¿Monroe vigente?

¿Monroe vigente?

Compartir

A pesar de la política de «América primero», del aislacionismo implícito y de la displicencia (si no franca insolencia) con que el gobierno de Donald Trump ha tratado a América Latina, podría pensarse que a EE.UU. la región lo tiene sin cuidado, y que la vieja Doctrina Monroe, aquella de «América para los (norte)americanos» estaba archivada, tal como lo anunció el gobierno de Obama.

Pero con la gira que hizo el secretario de Estado Rex Tillerson, y sus propias palabras sobre el tema, hemos visto que Washington reacciona cuando percibe que sus intereses corren peligro, y que la creciente presencia de China en el continente lo inquieta, y mucho.

Para Tillerson, China intenta exportar su «modelo de explotación basado en los bajos salarios y en el no respeto a los derechos humanos», mientras EE.UU. pretende defender a los latinoamericanos de «nuevas potencias imperiales que solo miran su interés», a diferencia de Washington, que «busca socios».

Para algunos analistas norteamericanos, China no solo quiere fomentar el comercio para fortalecer su economía, sino crear un bloque económico propio, con sus reglas e instituciones manejadas desde Beijing, construyendo un nuevo mundo bipolar. El columnista Michael Schuman, de Bloomberg, dice que quiere construir un «ecosistema internacional a su manera», aprovechando la globalización, con sus empresas que, según el líder Xi Jinping, serán de «clase mundial» de aquí a 2025.

Los chinos se defienden. Y niegan que China esté «utilizando su poder económico para llevar a la región a su órbita», tal como dijo Tillerson, porque la cooperación con los países latinoamericanos se basa «en la reciprocidad, igualdad, inclusión y apertura».

Ni tanto ni tan poco, como siempre ocurre con estas situaciones. No hay duda de que China gana mucho con el comercio con América Latina, obtiene las materias primas que necesita con urgencia, incluido el petróleo venezolano, y tiene un excelente mercado para muchos de sus productos de no tan buena calidad. La competencia en la región con Estados Unidos y Europa es evidente, y ha ganado terreno muchas veces porque está dispuesta a arriesgar inversiones para obtener rédito en el largo plazo, con condiciones que los organismos financieros internacionales u otros países no están dispuestos a dar.

Cuando Trump decidió salirse del TPP y modificar el Nafta dio una mala señal a los latinoamericanos, que ya estaban impacientes con el curso de las relaciones con EE.UU. El viaje de Tillerson, justo después de que el canciller chino, Wang Yi, estuviera reunido en Chile con los representantes de los 33 países de Celac, parece apenas un gesto. Sí debe apreciarse el interés por la democracia en Venezuela y Cuba, pero faltan políticas concretas.

Para ser realistas, no hay que esperar mucho de la Casa Blanca, y menos por estos días, en los que ha estado más enfocada en los escándalos de violencia intrafamiliar de dos importantes asesores, y del acuerdo con el Congreso para evitar el cierre del gobierno, que en la política exterior.

Por lo demás, una cierta indiferencia de Washington siempre es mejor que la aplicación de la Doctrina Monroe.

 

El Mercurio

Dejar una respuesta