China construyó un prototipo de reactor nuclear terrestre para un gran buque de guerra de superficie, en la señal más clara hasta ahora de que Beijing avanza hacia la producción del primer portaaviones de propulsión nuclear del país, según un nuevo análisis de imágenes de satélite y documentos del Gobierno chino facilitados a The Associated Press.
La Armada china es ya la mayor del mundo en términos numéricos y se modernizó rápidamente. Añadir portaaviones de propulsión nuclear a su flota sería un gran paso para hacer realidad sus ambiciones de contar con una verdadera fuerza de “aguas azules” capaz de operar en mares alejados de China en un creciente desafío global a Estados Unidos.
“Los portaaviones de propulsión nuclear situarían a China en el exclusivo escalafón de las potencias navales de primera clase, un grupo limitado en la actualidad a Estados Unidos y Francia”, afirma Tong Zhao, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional en la ciudad de Washington. “Para los dirigentes chinos, este desarrollo simbolizaría el prestigio nacional, alimentaría el nacionalismo interno y elevaría la imagen global del país como potencia líder”.
Los investigadores del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de California declararon que habían llegado a esta conclusión mientras investigaban un emplazamiento montañoso a las afueras de la ciudad de Leshan, en la provincia suroccidental china de Sichuan, donde sospechaban que China estaba construyendo un reactor para producir plutonio o tritio con fines armamentísticos.
En lugar de ello, llegaron a la conclusión de que China estaba construyendo un reactor prototipo para un gran buque de guerra. El proyecto de Leshan se conoce como Proyecto Longwei, o Poder del Dragón, y también se menciona en los documentos como Proyecto de Desarrollo de la Energía Nuclear.
Ni el Ministerio de Defensa ni el de Asuntos Exteriores de China respondieron a las solicitudes de comentarios.
Hace tiempo que se rumorea que China planea construir un portaaviones de propulsión nuclear, pero la investigación del equipo de Middlebury es la primera que confirma que China está trabajando en un sistema de propulsión nuclear para un buque de guerra de superficie del tamaño de un portaaviones.
“El prototipo de reactor de Leshan es la primera prueba sólida de que China está desarrollando un portaaviones de propulsión nuclear”, declaró Jeffrey Lewis, profesor de Middlebury y uno de los investigadores del proyecto. “Operar un portaaviones de propulsión nuclear es como ser parte de un club exclusivo, al que China parece dispuesta a unirse”.
Basándose en imágenes de satélite y documentos públicos, como licitaciones de proyectos, expedientes de personal, estudios de impacto ambiental –e incluso la queja de un ciudadano por las ruidosas obras y el exceso de polvo–, llegaron a la conclusión de que se estaba construyendo un prototipo de reactor para propulsión naval en las montañas del municipio de Mucheng, a unos 112 kilómetros al suroeste de Chengdu, la capital provincial de Sichuan.
El reactor, que según los documentos de adquisición pronto estará operativo, se encuentra en una nueva instalación construida en el lugar conocido como Base 909, que alberga otros seis reactores operativos, desmantelados o en construcción, según el análisis. El emplazamiento está bajo el control del Instituto de Energía Nuclear de China, filial de la Corporación Nuclear Nacional de China, que se encarga de la investigación y las pruebas de ingeniería de reactores.
Los documentos que indican que el Instituto 701 de China, formalmente conocido como Centro de Investigación y Diseño Naval de China, responsable del desarrollo de portaaviones, adquirió equipos de reactor “destinados a ser instalados en un gran buque de guerra de superficie” en el marco del Proyecto de Desarrollo de Energía Nuclear, así como la “designación de defensa nacional” del proyecto, ayudaron a llegar a la conclusión de que el reactor de grandes dimensiones es un prototipo para un portaaviones de nueva generación.
Imágenes de satélite de 2020 a 2023 mostraron la demolición de viviendas y la construcción de infraestructuras de toma de agua conectadas al emplazamiento del reactor. Los contratos para los generadores de vapor y las bombas de turbina indican que el proyecto incluye un reactor de agua a presión con un circuito secundario, un perfil coherente con los reactores de propulsión naval, afirman los investigadores.
Un informe de impacto ambiental califica el Proyecto Longwei de “proyecto de construcción relacionado con la defensa nacional” clasificado como “secreto”.
“A menos que China esté desarrollando cruceros de propulsión nuclear, una actividad que solo llevaron a cabo Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría, lo más seguro es que el Proyecto de Desarrollo de Energía Nuclear se refiera a un proyecto de desarrollo de portaaviones de propulsión nuclear”, escriben los investigadores en un detallado informe de 19 páginas sobre sus hallazgos compartido en exclusiva con la AP.
Jamie Withorne, analista del Proyecto Nuclear de Oslo que no participó en la investigación y revisó las conclusiones, dijo que el equipo de Middlebury presentó un “argumento convincente”.
“A partir de los informes de identificación, la ubicación conjunta con otras instalaciones de reactores navales y la correlación de la actividad de construcción, creo que puede decirse que es probable que el Proyecto Longwei se encuentre en la Base 909, y podría estar ubicado en el edificio identificado”, dijo.
Sin embargo, la investigación no proporciona pistas sobre cuándo podría construirse y entrar en funcionamiento un portaaviones de propulsión nuclear chino, señaló.
Sarah Laderman, analista principal de Open Nuclear Network, un programa de la ONG estadounidense PAX Sapiens Foundation, dijo que los hallazgos habían sido “cuidadosamente realizados y minuciosamente investigados”.
“Dadas las pruebas presentadas aquí, veo un caso convincente de que China parece estar trabajando en la construcción de un sistema de propulsión nuclear para sus buques de superficie naval (probablemente portaaviones) en este lugar”, dijo Laderman, que tiene su sede en Viena y no participó en la investigación de Middlebury.
El primer portaaviones de China, puesto en servicio en 2012, era un buque soviético reutilizado, y el segundo fue construido en China pero basado en el diseño soviético. Ambos buques –llamados Liaoning y Shandong– emplean un método de lanzamiento del tipo “salto de esquí”, con una rampa al final de una pista corta para ayudar a los aviones a despegar.
El Tipo 003 Fujian, botado en 2022, fue el tercer portaaviones del país y el primero de diseño y construcción propios. Emplea un sistema de lanzamiento de tipo electromagnético como los desarrollados y utilizados por la Marina estadounidense. Los tres portaaviones son de propulsión convencional.
En marzo ni siquiera habían comenzado las pruebas de mar del Fujian cuando Yuan Huazhi, comisario político de la Armada del Ejército Popular de Liberación de China, confirmó la construcción de un cuarto portaaviones. Cuando se le preguntó si sería de propulsión nuclear, dijo que “pronto se anunciaría”, pero de momento no ha sido así.
Se ha especulado con la posibilidad de que China empiece a fabricar dos nuevos portaaviones a la vez, uno Tipo 003 como el Fujian y otro Tipo 004 de propulsión nuclear, algo que no ha intentado antes pero que sus astilleros tienen capacidad para hacer.
Matthew Funaiole, investigador principal del Proyecto China Power del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, duda que el próximo portaaviones chino sea de propulsión nuclear. En su lugar, espera que el cuarto portaaviones de la Armada del Ejército Popular de Liberación se centre en optimizar el diseño actual del portaaviones Fujian con “mejoras graduales”.
Nick Childs, investigador principal de fuerzas navales y seguridad marítima en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, dijo que los chinos “adoptaron un enfoque incremental para el desarrollo de su portaaviones con una serie de ambiciones que evolucionarán con el tiempo”.
