Ministra de Salud: "No vimos el peso pesado que se nos venía"

Ministra de Salud: "No vimos el peso pesado que se nos venía"

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La ministra de Salud, Carmen Castillo, vio cómo a partir del discurso del 21 de mayo quedaron en evidencia los problemas que han configurado una nueva crisis en el sector: una deuda de $155 mil millones, con tendencia al alza; una ejecución presupuestaria de apenas 4,8% a mayo, y movilizaciones de médicos, y trabajadores de consultorios y hospitales. Todo esto, afianzado por la propia Presidenta de la República, quien en su cuenta pública asumió «debilidades en la gestión estatal» sobre el plan de infraestructura, que pretende dejar 20 hospitales construidos, 20 en construcción e igual número en diseño o licitación.Sobre este último punto, Castillo asegura que «la Presidenta sabe cuál es nuestro talón de Aquiles», que los problemas se debieron a que no se dimensionó correctamente la capacidad instalada que se requería para llevar a cabo el plan de US$ 4.000 millones y que confía en que ciertos cambios, incluidas gestiones directas desde La Moneda, le auguran un mejor pronóstico.

-La Presidenta habló el 21 de mayo sobre «debilidad de la gestión estatal» respecto del plan de inversiones…
«Las palabras de la Presidenta las asumo con mucha responsabilidad, porque ella conoce más que nadie este nivel de gestión, como ex ministra de Salud. Y nosotros vemos que sabe muy bien cuál es nuestro talón de Aquiles, que fue la organización que tuvimos que hacer el año pasado para poder ejecutar (el presupuesto). (…) Todo esto era un desafío ambicioso, inmenso, y en el ministerio no existía una estructura que pudiera dar respuesta».

-Pero cuando la Presidenta era candidata se comprometió con el programa «20-20-20» de hospitales. Uno se imagina que la estructura interna del ministerio era parte del diagnóstico para poder llevarlo a cabo. ¿Qué pasó entremedio? ¿Cuál es la responsabilidad que tiene el ministerio?
«Cuando llegó el gobierno no había una estructura existente que pudiera dar respuesta a la inversión en el 32% de la infraestructura actual. Tuvimos que asumirlo con velocidad, y el año pasado fue de reestructuración, de análisis, de regularización. (…) Todo esto requirió una reorganización interna muy intensa que en algún momento hizo que la ministra anterior creara una unidad especial, que dejó bajo su directa tutela. Pero cuando llegué y asumí, evalué la situación y vimos que era más oportuno que estuviera cercano a (la subsecretaría de) Redes Asistenciales, lo que le dio a esta un peso mayor, porque significaba responder directamente a la subsecretaria de las obras y de la continuidad. (…) Por lo tanto, sí que eso significó mucho desgaste en regularizar un área que no teníamos tan fortalecida».

-¿Pero la estructura interna no se evaluó antes de asumir el gobierno?
«Ahora, mirando para atrás, yo creo que no vimos el peso pesado que se nos venía. Y creo que, si miramos para atrás, debimos haber visto una estructura con mayor dotación de profesionales… Pero bueno, nos sirvió como un ajuste, una consolidación del equipo, que ahora sí que está potente. Ahora yo puedo responder con seguridad de las fechas, porque al comienzo todo era más intuitivo. Ahora sentimos que está más preciso, más claro, porque la documentación, los antecedentes, nos dan una base para señalar fechas más claras o precisas. Y por eso, de los 20 primeros hospitales, decimos con responsabilidad que 6 van a estar a 2018, pero no antes del término de este gobierno».

