El Gobierno de Mongolia se ha comprometido ante el de la vecina China a no permitir más visitas del Dalai Lama, después de que un reciente viaje del líder espiritual tibetano en el exilio al país de Asia Central haya tensado las relaciones diplomáticas y comerciales entre Pekín y Ulán Bator.
Según informa este miércoles el diario oficialista chino Global Times, el ministro de Asuntos Exteriores, Tsend Munkh-Orgil, expresó a la prensa de su país su pesar por el impacto en las relaciones bilaterales chino-mongolas que causó la reciente visita del Dalai Lama, y señaló que éste no volverá a ser autorizado a viajar a Mongolia.
El viaje a Mongolia del líder tibetano, quien abandonó todo cargo político en 2011, se enmarcó en el hecho de que buena parte de la población de ese país de Asia Central practica el budismo (en concreto la rama tántrica, originaria del Tíbet).
Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores mongol subrayó que tampoco se permitirán futuros viajes de esta personalidad en nombre de la religión.
En Pekín, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino reaccionó a esta decisión pidiendo al Gobierno de Mongolia que «aprenda la lección» y «respete los intereses clave de China, honre sus compromisos y haga esfuerzos para que mejoren las relaciones bilaterales», en palabras de la portavoz Hua Chunying.
La cuestión tibetana «es un asunto de soberanía e integridad territorial», por lo que la posición de Pekín al respecto es «clara y consistente», añadió Hua.
En las últimas semanas China condenó la visita del Dalai Lama al país vecino y canceló en represalia varios encuentros bilaterales entre los Ejecutivos de ambos países.
Las tensiones también se trasladaron al campo comercial, ya que China estableció nuevas tasas a la exportación de productos procedentes de Mongolia y ha dificultado el acceso de camiones de carga mongoles a territorio chino, algo que afecta mucho a un país que tiene en el gigante chino a su socio comercial casi exclusivo.
China considera al decimocuarto Dalai Lama Tenzin Gyatso, premio Nobel de la Paz en 1989, un separatista cuyo objetivo soterrado es la independencia de la región autónoma del Tíbet, y Pekín suele emitir protestas contra los países que con frecuencia invitan al líder espiritual a participar en actos públicos. (Cooperativa EFE)