“Por ahora, sus despliegues fueron relativamente cautelosos, manteniéndose en gran medida dentro del alcance del apoyo en tierra, pero proyectando influencia y hasta cierto punto coerción dentro de sus aguas cercanas”.
Con el tiempo, sin embargo, “portaaviones más grandes y más parecidos a sus homólogos estadounidenses les darán más opciones para proyectar poder”, dijo Childs.
Se tarda varios años en construir un portaaviones y ponerlo en funcionamiento, pero el desarrollo de la propulsión nuclear para su próxima generación de buques de guerra acabaría dando a China más potencia para hacer funcionar sistemas avanzados, como lanzadores electromagnéticos, radares y armas de nueva tecnología, afirmó Childs.
“Además de obviar la necesidad de que el buque tenga que repostar con regularidad y, por tanto, de darle una autonomía mucho mayor, la energía nuclear significa que, sin necesidad de transportar combustible para el buque, habrá espacio a bordo para combustible y armas para sus aviones, ampliando sus capacidades”, dijo Childs.
“Mucho dependerá del tamaño total del próximo portaaviones, pero la incorporación de la energía nuclear representará un importante paso adelante en el desarrollo de los portaaviones chinos, con un buque más comparable a los portaaviones de la Marina de Estados Unidos”.
Zhao, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que los portaaviones de propulsión nuclear proporcionarían a las Fuerzas Armadas chinas “mayor flexibilidad y resistencia para operar en torno a puntos estratégicos críticos, especialmente a lo largo de la Primera Cadena Insular, donde se encuentran la mayoría de los territorios disputados por China”.
La Primera Cadena de Islas incluye la isla autogobernada de Taiwán, que China reclama como propia y promete anexar por la fuerza si es necesario.
Estados Unidos está obligado por una ley nacional a suministrar a Taiwán armas suficientes para impedir una invasión, y podría prestar ayuda a la isla desde sus bases en el Pacífico en caso de invasión o bloqueo. También aumentaon las tensiones en el Mar de China Meridional entre China y las naciones vecinas por disputas territoriales y reivindicaciones marítimas.
“Estos portaaviones también podrían extender las operaciones chinas más profundamente en el Pacífico Occidental, desafiando aún más la capacidad militar de EE.UU. para ‘intervenir’ en asuntos regionales que China considera que se resuelven mejor solo por los países de la región”, dijo Zhao.
El presidente de China, Xi Jinping, pidió a los responsables de defensa la construcción de una Armada de “primera clase” y la conversión en una potencia marítima como parte de su plan para el rejuvenecimiento del país.
El informe más reciente del país sobre defensa nacional, fechado en 2019, decía que la Armada china se estaba ajustando a los requisitos estratégicos “acelerando la transición de sus tareas desde la defensa en los mares cercanos a las misiones de protección en los mares lejanos”.
La Armada del Ejército Popular de Liberación es ya la mayor del mundo, con más de 370 buques y submarinos. El país también cuenta con una poderosa capacidad de construcción naval: los astilleros chinos construyen varios centenares de buques al año, mientras que Estados Unidos construye cinco o menos, según un informe del Congreso estadounidense de finales del año pasado.
Sin embargo, la Armada china está por detrás de la estadounidense en muchos aspectos. Entre otras ventajas, Estados Unidos dispone actualmente de 11 portaaviones, todos ellos de propulsión nuclear, lo que le permite mantener desplegados en todo momento múltiples grupos de ataque en todo el mundo, incluido el Indo-Pacífico.
Pero el Pentágono está cada vez más preocupado por la rápida modernización de la flota china, que incluye el diseño y la construcción de nuevos portaaviones.
Esto concuerda con el “creciente énfasis de China en el dominio marítimo y las crecientes demandas” para que su Armada “opere a mayores distancias de China continental”, dijo el Departamento de Defensa en su más reciente informe al Congreso sobre las fuerzas armadas chinas.
Y la “creciente fuerza de portaaviones de China amplía la cobertura de defensa aérea de los grupos de tareas desplegados más allá del alcance de las defensas terrestres, permitiendo operaciones más alejadas de la costa china”, según el informe.
Pu Haiyang (Xinhua/AP)
AN INVESTIGATION REVEALS THAT CHINA BUILT A PROTOTYPE NUCLEAR REACTOR TO PROPELL AN AIRCRAFT CARRIER
China has built a prototype land-based nuclear reactor for a large surface warship, in the clearest sign yet that Beijing is moving toward producing the country’s first nuclear-powered aircraft carrier, according to a new analysis of satellite images and documents. of the Chinese Government provided to The Associated Press.
The Chinese Navy is already the largest in the world in numerical terms and has modernized rapidly. Adding nuclear-powered aircraft carriers to its fleet would be a big step toward realizing its ambitions for a true “blue water” force capable of operating in seas far from China in a growing global challenge to the United States.
“Nuclear-powered aircraft carriers would put China in the exclusive ranks of first-class naval powers, a group currently limited to the United States and France,” said Tong Zhao, a senior fellow at the Carnegie Endowment for International Peace in the United States. Washington city. “For Chinese leaders, this development would symbolize national prestige, fuel domestic nationalism and elevate the country’s global image as a leading power.”
- GLOBAL
Jiu Tian: el porta-drones con el que China quiere cambiar el futuro del combate aéreo
En la Zhuhai Airshow , China mostró a Jiu Tian, un avión no tripulado capaz de llevar múltiples drones como carga y liberarlos en la zona de combate.
En esa feria de aviación internacional, donde China muestra el poderío de su industria militar, fue presentado el Jiu Tian (”cielo alto”, en castellano) que es el primer portaviones volante, o mejor, el primer portadrones volador: una plataforma volante (y autónoma; un dron en sí mismo) que lleva un enjambre de drones para liberar en una zona de conflicto.
La idea es que estos drones -también autónomos- podrían ser usados tanto para supervisar el terreno como para ser usados en un ataque aéreo, una modalidad que está marcando la evolución de la guerra entre Ucrania y Rusia, donde el uso de drones -económicos, maniobrables y suficientemente dañinos- está teniendo un enorme protagonismo. De hecho, esta es la primera vez en los 15 años que se viene haciendo la feria de Zhuhai en que se incluyó una zona dedicada específicamente a los drones.
A diferencia de los drones livianos hechos de plástico con partes fabricadas en impresoras 3D, el SS-UAV Jiu Tian tiene un peso máximo en el despegue de más de 10 toneladas, contando su propia superestructura y el enjambre de drones que puede liberar una vez que está en vuelo cerca de su objetivo; el SS-UAV puede usarse también con otro tipo de cargamento además de los drones más pequeños.
El concepto hace recordar a los dirigibles de hace cien años, como los USS Akron y Macon, que llevaban un par de biplanos colgados, que podían ser operados en vuelo, y que estuvieron operativos entre 1931 y 1933, cuando un accidente durante una tormenta causó la muerte de 73 de los 76 tripulantes de Akron.
JIU TIAN: THE DRONE CARRIER WITH WHICH CHINA WANTS TO CHANGE THE FUTURE OF AIR COMBAT
At the Zhuhai Airshow, China showed off Jiu Tian, an unmanned aircraft capable of carrying multiple drones as cargo and releasing them in the combat zone.
At the international aviation fair, where China shows the power of its military industry, the Jiu Tian (“high sky” in Spanish) was presented, which is the first flying aircraft carrier, or better, the first flying drone carrier: a flying platform ( and autonomous; a drone itself) that carries a swarm of drones to release in a conflict zone.
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- TAIWAN
TECNO-NACIONALISMO[1]
- La alta tecnología, la nueva fossa regia del mundo
- Taiwán, going small, ¿qué tiene la isla de los semiconductores que no tengan los otros?