-Pero «El Mercurio» comparó las fechas de entrega de los hospitales dadas en 2014 a la comisión investigadora de infraestructura hospitalaria de la Cámara con las fechas de ahora, y son 26 los hospitales que se atrasan. Entonces, cuando el mensaje del Gobierno es «no vamos a poder entregar seis hospitales» en el período, pareciera más importante cumplir el programa que las construcciones mismas…
«Cuando uno evalúa el detalle de cada establecimiento, uno puede tener una estimación más ajustada a la realidad. Al comenzar, uno podía predecir en base al juicio de expertos, pero en este momento ya es con sustento y fundamento. No he hecho el análisis respecto de los 26 atrasados, pero sí nos hemos basado en el compromiso presidencial, que es de 20-20-20. De ellos, podemos asumir que cinco de los que iban a estar «en construcción» se adelantarán y van a estar listos. Y de los 20 que iban a estar en «licitación y diseño», cuatro van a estar listos; por lo tanto, esos se suman a los 14, y llegamos incluso a tener 27, porque por ejemplo se quemó el Hospital de Queilén y hay que reconstruirlo. Otros, que han sido presionados a nivel local, van con fondos regionales».

-Se ha hablado mucho del Hospital de Calama. Entiendo que el ministerio está negociando una salida para reactivar las obras de ese recinto.
«Efectivamente, fue uno de los paralizados por distintas situaciones y en este momento existe una negociación en la cual estamos intentado destrabarlo para poder rápidamente reiniciar obras. (Esta) puede ir por dos carriles: o con la misma empresa o licitando de nuevo. Estas dos alternativas son factibles, en plena negociación en estos días».

-Calama estaba inicialmente dentro de los hospitales que quedarían listos. Pero antes de que asumiera este gobierno era público que la empresa constructora estaba quebrada y había abandonado las obras. ¿Se pecó de ambición al decir ‘nosotros lo construimos’?
«Yo creo que en ese momento se utilizó mucho juicio de expertos y ahora estamos aplicando lo concreto, las bases, las fechas claras, lo que dice la Contraloría. (…) Y estos elementos son los que ya tenemos claros, ya los transparentamos, y tenemos más seguridad. Ahora, me han dicho por qué una es tan confiada, por qué habla con tanta seguridad. Bueno, porque estamos en este momento con el acelerador a fondo y absolutamente informados, por lo menos en mi nivel y, desde ahí, todo el equipo».

-¿La Moneda está jugando un rol activo en esto?
«Absolutamente. Hay asesores que nos están apoyando y contamos con un apoyo muy generoso, dedicado, preocupado, porque todos queremos que nos vaya bien, que salga esta propuesta que es muy anhelada por la población y que la comunidad necesita ver. Yo no puedo decirle ‘estoy feliz porque se hizo una licitación’, la gente quiere ver en terreno, el ladrillo, la máquina. Esa es la parte que queremos demostrar».

-Las últimas semanas ha habido críticas sobre la labor de la subsecretaria de Redes Asistenciales, Angélica Verdugo, de parte de parlamentarios oficialistas y de oposición. ¿Qué le parece esto?
«Lo que pasa es que el área de la subsecretaria es extremadamente sensible y especialmente está muy tensionada por las exigencias de listas de espera, de las inversiones, de lo que tiene que ver con respuestas diarias a distintos temas complejos y, además, por todos los conflictos de paros. La sobrecarga de trabajo es muy alta, dado que también como gobierno dijimos ‘vamos a aumentar los especialistas y la capacidad de respuesta’. Y lo estamos haciendo, pero eso dificulta mucho la deuda, el tema de las exigencias. Todo eso es un tema que la doctora Verdugo ha hecho con mucha capacidad técnica. Ella fue directora de servicio, conoce perfectamente el sistema y sabe lo complejo que es».

-¿Cuál es la evaluación que se hace sobre la Subsecretaría de Redes Asistenciales? Porque tiene dos almas: atender a la gente y construir hospitales, que son cosas muy distintas…
«Es lo que tenemos, lo que hay. Y tenemos que asumirlo. En este momento no hay forma de decir ‘esto no lo voy a hacer’. La subsecretaria asumió todo con lo que significa la responsabilidad, el peso de las inversiones, de la gestión de la red, y eso es un tema tremendamente exigente y autoexigente. Le ha significado que muchas personas miren en menos esta labor, que yo destaco. Hay que reconocer que es un área muy compleja, que no deja satisfechos a todos, porque el que no es atendido se siente dejado de lado y de eso nos estamos preocupando. Tenemos que jugar muy rápido con las respuestas porque la gente espera y no quiere esperar».

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