Municipios han invertido hasta $100 millones para transformar un liceo en mixto

Municipios han invertido hasta $100 millones para transformar un liceo en mixto

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En los pasillos y aulas parece que las cosas siempre hubieran sido así. Las alumnas del Liceo Arturo Alessandri Palma, de Providencia, caminan por los patios y, en las salas de clases, se sientan mezcladas con los varones.

Hoy todo esto se ve natural, pero no siempre fue así.

Por decisión de su comunidad educativa, el establecimiento, antes monogenérico, recibió a las primeras alumnas el año pasado. Y la preparación para este cambio no fue poca.

«La principal adecuación es cultural, no es un tema de un ladrillo más o uno menos», enfatiza el director de Educación de la comuna, José Antonio Tapia. Los montos que destinó la municipalidad para esta transformación y la del Liceo Lastarria -ambas impulsadas por voluntad de sus propios alumnos y la comunidad escolar- son millonarios.

Tapia detalla que previo a la llegada de las alumnas, lo primero fue sensibilizar a la comunidad. En el caso del Alessandri Palma, la fundación Todo Mejora hizo charlas (por $2 millones) y en el Liceo Lastarria, que recibió este semestre a sus primeras estudiantes en kínder, se contrató a la empresa Psicoworks, conformada por psicólogos, para realizar jornadas para profesores y asistentes ($3,5 millones).

Además, se quiere replicar la experiencia con alumnos, para lo cual se tienen reservados otros $5 millones.

La mayor inversión fue, en ambos casos, en los baños y camarines. En el Alessandri se invirtieron $30 millones en 2018, y este año, $50 millones más. En el Lastarria el presupuesto es de $100 millones: ya se gastó la mitad para servicios higiénicos y «viene una segunda etapa, cuando las niñas pasen a básica y media. Calculamos unos $50 millones más», dice Tapia.

En Santiago, el Liceo Isaura Dinator se prepara para la llegada de varones en marzo de 2020. «El estimado que tenemos es de $51 millones», prevé el alcalde Felipe Alessandri, entre ajustes del inmueble y capacitaciones.

En el caso del Instituto Nacional -donde el paso a ser mixtos está, de momento, descartado- el alcalde explica que el presupuesto tendría que haber sido «algo más, porque la infraestructura es más grande, son 4.400 alumnos los que ya van a las dos jornadas».

Judy Valdés, presidenta del Centro de Padres A-0 del establecimiento, añade que si llegaran mujeres, además de los baños y camarines, se tendrían que hacer otros cambios. Por ejemplo, refaccionar los antiguos pupitres de varias salas: tienen un grueso pedestal al centro que podría complicar sentarse con falda o jumper . «Son obsoletos y muy incómodos», apunta.

Además, plantea otros ajustes: «Las mujeres necesitamos más tiempo para ir al baño y acá los recreos de los chiquillos son de cinco minutos», dice.

«EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA»

El debate en torno a los proyectos educativos monogenéricos ha cobrado fuerza en las últimas semanas, pero en el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue lo tuvieron hace años. Recibieron a las primeras niñas a mediados de los 90 y tenían sus propios cursos. Ya en 2017 empezaron a tener clases mixtas.

El rector Fernando Maffioletti afirma que la llegada de las primeras alumnas coincidió con una renovación completa del colegio, por lo que no atribuyen los gastos al cambio.

No conoce la cifra exacta -«tendría que bucear en las contabilidades», dice entre risas- pero sí tiene claro que valió la pena.

«La incorporación de mujeres, en la que fuimos bien pioneros (…), fue por la convicción de que hombres y mujeres tenían que educarse juntos. Ha sido una extraordinaria experiencia», dice. (El Mercurio)

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