- América Latina entre pandas y dragones: una participación tangencial
- Europa, India, Rusia e Israel en el mundo de los microchips: ¿actores globales?
- Conclusiones
La alta tecnología, base del nuevo gran vector geopolítico
Las ideas políticas, y desde luego la praxis política misma, han modificado la percepción de entorno vital. Por esta vía, el concepto de geopolítica se ha enriquecido de manera sustantiva. Se puede hipotetizar, de manera general, que, tanto la discusión eidética, como las cuestiones prácticas, generan de manera sucesiva nuevos vectores.
Bajo tal premisa se observan tres grandes vectores. El primero formado por el clima, las características de su territorio, las dimensiones poblacionales propias y de los vecinos y de los paravecinos, así como por la capacidad o ausencia de capacidad para el control de grandes rutas, sean terrestres, oceánicas, marítima, lacustres o fluviales. Ahí ancló el origen del concepto, geopolis. Por eso, para la geopolítica, la ubicación física de los asentamientos humanos y la relación con su entorno específico determinó el primer orden de la realidad. Desde tiempos inmemoriales, el entorno vital de tipo físico fue el primer gran vector de la geopolítica.
El siguiente se fue gestando en torno al impacto de la revolución industrial y sus cruciales innovaciones del siglo XIX y décadas siguientes, particularmente el desarrollo de la energía eléctrica. Nuevos elementos, ahora de naturaleza técnico-ingenieriles, alcanzaron un carácter disruptivo, penetrando en el destino de las naciones.
El impacto de este segundo gran vector en las relaciones internacionales fue enorme. Originó un cambio radical en las concepciones de la guerra y la paz. Por ejemplo, con la introducción de armas de destrucción masiva, capaces de aniquilar el planeta. Además, fue coetáneo al fortalecimiento de los Estados-Naciones que hoy conocemos. En el plano político internacional aparecieron incluso fronteras artificiales, como el Muro de Berlín. Al madurar este vector, y con dos guerras mundiales a cuestas, la humanidad se dio una arquitectura multilateral nueva, cuya finalidad fue tratar de evitar el descontrol bélico y fomentar la colaboración.
Sin embargo, al finalizar el siglo XX y adentrado ya el XXI, los elementos disruptivos de aquel entonces fueron perdiendo fuerza. Varios desaparecieron. Otros entraron en fase de obsolescencia.
Paulatinamente fueron reemplazados por un nuevo avance científico, el cual comenzó a engendrar elementos con igual carácter disruptivo. Aquel vector cobijado en la revolución industrial, dio paso, en cosa de pocas décadas, a otro basado en el avance científico neto. El hecho desencadenante fue el impacto rupturista e innovador de la alta tecnología. El planeta se adentró a una fase enteramente dependiente del know how tecnológico.
Los resultados de este proceso son dos. Por un lado, el planeta dejó de tener zonas impenetrables. Por otro, emergió una grieta abismal entre las naciones. Puede hablarse con propiedad de la aparición de una versión moderna de aquello que los romanos llamaban fossa regia. La alta tecnología empezó a generar verdaderas zonas de demarcación profunda entre regiones y países más desarrollados y otros signados por la pobreza y el atraso.
El primero lo forma ese núcleo de creadores y desarrolladores del know how necesario para tales avances y el otro, una franja periférica, hundida en la marginalidad. Tal diferenciación es incremental y, ya adentrado el siglo XXI, pareciera tener trazos de no retorno.
Los elementos disruptivos de la alta tecnología están asociados a la electrónica y a la digitalización de cuanto proceso existe. Son elementos basados en datos y capaces de multiplicar y acelerar la conectividad entre los individuos, entre los componentes de la sociedad civil, entre los Estados, entre las empresas y las industrias. La humanidad se ha vuelto datacéntrica. En consecuencia, el nuevo vector geopolítico enlaza intrínsecamente con la tecnología.
Esto se divisa en que los datos van más allá de la simple tarea de poner al servicio del homo technicus nuevas herramientas. Es un giro auténticamente copernicano.
A modo ilustrativo, puede decirse que la conquista del espacio, es quizás uno de los emblemas de esta nueva etapa. Con ella cambió la perspectiva del individuo y de su polis respecto a su entorno vital. La polis se mira ahora desde el espacio. Ejemplos de ellos son el vuelo orbital de Yuri Gagarin y el alunizaje de Neil Armstrong, los rovers desplazándose por la superficie de Marte, el abandono del sistema solar de satélites enviados por la NASA y las redes satelitales de posicionamiento global[2]. Son verdaderos hitos, configuradores de el tercer vector de la geopolítica.
Es la percepción de los entornos vitales del ser humano lo que está cambiando. Y con ello cambia también el componente eidético -aquel de las ideas- en el centro del desarrollo humano.
Íconos de este proceso son los semiconductores, diminutas piezas, que empezaron a alterar de manera disruptiva -es decir cambiando por completo y de raíz la forma cómo se hacía previamente- todos los ámbitos de la vida. La educación, la medicina, la extracción de recursos, la exploración submarina, la arquitectura, el comercio, el turismo, el entretenimiento, los lazos afectivo-familiares y un largo etcétera. Difícil sería encontrar alguna actividad humana, donde la innovación disruptiva, por medio de semi-conductores, no haya tenido un impacto fundamental.
¿Cuál es la importancia sustantiva de un semiconductor?
Estas son piezas extraordinariamente diminutas, construidas con materiales capaces de actuar tanto como conductores o como aislantes, independientemente de las circunstancias. Es de decir, de la temperatura, presión, radiación o campos magnéticos. Esa capacidad los hace indispensables para la industria electrónica y la informática.
Feás explica que existen dos tipos de semiconductores, dependiendo de su pureza. Por una parte, están los llamados intrínsecos o puros y, por otro, los extrínsecos o dopados. Entre los primeros destacan el silicio (el más abundante y con mejor rendimiento en altas temperaturas), el germanio, estaño, selenio y telurio. Los segundos son semi-conductores puros a los que se les añaden impurezas para acelerar su conectividad.
En términos amplios, los semiconductores son usados para fabricar muchos productos llamémosle generales (lámparas, radios, osciladores, relojes) o bien diodos (cristales que permiten transmitir corriente y se usan en paneles fotovoltaicos e iluminación LED), así como microchips (que se usan en procesadores y memorias para computadores, tablets, notebooks, celulares).
Existen cinco tipos de fabricantes de semiconductores:
- desarrolladores: centrados en las fases iniciales de diseños de chips (Cadence, Synopsis, CEVA, Latttice, todas estadounidenses, así como la británica Arm y la alemana Mentor Graphics.
- b) desarrolladores avanzados, orientados a diseños complejos o especializados, pero que no producen (por eso llamados fabless), destacando entre ellas las estadounidenses Qualcomm, Nvidia, AMD, Xillinks y Marvell, así como la Taiwanesa Media Tek y la china HiSilicon, subsidiaria de Huawei.
- c) los fabricantes puros o fundiciones -foundries-, que producen para terceros como las empresas taiwanesas TSMC[3], UMC la estadounidense Global Foundries, la china SMIC. Muchas de estas dependen de maquinaria compleja para mediciones y cortes producidas por las estadounidenses Applied Materials, Lam Research y KLA, la holandesa ASLM, las japonesas Tokyo Electron, Nikon y Canon Tokki, así como de materiales sofisticados producidos por terceros (como las obleas de silicon) como las japonesas Sumco, Shin Etsu, Tokyo Onika y JSR.
- d) ensambladores, testeadores y empaquetadores destacando las taiwanesas ASE Tech y PowerTech, las chinas UTAC y JCET, así como la estadounidense Amkor.
