el problema fue originado por el fuerte viento cordillerano en la zona durante los últimos días, lo que ocasionó la caídas de 16 de las 18 jaulas. Sin embargo, el incidente aún debe ser investigado.
«Hemos podido constatar que se produjo el escape de salmones en una cantidad todavía no precisada, ya que todas las infraestructuras fueron gravemente dañadas por las condiciones climáticas. Vamos a seguir realizando todas la inspecciones que sean necesarias y estamos realizando la investigación sobre las causas de este incidente», señaló el director regional de Sernapesca, Eduardo Aguilera.
Desde Greenpeace, la coordinadora de Campañas, Estefanía González, enfatizó que «es impresentable que la propia empresa no sepa la magnitud del escape. El permiso de siembra era para un total de 1.009.474 salmones y en este evento se hundieron prácticamente todas las jaulas, por lo que al menos estamos hablando de 1 millón de salmones escapados».
La desconfianza de la ONG ambientalista se debe a que «la industria sistemáticamente falsifica los datos sobre siembras y mortandades, así lo demostró el caso de Nova Austral donde el ex gerente Nicos Nicolaides presenta diferentes denuncias y querellas por ocultar las cifras. Para el caso de este centro, el representante legal de la empresa Blumar al momento de la tramitación de los permisos para aumentar la capacidad de cultivo es el mismo Nicos Nicolaides, por lo que no extrañaría que la cantidad realmente sembrada en este centro sea aún mayor de lo autorizado y se debe investigar a fondo las causas del hundimiento de las jaulas”.
“Este escape se da en una zona geográfica cercana al lugar donde ocurrió el escape de Marine Harvest (MOWI) de 2018 y aún las autoridades no sancionan de manera adecuada. Las autoridades de pesca han autorizado zonas supuestamente apropiadas para la acuicultura que en la práctica no lo son y los continuos desastres ambientales lo demuestran con hechos. No necesitamos que Sernapesca vaya a mirar estos desastre, urge que actúen y caduquen las concesiones que generan estos gravísimos hechos” , explicó González.
Por el momento si las condiciones climáticas lo permiten, ingresarán dos barcos y un remolcador, cargados con materiales y elementos de flotabilidad, preparados por el Área de Logística de Blumar, para iniciar las labores de evaluación del módulo, explicaron desde la empresa.
IMPACTO ECOLÓGICO
Asimismo, Greenpeace aclara que no se puede justificar este hecho por las condiciones metereológicas porque son «las condiciones normales para el mes de junio en la zona, no es siquiera el peor temporal esperable en esta área. En lugar de cuestionar el clima, lo que debemos cuestionar es la existencia de estos centros allí. Todos los años hay evidencias sobre la incompatibilidad de la salmonicultura con el clima, los ecosistema marino y los legítimos usos de las comunidades locales e indígenas, que se ven profundamente afectadas también».
Los escapes de salmones tienen un gran impacto ecológico ya que al ser especies introducidas de forma artificial, no poseen depredadores naturales. Son animales carnívoros y las poblaciones de especies nativas bajan al ser depredadas por los salmones ya que compiten por el espacio y la alimentación e incluso devoran a los peces de la zona.
Por eso en el año 2018 y detonado por el escape de 263.000 salmones, el Estado de Washington en Estados Unidos decidió detener por completo la industria de la salmonicultura a través de un proyecto de Ley para poner fin a la totalidad de concesiones de salmón atlántico al año 2025.
Por su parte, las comunidades indígenas del territorio de Walaywe, señalaron encontrarse «muy preocupadas por el hundimiento del centro de cultivo. Lo que genera mayor incertidumbre es pensar que hay o una fuga masiva o una mortandad masiva de peces, ya que cualquiera de las dos situaciones genera un daño tremendo al ecosistema y fondo marino».
«Nuestra mayor preocupación es que este centro de cultivo limita con el actual ECMPO (Espacio costero marino de pueblo originario) Mañihueico-Huinay, en proceso de destinación marítima cuyos solicitantes son las comunidades indígenas del territorio de Walaywe, que en conjunto con pescadores artesanales y otros usuarios del borde costero se verán afectadas por esta situación que tiene el carácter de desastre ambiental”, explicaron.
“Una vez más queda en evidencia que este tipo de industrias no debe operar en espacios en donde viven pueblos originarios nosotros somos del pueblo mapuches lafkenches y seremos administradores de este ECMPO en conjunto con los pescadores artesanales, recolectores de orilla y grupos de usuarios que vivimos y convivimos con el mar, cuyo valor y respeto es lo que hoy día permite seguir realizando nuestras prácticas consuetudinarias”, enfatizó Yohana Cuñuecar, representante Comunidad Admpu Ka Lafquen, parte del grupo de comunidades solicitantes de la ECMPO Mañihuieco-Huinay. (El Mostrador)