La Convención Constitucional aprobó las Autonomías Territoriales Indígenas (ATI), “donde los pueblos y naciones indígenas ejercen sus derechos de autonomía”. Se dejaron a la ley las indicaciones de un procedimiento para la creación de las ATI, delegando al Congreso la decisión del cómo y cuándo. Es también lo que hicieron en Bolivia, el modelo de Estado plurinacional que parecen tener en mente nuestros constituyentes originarios y aquellos que los apoyan. Entonces, veamos cómo funcionan allá.
Desde 2009, cuando se promulgó la Constitución boliviana, más de 30 “territorios indígenas originarios campesinos”, TIOC, “cuya población comparte territorio, cultura, historia, lenguas y organización o instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas propias”, han iniciado trámite para devenir en “Autonomías Indígenas Originarias Campesinas”, AIOC. De ellas, curiosamente, solo cuatro han logrado sortear todo el camino que indica la ley, a pesar de que en teoría los 36 pueblos o naciones que reconoce la Constitución podrían optar a esto.
Para ser reconocidos y acceder a la autonomía, los TIOC rurales requieren la certificación del Ministerio de Autonomías. Deben formar un Consejo Autonómico, elaborar un estatuto y aprobarlo por dos tercios de ese cuerpo. Luego, iniciar el trámite en el ente correspondiente para realizar un referéndum. Si lo aceptan, se pasa a elegir a las autoridades de la AIOC por sus procedimientos propios, que pueden ser aclamación o voto colectivo. Se desconfía del voto secreto individual, por considerarlo una tradición de la democracia liberal occidental. Las AIOC tienen competencias políticas, administrativas, económicas y judiciales (limitadas a las que no son exclusivas del gobierno central), y todos los que viven en el territorio se rigen por sus normas.
Varios de los estatutos indígenas se rechazaron en referéndum; otros sí pasaron la valla, pero por distintas razones todavía no logran aterrizarlo en una autonomía. En estos años de vigencia de la Constitución plurinacional, ha sido más efectiva la concentración del poder en manos del Estado (controlado por el MAS, de Evo Morales y el Presidente Luis Arce) que la descentralización, a pesar de que regiones que no son “indígenas, originarias, campesinas” también tienen grados de autonomía. Ocurre que, en las elecciones locales, comunidades indígenas que podrían tener sus propios candidatos, se han plegado a las listas del MAS, de manera que el partido de Evo controla muchos de los gobiernos de base, desperfilando los liderazgos originarios.
Este año, en noviembre, se realizará un censo poblacional en Bolivia. Hay controversia porque en el tema de la raza no se contempla la categoría de “mestizo”. Lo interesante será saber si aumenta o disminuye el número de quienes reconocen pertenencia a pueblo o nación originaria. Si antes de promulgar la Constitución plurinacional el 62 por ciento se proclamaba indígena, sorpresivamente, en 2012, el porcentaje cayó a 41,2 por ciento. ¿Qué pasó? Nadie ha planteado una hipótesis concluyente. (El Mercurio)
Tamara Avetikian