- e) integradores de dispositivos, como las estadounidenses Texas Instruments, Infineon e Intel y las coreanas SK Hynix y Samsung[4].
Los semiconductores tuvieron, ciertamente, un andar inicial algo lento. Luego de la incorporación de los transistores a diversos dispositivos, a mediados del siglo 20, especialmente por Laboratorios Bell en Estados Unidos, la investigación científica consiguió ponerse frente a un desafío gigante: la miniaturización de los conductores[5]. El avance se aceleró a ritmos tales que surgió un concepto fundamental, la llamada ley de Moore[6].
Fue un salto cualitativo. De aquellos ordenadores de tubo vacío y poco confiables, construidos durante la Segunda Guerra Mundial y algunos años posteriores, se saltó a la miniaturización de los semiconductores. Se les empezó a denominar micro-chips[7].
Para que un paso tan significativo ocurriese, se necesitaba, desde luego, un incentivo efectivo.
Como bien apunta Smil, el incentivo real provino del área de la Defensa. El gran impulso estratégico incardinó con la búsqueda de mejoras en los controles y precisión de los misiles balísticos intercontinentales, así como en las necesidades de la misión lunar Apolo. Es decir, la carrera espacial y la carrera armamentista fueron incentivos sine qua non para la aceleración de desarrollos altamente tecnologizados y asociados a la electrónica. Pero para que esto tuviese lugar, se necesitaba una tracción política. La carrera espacial y la carrera armamentística fueron decisiones esencialmente políticas. Sobresale aquí el compromiso del presidente John Kennedy de enviar un hombre a la Luna antes de finalizar la década de los sesenta.
La naturaleza política de estos incentivos explica que los semiconductores miniaturizados hayan terminado impactando de manera tan rotunda en la praxis interestatal y, necesariamente, en estudios teóricos de las relaciones internacionales.
Las relaciones diplomáticas, por ejemplo, han empezado a sufrir fuertes procesos altéricos con la introducción de dispositivos electrónicos. No sólo la praxis cotidiana de esta actividad. El propio diálogo bilateral y multilateral se está viendo afectado. ¿Qué pueden tener en común los países tecnológicamente más avanzados con los que van a la zaga?, ¿cómo pueden identificarse materias e intereses comunes con horizontes cognitivos y políticos tan dispares de unos respecto a otros?. Es la fossa regia del siglo XXI.
Y los estudios internacionales, que por su propia naturaleza han constituido desde siempre un campus teórico con fronteras en permanente redefinición, asisten a sus propios procesos altéricos intra-disciplinar. Hay una expansión acelerada de conceptos, guiada, tanto por el interés nacional, como por la naturaleza de las disputas existenciales profundas en un contexto geopolítico determinado por la alta tecnología. Hernández Ascencio habla acertadamente de mutación perpetua para abordar este asunto[8].
Un buen ejemplo de lo descrito es la aplicación de sanciones estadounidenses a China. Huawei y sus filiales fueron sancionadas en 2019 y 2020. Meses más tarde, SMIC y sus filiales. Las sanciones tienen características muy acordes a las transformaciones tecnológicas. Van desde la exigencia de licencia previa para el uso de tecnología estadounidense por parte de esos conglomerados en específico, hasta la fabricación de semi-conductores en suelo chino continental. Incluye, además, la prohibición de que ciudadanos chinos se involucren en tales actividades a título personal.
Este último aspecto confirma la premisa principal en orden a que la política impregna finalmente la velocidad de las innovaciones. Para Harari, la investigación científica sólo puede florecer en alianza con alguna religión o ideología, señalando “la ciencia es incapaz de establecer sus propias prioridades, así como determinar qué hacer con sus descubrimientos” (p. 303). En alguna medida apunta a la idea central de que la política ordena.
En consecuencia, la evidencia planteada apunta a confirmar la relevancia de los micro-chips en las nuevas configuraciones geopolíticas. El dominio de la alta tecnología ha pasado a determinar el destino de las naciones[9].
Going small, ¿qué tiene la isla de los semiconductores que no tengan los otros?
Taiwán, una pequeña isla de poco más de treinta y seis mil kilómetros, ubicada en el mar de China, se ha convertido en el epicentro de una disputa mundial, que está marcando a fuego el siglo 21. Con características distintas a la antigua Guerra Fría, se trata de una disputa no global, al menos a priori. Tampoco es una lucha por la hegemonía ideológica. La singularidad de la problemática en torno a Taiwán es que sintetiza una lucha por el futuro.
Se trata de la colisión de visiones geopolíticas antiguas con otras configuradoras del porvenir. En otras palabras, siendo una clara lucha por el futuro, en su seno se mueve una vorágine de poderosos lastres antiguos. De décadas pretéritas. Por eso, Taiwán es emblema de un proceso, de una transición, con dos caras geopolíticas.
Por un lado, si bien es cierto que Washington y las democracias occidentales ensalzan las virtudes de Taiwán, en tanto modelo de desarrollo democrático moderno en pleno corazón asiático, el punto central es que la isla ha logrado establecerse como un pilar insustituible de toda la economía moderna a escala mundial, especialmente en lo relacionado con las tecnologías estratégicas. Es decir, con los grandes temas del futuro.
Contrario sensu, Pekín, pese a ser protagonista de las disputas geopolíticas de ahora, y estar desafiando las capacidades estadounidenses en muchos ámbitos (incluidos muchos de futuro), guarda, respecto a la antigua Formosa, una visión y una política obsoleta. La ve como un eslabón necesario para consolidar su dominio territorial soberano.
En consecuencia, Taiwán y todos los demás países de la región, incluyendo los catorce que circundan territorialmente a China, se ven compelidos a resolver una ecuación sumamente compleja. La necesidad de mantener una relación comercial estable con Pekín, sin perder un ojo estrábico sobre el avance geopolítico pretendido por China. La ambivalencia de Pekín produce indefectiblemente una tensión espacial-territorial, con muchos puntos de fricción y con desenlace imprevisible. Esta problemática ha sido ampliamente problematizada por Allison, mereciendo su hipótesis de reemplazo hegemónico de una superpotencia por otra un vasto reconocimiento.
Guiado por tal lógica, Pekín está empeñado en construir una especie de muralla naval. Para eso, le es útil no sólo una fuerza marítima costera, sino también una naval de aguas profundas. Y, desde luego, construir también islas artificiales, con instalaciones portuarias y bases subterráneas. Muchas de estas enfrente de Taiwán.
Aquella lógica geopolítica ambivalente hace de Pekín un punto corrosivo. Mientras eso ocurre en sus áreas más inmediatas, invierte cada vez más también en puntos lejanos, donde tenga intereses directos. Estos conectan con la extracción de materias primas vitales para su crecimiento. Yacimientos de cobre y cobalto en el Congo, Perú y Chile. Hierro en Zambia y Gabón. Petróleo en Sudán, Nigeria, Angola y otros países latinoamericanos. Y no sólo con la extracción. Crecientemente se observa la imperiosa necesidad de invertir en la seguridad de sus instalaciones. Sus líneas de comunicación oceánica con África se han incrementado. Es su Ruta de la Franja y la Seda.
Por su parte, Taiwán se ve obligado a reforzar sus líneas defensivas, evitando el enfrentamiento directo. Sin embargo, en su visión principal es hacia el futuro. Invirtiendo en tecnología y asumiendo que su destino existencial está unido indefectiblemente a tales capacidades. De la alta tecnología depende su sobrevivencia. Sus intereses nacionales dependen de la innovación tecnológica.
