Mujeres: sin firma registrada-Pauline Kantor

Mujeres: sin firma registrada-Pauline Kantor

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La pandemia no es solo una catástrofe sanitaria. En estos meses estamos siendo testigos de sus devastadoras consecuencias sociales y económicas, con especial impacto en la mujeres.

Hoy pesa sobre ellas una enorme mochila. No es que los hombres no la tengan, pero para las mujeres es una mochila más pesada. Cerca del 60% de las mujeres en el mundo tienen un empleo informal, es decir ganan menos, ahorran menos y el riesgo de caer en la pobreza es mayor. Además, debemos combinar en forma casi simultánea las labores domésticas, de maternidad y remunerada, lo que profundiza el cansancio y la carga emocional. A eso se suma el aumento de los casos de violencia de género y la pérdida de empleos con todo lo que eso significa. Suma y sigue, la lista es larga si además consideramos la incertidumbre por el futuro.

De distintas formas hemos vistos en estas semanas una constante crítica de la oposición respecto del manejo de estos temas, como si fueran ellos los únicos conocedores de esta realidad y de sus soluciones.

Los temas de mujer, son temas de la sociedad en su conjunto y nadie puede apropiarse de ellos. Llevamos demasiado tiempo preocupados de promover iniciativas que nacen por una defensa ideológica de un problema y nos olvidamos de mirar la necesidad desde una perspectiva integral y con soluciones que nacen del sentido común.

Estamos entrampados en una discusión sobre la extensión del postnatal, pero sin reparar en cuál es el problema de fondo. No son solo las madres que están terminando su postnatal, a quienes debe apoyarse con fuerza. Es alto el riesgo de que queden “niños a la deriva”, como los ha bautizado Evópoli, porque sus padres o cuidadores están obligados a trabajar presencialmente, considerando que la crisis ha forzado el cierre de salas de cuna, jardines infantiles y colegios. La dramática disyuntiva de cuidar el empleo o a los hijos es lo que desde el gobierno quieren evitar, y para ello han estado trabajando junto a algunos partidos de Chile Vamos una propuesta que considera medidas simples, pero efectivas, para que ningún menor se quede solo. Esto es mucho más que el postnatal y se hace necesario dejar las trincheras para dar soluciones integrales. Y como no, el mayor porcentajes de cuidadores dentro de un hogar son mujeres.

Pero para avanzar debemos dejar de evaluarnos con “prejuicios de entrada”. Porque un prejuicio, como dice su definición, es una opinión preconcebida, generalmente negativa, hacia alguien o algo. Es discriminar sin reflexionar si es bueno o malo.

Es ese prejuicio el que ha salido a la palestra en estos últimos meses para evaluar el actuar del gobierno, en todos sus ámbitos, sin dar el espacio para profundizar en las razones de las medidas tomadas. Lo mismo ocurrió con los nombramientos de nuevos ministros. No alcanzan a sentarse y ya cae sobre ellos una lluvia de críticas, y si obedece o no a cuoteos de los partidos.

Esto se ha dado con fuerza en la cartera a cargo de los temas de mujer. Lo vivió por ejemplo la ministra Plá, antes de que partiera siquiera la actual administración -muchas de esas críticas las revirtió gracias a su destacada labor, lo que no impidió un profundo desgaste que incluyeron hasta amenazas en su contra-. Tuvo una agenda potente, sin aplausos en la otra vereda por sus logros. O como le ha pasado también a la recién nombrada ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett, criticada de antemano por posturas en otros roles y épocas, por su militancia -como si la agenda mujer fuera patrimonio exclusivo de algunos sectores de la sociedad en desmedro de otros-, o por lo que sea. Ha habido errores, la ministra anterior se equivocó en algunas decisiones que asumió con su salida, pero eso no quita la profunda vocación que el Presidente Piñera siempre ha demostrado hacia la Agenda Mujer.

Las mujeres que hoy están en el servicio público luchan día a día por eliminar brechas y fortalecer su rol en la sociedad. Como avanzar en ello, sin descalificaciones, es el camino al que nos desafía la pandemia. Sin perder el norte y con unidad. Oídos abiertos en quienes nos gobiernan, generosidad y dejar de creerse poseedores de la “verdad revelada” en quienes están en otras veredas. Poniendo a las personas en el centro de cada política pública, especialmente a los niños, mujeres y grupos más vulnerables. Con responsabilidad, y dejando atrás las posturas binarias, las exigencias en blanco o negro, si existen los grises. (La Tercera)

Pauline Kantor

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