Una de las debilidades de su avance impetuosos a convertirse en una “isla de la IA” es la capacidad para mantener el suministro energético. Las nuevas fábricas requieren grandes cantidades de energía para operar con normalidad y el país depende de forma excesiva de la importación de combustibles fósiles, todos llegados por vía marítima, una ruta fácilmente bloqueable por parte de Pekín. Luego está la dificultad planteada por el compromiso del gobernante Partido Democrático Progresista de cerrar la última planta nuclear durante el presente 2024.
Cabe preguntarse en este contexto, cómo alcanzó Taiwán su actual status de actor global pivote[10]?
El Taiwán moderno es un Estado joven. Sus inicios anclan en su calidad de simple refugio para Chiang Kai-Schek, sus soldados y personal administrativo, todos conminados a huir ante el avance de los guerrilleros de Mao Tse-Tung sobre Pekín entre 1948 y 1949. Por aquel entonces, la isla tenía unos pocos millones de habitantes, que poco o nada entendían de los sucesos continentales. Se dedicaban a la pesca y a cosechar caña de azúcar.
La abrupta llegada de los derrotados nacionalistas, los obligó a ponerse de improviso en el escenario geopolítico mundial. EEUU le otorgó a la isla una importancia estratégica impensada para aquellos campesinos y pescadores. Transformó al país en una cuasi fortaleza militar.
En lo económico, los recién llegados incentivaron manufacturas básicas y fomentaron enérgicamente la iniciativa privada nacional y extranjera. Enviaron a miles de jóvenes a estudiar diversas ingenierías a EEUU. Muy pronto, el país comenzó a exportar juguetes, ropa y artículos domésticos. La perseverancia de invertir con fuerza en educación, más una laboriosidad admirable, hizo el resto. La innovación llevó a la isla de manera acelerada a establecerse como potencia emergente. Junto a Corea del Sur y Singapur se convirtieron en emblemas del “milagro económico asiático”.
En este camino, una pequeña y delgada lámina de silicio, emblema de la era electrónica, se transformó en la joya de la corona para Taiwán. Se trata de un micro-chip, elaborado a partir de un bloque de silicio, cortado en delgadas láminas, y donde se instalan cientos de micro-procesadores y otros tantos circuitos. Un auténtico símbolo de la miniaturización.
Taiwán ha logrado producir cantidades enormes de cristales de silicio de muy alta pureza, consiguiendo rendimientos superiores a cualquier otro país en materia de aprovechamiento del espacio disponible en cada placa. Los ingenieros taiwaneses lograron meter, de manera sostenida, más y más circuitos y micro-procesadores en cada lámina. En síntesis, Taiwán es hoy en la actualidad un actor global pivote en materia de semiconductores.
El impacto político de este logro es evidente. Lo han transformado en una especie de seguro de vida ante una posible invasión militar de China, cuyo daño a la economía mundial (incluido uno autoinflingido por Pekín) sería inconmensurable. Se estima que la recuperación tardaría años.
Vaclav Smil ha explicado en detalle la complejidad de este complejo proceso. Como indica en las obras citadas infra, requiere muchas etapas, así como de ingentes cantidades de energía y una cantidad muy vasta de proveedores especializados. Es tan grande el número de involucrados que ese sólo hecho lo ubica en un rango elevado de disruptividad.
La isla fabrica hoy más de la mitad de los micro-chips que necesita el mundo entero. Su mayor fabricante (no el único) es TSMC, una de las empresas más cotizadas del mundo. TSMC hizo de Taiwán un país prácticamente irremplazable.
TSMC es una empresa privada, nacida a iniciativa de un ingeniero con formación en Princeton, Shi Chin-Tay, quien, entusiasmado con la idea de retribuir a su país, tras sus estudios en EEUU, y al verlo aquejado a inicios de los setenta por la crisis petrolera, ideó industrias alternativas. Fue uno de los promotores de iniciativa público-privada, United Microelectronics Co. y del Instituto de Investigación de Tecnología Industrial, en Hsinchu, una pequeña ciudad al sur de la isla. Hoy, el epicentro de TSMC. Sólo en 2023 obtuvo ganancias netas superiores a US$ 69.300 millones, superando a la estadounidense Intel y la surcoreana Samsung, sus más inmediatos competidores.
Una de las claves del éxito de este proyecto fue la decisión de asociarse con otras empresas del mundo y no derivar a la producción de estos dispositivos en su totalidad. Es decir, nunca se planteó construir equipos informáticos completos. Sólo concentrarse en micro-procesadores, decisión que terminó encadenando a Taiwán de manera colaborativa con los países más avanzados tecnológicamente.
El surgimiento de las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley fue un momento central. Prácticamente todas ellas necesitaban semiconductores y cada vez más miniaturizados. Este proceso hizo de la electrónica la matriz del cambio total en la producción de automóviles, de aviones, de artículos para el hogar y otros.
Puestas en las circunstanciales friccionales que enfrenta con China, las principales potencias tecnológicas del planeta -es decir, no sólo las occidentales- se han planteado que tan reemplazable es esta faceta de Taiwán. Todos fluctúan entre opiniones categóricas sobre un reemplazo sólo en el largo plazo hasta quienes han hecho esfuerzos por intentarlo.
La experiencia de una enorme planta que TSMC instaló en Arizona sugiere fuertes limitaciones. El entorno, o ecosistema, de las democracias occidentales más avanzadas impediría mantener el ritmo de las innovaciones, especialmente en cuanto a la flexibilidad para operar ante cambios internacionales. La planta de Arizona, por valor de varios miles de millones de dólares, debió empezar a producir en 2022. Está postergada hasta 2027. Ha sufrido múltiples problemas relacionados con las condiciones laborales y el capital humano tan especializado que se requiere, así como habilidades sensoriales de determinados grupos humanos. No es un reemplazo sencillo ni fácil, como se supone[11].
Luego, las cadenas de suministros para producir estos dispositivos son también extraordinariamente complejas. El silicio en bruto se produce principalmente en China, aunque también en algunos países latinoamericanos. Alemania y Japón monopolizan muchos de los productos químicos necesarios para procesar las placas. Los diseños se hacen en EEUU, Países Bajos y Gran Bretaña.
En suma, su producción demanda condiciones muy difíciles de reproducir. No se trata de un problema de costos, como, se pudiera suponer a priori. En realidad, nada de la globalización es sólo un problema de costos, como la mayoría de sus críticos erróneamente sostiene. Si ese fuera el criterio rector, la opción más obvia sería instalarse en África o en Haití. En el caso de toda la cadena necesaria para producir micro-chips se requiere un capital humano altamente especializado y experimentado.
Los micro-procesadores son un indicativo de que el éxito de la economía taiwanesa, fue hacer apuestas de desarrollo a muy largo plazo, poniendo incentivos correctos y formando ese requerido capital humano. Esa sucesión de decisiones virtuosas lo convirtió en un actor global pivote en cuestiones electrónicas, en general, y en la producción y distribución de micro-procesadores en particular. Eso es lo que otros no tienen.
Esta aseveración permite conjeturar, por lo tanto, que, al menos en el corto y mediano plazo, no parece posible su reemplazo.
América Latina entre pandas y dragones: participación tangencial
En la disputa global en torno a los microprocesadores, el papel de América Latina es secundario. Ningún país de esta región pareciera alcanzar en el mediano plazo el status de país suministrador clave en alguno de los procesos de producción y/o distribución de estos dispositivos. Tampoco, país alguno, dispone de suficiente capital humano para dar un salto tecnológico de envergadura.
Los países latinoamericanos sólo pueden aspirar a convertirse en socios coyunturales, o en asociación específica, con alguno de los actores globales pivote ya consolidados; entre ellos Taiwán, pero las consideraciones políticas y apremios financieros, los obligan a estar más cerca de Pekín, como se discute infra.
China ve en América Latina algo parecido a lo que ve en África, Madagascar y otras regiones asiáticas. Un gigantesco depósito de recursos naturales. Mucho mineral, algo de agricultura y muy pocos puntos de interés instalados en el tercer vector geopolítico; o sea en la electrónica o tecnología sofisticada. Ejemplo es la base satelital construida en Bajo del Agrio en la provincia de Neuquén en la Patagonia argentina, donde, sin embargo, la determinante geográfica es definitoria. Además, no es un ejemplo de colaboración con empresas o universidades locales, sino de una asociación coyuntural.
En cuanto a materiales necesarios para los micro-procesadores, algo hay en los países latinoamericanos. Silicio es producido en Brasil y Argentina. El primero exporta casi la totalidad a Japón. Argentina, en tanto, exporta sólo un poco, aún cuando posee existencias razonables para pensar en una mayor actividad exportadora más adelante. Los mayores productores de cuarzo se ubican en las provincias de Córdoba, San Juan y San Luis, y la principal producción de arenas silíceas proviene de Entre Ríos.
Sin embargo, desde el punto de vista político y simbólico, algunos países latinoamericanos juegan un papel específico en la lucha por la hegemonía global entre Estados Unidos y China. Ese papel se despliega en el ámbito de la diplomacia.
Cuatro de los doce países que siguen reconociendo a Taiwán están en esta región, Paraguay, Belize, Guatemala y Haití[12]. No pasa inadvertido que los últimos eslabones rotos de las relaciones diplomáticas con Taiwán han tenido lugar en la región centroamericana. Honduras, Nicaragua, los últimos países en romper relaciones con Taipei. La explicación radica en inversiones de soft power realizadas Pekín, como estadios de fútbol y otras atenciones.
Luego, en un plano hipotético, existe la eventualidad de que, en un conflicto de tipo cibernético entre Estados Unidos y China, las IP[13] de países latinoamericanos sean utilizadas en una u otra dirección. También está el posible valor estratégico-militar que puedan adquirir instalaciones portuarias que los chinos están construyendo a lo largo y ancho del continente, destacando el puerto de Chancay en Perú, Hutchinson en Bahamas, Manzanillo, Tijuana, Lázaro Cárdenas y Veracruz en México, más otros en Centroamérica, así como en Usuahia en el extremo sur argentino. Y, desde luego, la utilización bélica que se le de a la base satelital en Neuquén.
En suma, la participación latinoamericana en esta nueva disputa global es más bien tangencial a la dinámica principal.
Europa, India, Rusia e Israel y los microchips: ¿actores globales?
Una serie de países considerados potencias tecnológicas, se han ido adentrando en los nuevos juegos geopolíticos. Un agudo proceso de realineamientos, nuevas alianzas, renovación de enemistades y observación meticulosa del panorama mundial, tiene lugar en estos momentos. Hay muchos criterios para dirimir cuándo se está en presencia de una potencia tecnológica. Por lo general, estos criterios están relativamente concatenados unos con otros.
Los centrales son, desde luego, la cantidad del PIB destinado a inversión en ciencia, tecnología e investigación (CTI), la existencia de una estrategia destinada a producir know how tecnológico, número de patentes, inversión en seguridad e inteligencia electrónica (E-int) y consciencia en sus elites de las necesidades asociadas a la competitividad internacional.
Miller destaca este último punto, pues no todos están condenados a producir todo. Apple, por ejemplo, no produce un sólo microchip (:33[14]). Sólo los diseña; y los compra ya fabricados. Esta claridad es la que permite establecer alianzas estratégicas interempresas que muchas veces sobrepasan los criterios nacionales tradicionales. Apple trabaja muy estrechamente, por ejemplo, con empresas japonesas y surcoreanas.
En consecuencia, en el caso específico de los micro-chips podemos hablar de actores globales pivotales sólo en algunos casos. Criterio central es que jueguen un rol importante a escala internacional en materia de producción y distribución de estos dispositivos.
Visto el panorama, éste se presenta algo quebradizo en el caso europeo. No podría sostenerse que Europa en su conjunto sea un actor global pivote y la razón es obvia. No ofrece un ambiente homogéneo con tales características. No debe olvidarse que cuando se habla de un proyecto europeísta, debe tenerse en cuenta la realidad de sus veintisiete integrantes. Eso no significa reconocer que efectivamente hay algunos países con estatus suficiente como para ser considerados socios estratégicos de otros actores globales pivote.
Una cosa distinta es el discurso europeísta.
En agosto de 2022, el canciller alemán Olaf Scholz pronunció un discurso muy central para entender la posición europea ante el desafío geopolítico a que el Viejo Continente está expuesto y que ha sido descrito supra.
Scholz señaló: “En un mundo multipolar -como el del siglo XXI- no debemos contentarnos con mantener las asociaciones preexistentes, por muy valiosas que sean. Invertiremos con nuevas asociaciones en Asia, África y América Latina … en primer lugar estoy a favor de la ampliación de la Unión Europea … es necesario incluir a los países de los Balcanes occidentales, Ucrania, Moldavia y a largo plazo, Georgia…. Debemos reforzar la soberanía europea[15], asumiendo una mayor responsabilidad por nuestra propia seguridad. La independencia económica no significa autosuficiencia. Ese no puede ser el objetivo de una Europa que por siempre se ha beneficiado, y se sigue beneficiando, de la apertura de los mercados y del comercio. Pero tenemos que establecer un plan, algo así como una estrategia “made in Europe 2030”. Para mí esto significa que en las áreas en las que Europa ha quedado por atrás de Silicon Valley, Shenzhen, Singapur, Tokio, tendremos que trabajar para cerrar la brecha. Gracias a un importante esfuerzo europeo, ya hemos avanzado en los semiconductores que son tan esenciales para nuestra industria. Hace poco, por ejemplo, Intel anunció sus planes de invertir miles de millones en Francia, Polonia, Alemania, Polonia, Irlanda y España. Un gran paso hacia una nueva generación de microchips “made in Europe”. Y esto es sólo el principio. Junto con empresas como Infineon, Bosch, NXP y GlobalFoundries, estamos trabajando en proyectos que harán de Europa un líder mundial en tecnología. Nuestra ambición no debe limitarse a fabricar en Europa productos que pueden producirse en otros lugares. Quiero que Europa esté a la vanguardia de la producción de tecnologías clave”[16].
Los medios europeos dan cuenta con cierta frecuencia que la disputa Estados Unidos-China- Taiwán respecto a los semiconductores sorprendió a los tomadores de decisión europeos. Las cifras así lo corroboran.
La Unión Europea tiene una participación menor al 10 % de mercado de fabricación de semi-conductores. Básicamente Alemania, Estonia, Italia, Francia, Países Bajos, Austria y Bélgica se dedican a ello. En febrero de 2022, la UE propuso un llamado “Reglamento de Chips” y manifestó el compromiso de aportar cuarenta y tres mil millones de euros para incrementar la producción y alcanzar el 20% mundial. El Reglamento contempla tres áreas: desarrollo de capacidades tecnológicas e innovación propia, seguridad en el suministro y medidas de respuesta a las crisis.
La respuesta de la UE era necesaria y podría ser auspiciosa, pero deberá ser testeada en la praxis en un plazo relativamente breve. El ámbito de los microprocesadores es de un elevadísimo nivel de pugnas y competencia.
Feás cree que, siendo esta área de la competencia especialmente movible y dinámica, no siempre es positiva para Europa en su conjunto. Puedes ser sólo para algunas empresas laas cuales pueden migrar hacia Estados Unidos, al encontrar allí mejor entorno empresarial. Feás divisa, además, una dificultad paralela, donde Europa podría quedar relativamente rezagada. No basta la disponibilidad de recursos. Fundamenta tal aserto el hecho que, pese a las millonarias inversiones de China y de algunas empresas de manera aislada, como Samsung e Intel, desde 2015 hasta la fecha, ni China ni esas empresas han logrado acercarse a la posición de liderazgo absoluto de la taiwanesa TSMC. Para Feás hay otros elementos a considerar. Cómo compaginar la praxis con la retórica.
Ahí radica para él el desafío para Europa. La llamada autonomía estratégica[17] a la que se ha apelado, no se corresponde sólo con una fuerte determinación ante la guerra tecnológica, sino con reales capacidades colaborativas internas. La autonomía estratégica puede terminar siendo un concepto vacío, que terminen condenando al continente entero, mito civilizatorio, a una condición de dependiente durante varias décadas. Y es que en Europa hay otras potencias tecnológicas tratando de posicionarse de manera individual. En Europa se dan varios ejemplos de países que tomados individualmente podrían avanzar y pronto alcanzar el status de actores globales pivote, lo cual, sin embargo, va en detrimento de esa Europa como gran actor unido y unificado, que plantea Scholz.
En suma, como bien se desprende de la posición de Scholz, Europa deberá trabajar para cerrar la brecha.
En cambio, actores globales pivote ya se están consolidando en otros lugares. Y la razón es obvia, la competencia geopolítica basada en la tecnología con sus dos anclas, la carrera por armas altamente sofisticadas y la carrera espacial. Un tema de corto y mediano plazo. Con visos, incluso, de urgencia. Las guerras en Ucrania y Gaza, así como la tensión China-Taiwán, lo demuestran.
Por eso mismo, se puede sostener que los principales son tres: India, Israel y Rusia[18]. Ellos ya están encaminados y han demostrado voluntad política para alcanzar una autonomía estratégica en materia de microprocesadores.
Israel ha buscado desde hace años actuar con ciertos márgenes de independencia en el mercado de los micro-procesadores, aunque su integración con los países occidentales es, desde luego, primordial. Ejemplo de ello es la instalación de Intel de una enorme y sofisticada planta en la localidad de Kiryat Gat, al sur de Tel Aviv, que empezará su producción en 2028. Es una inversión que va paralela a la que realiza en Magdeburg. Intel ve a Ndivia y a TSMC como sus principales rivales y ve en Israel un aliado para enfrentarse a China, pero simultáneamente manteniendo niveles de competencia con los taiwaneses.
Rusia, por su lado, ha optado por tres caminos. Adquirir micro-procesadores de empresas estadounidenses a través de terceros mercados, tener una producción propia y sellar alianzas con empresas chinas. Las barreras en estas tres direcciones son, empero, no pocas. El problema principal que divisan especialistas como Miller es que rusos, al igual que chinos, no tienen acceso a los equipos litográficos avanzados que incorporan tecnologías de origen estadounidense. Las sanciones producto de la guerra en Ucrania tienen efecto en ese punto. Conseguirlos en mercados paralelos es difícil.
Empresas rusas recurren con mayor frecuencia a los Emiratos Árabes Unidos para tales intentos. Luego, el desarrollo de sus propios nodos litográficos requiere inversiones multimillonarias y sostenibles en I+D. En cuanto a la producción propia, especialistas han puesto su atención en el microchip Baikal, el cual es un desarrollo ulterior, propio, de tecnología originalmente taiwanesa, cuyos inicios son previos a la imposición de sanciones contra Rusia. El objetivo ruso, según Miller es alcanzar pronto autonomía estratégica en materia de producción de microprocesadores.
La India, en tanto, también tiene planificado alcanzar niveles importantes de autonomía estratégica en esta materia, aunque se encuentra aún en una etapa donde la colaboración, especialmente con empresas estadounidenses y taiwanesas es esencial. India no sólo necesita micro-procesadores para su producción de armamentos, sino para su creciente industria espacial, donde ya ha obtenido logros muy reconocidos por las comunidades científicas de todo el mundo[19]. Ambos sectores convierten al país en uno de los mayores demandantes en el mundo. Se calcula que en el presente año, el 5% de la demanda mundial proviene de India y se estima que para 2027 doblará dicho porcentaje. La localidad de Gujarat, en el estado de Dholera, ha sido designado como la futura “semi-con city” del país.
Sintetizando, se observa un panorama tecnológico con numerosas grietas producto de los altísimos niveles de competencia y de conflictos. Las complejidades del destino, las moiras en el decir de Heródoto, apuntan a tres países con capacidad para obtener autonomía estratégica, India, Rusia e Israel.
Conclusiones
- La discusión planteada y los antecedentes disponibles subrayan la centralidad de los semiconductores miniaturizados y su importancia, tanto en las más recientes innovaciones tecnológicas, como en la disputa hegemónica global. Las perspectivas que se avecinan en tal sentido permiten sustentar la hipótesis del nacimiento de un nacionalismo de corte tecnológico.
- La velocidad y capacidad rupturista de las innovaciones tecnológicas ha abierto brechas insalvables entre los países, las cuales se irán profundizando en los próximos años. Se ha creado ya una fossa regia, es decir una grieta insalvable en materia electrónica.
- El principal desafío que se avecina a corto plazo es la resiliencia de la cadena de suministros. Es aquí donde se ve la mayor fuente de disputas en el enfrentamiento con China. La industria de los semi-conductores es un ecosistema global de alta complejidad, donde Estados Unidos domina aún el diseño de chips avanzados y de los equipos que los fabrican, pero Taiwán domina su producción.
Bibliografía
- Allison, Graham (2018) Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’ Trap?, Mariner Books, NY.
- Baños, Pedro (2020) El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas, Ariel, Madrid.
- Bradley, Martin et al (2023) “Supply channel, interdependence and geopolitical vulnerability. The case of Taiwan and high-end semiconductors”, Research Report, Rand Co, Santa Mónica, CA.
- Ellis, Robert Evan (2023) “El papel estratégico de América Latina en un conflicto global por Taiwán”, Seguridad y Poder Terrestre, Centro de Estudios Estratégicos del Ejército de Perú, vol. 2 N° 1, pp. 91-111, Lima.
- Feás, Enrique (2023) La guerra tecnológica EEUU y China y sus efectos sobre Europa, ARI 6, Real Instituto Elcano, Madrid. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-guerra-tecnologica-eeuu-china-y-sus-efectos-sobre-europa/
- Bajado 23.1.2024
- Jalife-Rahme, Alfredo (2020) Guerra multidimensional entre EEUU y China, Grupo Editor Orfila, México DF.
- Harari, Yuval (2014) De Animales a dioses, Debate, Buenos Aires.
- Miller, Chris (2023) La guerra de los chips, Península, Santiago de Chile.
- Smil, Vaclav (2023) Cómo funciona el mundo, Debate, Buenos Aires.
- Smil, Vaclav (2023) How it explains the world, UK.
Ivan Witker
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THE TECHNO-NATIONALISM OF SEMI-CONDUCTORS. THE NEW GEOPOLITICAL DISPUTE. THE CASE OF TAIWAN
This paper states that a kind of techno-nationalism is shaping the new geopolitical dispute. Instant communication systems and networking, by enabling direct dissemination of scientific advances, force to be taken innovations as objects of nationalist fetishization. In a subordinate way, it is argued that nationalist tractions guide globalization, without stopping it. Therefore, isolationism or openness, and in which direction, is the Hamlet-like dilemma that countries and companies themselves have today. In this new geopolitical dispute, Taiwan’s role as a pivotal global state stands out, as it is the largest center of innovation and production of semiconductors worldwide. A dispute in which US and China are playing the key role, but Europe, Latin America and even Russia and Indians as well are not outsiders.
Monitor 2049®
Editor: IW, senior fellow of REDCAEM (Red China – América Latina) and CESCOS (Center for the Study of Open Contemporary Societies)
Contact: iw@2049.cl
Monitor 2049® -Entendiendo a China & Taiwan- es un canal digital que se hace eco de una fecha simbólica en la perspectiva de los grandes cambios mundiales. Los ejes de poder global se consolidarán en el área del Pacífico, particularmente en torno a China, provocando transformaciones geopolíticas que marcarán el rumbo del siglo. 2049® irá dando cuenta de los escenarios nuevos y en proceso de configuración.
Para ello, siguiendo la editorial de Nuevo Poder, irá registrando materiales periodísticos de fondo -léase reportajes de investigación, entrevistas, historias de portada, columnas de análisis- así como papers académicos, referidos a tales asuntos, que se recogen semanalmente en español e inglés.
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Monitor 2049® -Understanding China & Taiwan- is a media outlet, which echoes a symbolic date in the perspective of the upcoming changes worldwide. The axes of the global power will be consolidated in the Pacific area, particularly around China, causing geopolitical transformations that will mark the course of the century. 2049® will track these new and ongoing scenarios.
To do this, following the editorial of Nuevo Poder, it will track background journalistic materials -investigative reports, interviews, cover stories, op-eds – as well as academic papers referring to such topics. Records are collected weekly in Spanish and English.
[1] Texto corresponde a una versión ampliada de la presentada en el marco de un simposium de REDCAEM en el congreso de AHILA, Nápoles, septiembre 20024.
[2] Global Position System, GPS de Estados Unidos, Global’naya Navigatsionnaya Sputnikovaya Sistema, Glonass de Rusia, BeiDou de China y Galileo de la Unión Europea.
[3] Como se discute infra, TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) es líder absoluto en rubro de fundiciones. Su participación en el mercado global es del 56,6%, con lo cual dobla a todas las otras empresas del mundo tomadas en conjunto. Ejemplo: Samsung tiene 8,5%, UMC 7,6%, Global Foundries 6,6%, SMIC 5,4% PSMC 2,3%. Datos extraídos de Feás.
[4] Un cuadro más detallado en Feás.
[5] Smil sostiene que no había a fines de los 50 otra solución más que soldar a mano los componentes de los circuitos del transistor. En ese momento, fue Jack Kilby de Texas Instruments a quien se le ocurrió la idea del circuito monolítico. Patentó su desarrollo. Sin embargo, surgió un problema adicional, que terminó resolviendo el propio Kilby. Las conexiones sobre la oblea se elevaban al punto que dificultaban la fabricación de un componente plano. Kilby depositó oro sobre una delgada capa de óxido de silicio en la superficie de la oblea. Un año después, un investigador de otra empresa estadounidense, Robert Noyce de la Fairchild Semiconductor Co, mejoró la idea original de Kilby y consiguió fabricar todos los dispositivos sobre una única pieza de silicio, reduciendo peso, tamaño y costo de producción. Entre ambos estalló un pleito judicial, dirimido por el Tribunal Supremo de Estados Unidos, el cual reconoció en Noyce el avance definitivo. En 1966, ambas empresas depusieron la animadversión, compartieron la licencia de producción. El caso destaca por caracterizar invenciones independientes, pero, a la vez, concurrentes. La idea conceptual básica era idéntica. Por eso, terminaron aunando esfuerzos. Ambos recibieron la Medalla Nacional de la Ciencia y los dos accedieron al Salón de la Fama de los Inventores. Noyce falleció tempranamente. Kilby sobrevivió y recibió el Nobel de Física en el año 2000. Los Números no mienten, p. 122.
[6] La ley de Moore expresa que cada 2 años se duplica el número de transistores en un microprocesador. Posteriormente Moore redefinió su ley y amplió el periodo a dos años. Se trata de una ley empírica, formulada por el cofundador de Intel, Gordon E. Moore, el 19 de abril de 1965, cuyo cumplimiento se ha podido constatar hasta mediados de la década de 2010. En los últimos años, especialistas comentan que la ley perdió validez.
[7] Lograr la miniaturización de estos dispositivos fue una primera gran meta. El primer semi-conductor con características de microprocesador fue de Intel, allá por 1971 e incluyó 2.300 componentes. A manera de comparación, hoy suelen tener millones. Intel tuvo como punto de partida los estudios y experimentaciones de la Texas Instruments y la Fairchild.
[8] Estudio sobre la mutación perpetua de las relaciones internacionales, El Faro, México, 2022
[9] https://www.economist.com/international/2024/01/31/america-china-and-russia-are-locked-in-a-new-struggle-over-space
[10] Tomado de global pivotal state, un concepto generado en documentos gubernamentales de Corea del Sur en años recientes y en el cual subyace la aspiración de corto plazo del país en convertirse, mediante la utilización de políticas públicas y en muy estrecha asociación con corporaciones privadas, en un nudo estratégico para la innovación y la investigación científica (I+D). https://thediplomat.com/2023/11/south-koreas-quest-to-become-a-global-pivotal-state/
[11] La empresa taiwanesa ha anunciado en 2023 un acuerdo estratégico con las japonesas Sony y Toyota para producir en Japón las primeras fábricas dedicadas a la creación de chips de 1 nm. Y en 2024 comenzará a producir en Taiwán chips de 2 nm.
[12] Este asunto no tiene explicación clara, pues Pekín colaboró con las tropas de Minustah y ha facilitado pequeñas ayudas financieras a los gobiernos de Puerto Príncipe.
[13] Procolo de Internet (Internet protocol). Las direcciones IP son el identificador que permite el envío de información entre dispositivos en una red.
[14] “La Guerra de los chips”.
[16] Palabras pronunciadas en la Universidad Carlos IV de Praga, República Checa. “Discurso en Praga: entender el giro de Scholz sobre la Unión” Le Grand Continent.
Bajado 8 de febrero, 2024.
[17] Concepto vastamente utilizado en ambientes de Seguridad y Defensa europeos. La definición más reciente se encuentra en las Conclusiones del Consejo de noviembre de 2016: “”. El Consejo ha vuelto a capacidad para actuar de manera autónoma cuando y donde sea necesario y, en la medida de lo posible, con los países asociados utilizar este concepto de autonomía estratégica en 2016, 2017, 2018, 2019, 2020 y últimamente, incluso en el Consejo Europeo de octubre de 2020, en su sentido más amplio. La CEP y el Reglamento sobre el Fondo Europeo de Defensa también lo han adoptado”. (Subrayado del autor).
[18] No se problematizan en este ejercicio distintivo las experiencias de Corea del Sur, Japón y Países Bajos, debido a que cada uno de ellos si bien son actores relevantes y procuran ciertos niveles de autonomía estratégica, especialmente Japón, se observa en ellos una mayor orientación de esfuerzos investigativos y de inversiones con empresas estadounidenses y, en alguna medida, taiwanesas. En materia de desarrollo armamentístico, Japón se encuentra en una situación de tránsito. Muy probablemente cuando las actuales Fuerzas de Auto-Defensa se transformen en Fuerzas Armadas convencionales, la posición de Japón en la disputa geopolítica aumentará. Sin embargo, cabe hacer notar la creciente importancia que la carrera espacial está teniendo para Japón. En congruencia con la hipótesis central de este trabajo, que subrayar el surgimiento de un tecno-nacionalismo, Japón se encuentra ad portas de convertirse en un actor global pivote consolidado.
[19] Su módulo Chandrayaan 3 alcanzó en 2013 el polo sur lunar, considerado un hito científico de primer orden.