Esta cuestión cagó” (sic). Según Nicolás Ibáñez, eso pensó su madre escocesa cuando Salvador Allende salió elegido Presidente. Acto seguido, y con apenas 13 años, lo mandó a un internado en Inglaterra junto a su hermano Felipe, dos años mayor. Allí, Nicolás Ibáñez forjó su personalidad. Dice que aprendió a ser duro y autosuficiente, a defenderse y a adaptarse: “Me hizo mucho bien, creo… Otros dirán que me hizo muy mal, puede ser, porque también es bueno ser débil para ciertas cosas”,
Hoy, cuando visita el país donde pasó su adolescencia es como si estuviera en casa, y así también lo hacen sentir en el lujoso hotel Dorchester, donde es huésped habitual y donde acordamos realizar esta entrevista. Sin embargo, pasan los minutos e Ibáñez no aparece. Apurando la espera miro los Lamborghini y Rolls-Royce de donde bajan jóvenes de pantalón pitillo, seguramente herederos de fortunas árabes. Se mezclan con mujeres cargando bolsas de tiendas exclusivas y turistas que se toman selfies en el lobby del clásico edificio, frente a Hyde Park. Desde Santiago, por WhatsApp, asesores de Ibáñez me recomiendan paciencia: “La puntualidad no es su fuerte”, explican. Y eso que vivió seis años en Inglaterra, pienso. Cuando una hora más tarde casi he perdido la esperanza, el mismo Ibáñez confirma que viene cerca y al poco rato aparece ofreciendo excusas. Cuenta que desde que llegó a la capital inglesa no ha parado. Entre muchas actividades visitó una feria de defensa y armamento y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, buscando alianzas para su nueva fundación, AthenaLab, enfocada en seguridad y geopolítica. También se reunió con un contratista que trabajará en el predio dedicado a la conservación que tiene en Escocia. Y, por supuesto, participó activamente en el Chile Day, donde expuso sobre inversiones y family offices.
¿Qué diagnóstico hace del actual ambiente político en Chile?
La polarización que vemos hoy día, la falta de un consenso básico en las cosas esenciales y la falta de civilidad es algo que nos debe preocupar. Hay una definición del populismo sobre la cual yo no había reflexionado antes y es que se ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos. El que tiene la solución simplista supuestamente tiene la razón y va a salvar al país, porque ha encontrado una solución mágica, y a los que no están contentos con esa solución mágica hay que marginarlos.
¿En qué nota que eso esté sucediendo en Chile?
En la dificultad de lograr acuerdos sobre cosas que son complejas, como podría ser una reforma del modelo tributario o la reforma a las pensiones. Pensar que la solución al tema de las pensiones es no más AFP. Eso es un clásico; que hay que eliminar el sistema para resolver un tema tremendamente complejo, que es el de la longevidad y la necesidad de mayor ahorro y, por lo tanto, de mayor productividad laboral.
¿La discusión sobre la reducción de la jornada laboral sería otro ejemplo?
Ese es otro caso y tan absurdo que hasta se me había olvidado; lo de las 40 horas, que podemos darnos el lujo de trabajar menos y relajarnos, justamente cuando es evidente que hay una ventaja competitiva enorme del Asia con su cultura del trabajo y de la disciplina. El tema no es cuántas horas se trabaja, sino cuál es el nivel de productividad y cuáles son los ingresos a los cuales pueden aspirar las personas, independientemente del horario de trabajo. Y si la gente por trabajar menos, pero con alta productividad, gana más, bueno, bendita sea, pero el eslogan de reducir la jornada laboral, porque sí no más, es un ofrecimiento de una liviandad y una irresponsabilidad máximas.
¿Qué le parece que el gobierno haya entrado a “competir” con un proyecto de características similares?
Hay que ser muy respetuoso de los gobiernos, porque otra cosa es con guitarra, y sobre todo cuando uno no tiene una mayoría en el Congreso. Estos temas no son fáciles, pero evidentemente cuando el Partido Comunista plantea una cosa así, es una treta genial. Le saco el sombrero por eso…
¿Y el gobierno pisó el palito? ¿Pecó de populista?
Yo diría que sí. Hay un cierto grado de populismo de parte del gobierno, reconociendo que es muy difícil ser gobierno y plantear los temas complejos con total honestidad en un ambiente donde no hay un deseo de ser serio como es el Parlamento actual. Y serio significa… ‘a ver, estudiemos estas cosas bien’. Entonces, sí hay populismo y esto no es un fenómeno ni de derechas ni de izquierdas. No tiene color político. Y no es necesariamente un fenómeno nuevo, sino que ahora se ha exacerbado.
Y, a su juicio, ¿cuál sería el riesgo de avanzar por ese camino?
Hoy día hay que sacar el país adelante en cosas que quizás son aún más importantes (que el crecimiento económico), como son las normas esenciales de convivencia, el pacto social entre nosotros. Si no tenemos conciencia de lo que está en juego y que lo que está en juego es también precario, podemos suponer que el país va bien encaminado, que el gobierno sabe, que es bueno que haya un gobierno de una tendencia y después de otra tendencia…, pero todo eso se puede perturbar y podemos llegar a situaciones de una convivencia muy destructiva entre nosotros.
Y en este escenario, ¿cuál es el rol de los empresarios?
Tienen un rol muy importante que jugar y hasta el momento no ha habido ningún gobierno que se la haya jugado por los empresarios. Es como mal visto esto de ser empresario. Pero si no es por el emprendimiento y los empresarios, un país no tiene ningún futuro. Por lo tanto, es un pésimo servicio al desarrollo del país criticar a los empresarios o ignorarlos, cuando en definitiva son los que tiran del carro. Esto no quiere decir que sean más importantes. Tienen que actuar dentro un contexto, pero tienen que ser una de las patas de la mesa y una pata muy importante de la mesa.
¿Y este gobierno está alejado de los empresarios?
Diría que hay una ambivalencia ahí. Los empresarios, quiero ser muy claro, no necesitan el apoyo de nadie. El empresario va a hacer lo que sea necesario, y si el país no lo favorece, se va a ir del país. Por ejemplo, Start-Up Chile es una gran iniciativa, pero la pregunta es ¿cuánta de esa gente se queda en Chile? Un empresario, si no lo apoyan, si lo critican, se va no más. Y obviamente que hay países que son expertos en atraer a empresarios y darles todo tipo de facilidades.
¿Y Chile no es el caso?
Chile es un país complejo, un país difícil. No era así y se ha convertido en eso. Desde las normas ambientales que son absurdamente complejas y absurdamente exigentes, hasta en fin, normas laborales, o sea, la idea de las 40 horas ya es como la guinda para la torta. La maraña burocrática es algo insoportable. Chile es un país muy caro para emprender… los impuestos, a nosotros no ha tocado en Drake.
Ustedes en Drake, su vehículo de inversiones, hace ya un buen tiempo que optaron por salir.
Estamos obviamente muy comprometidos con Chile y tenemos actividad en Chile que para nosotros es muy importante, pero puedo decir claramente que es bastante más fácil operar en Estados Unidos hoy en día que en Chile.
¿Qué porcentaje de sus inversiones están fuera de Chile?
Por el momento, estamos principalmente abocados fuera de Chile. Digamos que un 60-40.
¿Y eso no es una contradicción para usted que se identifica como patriota?
No es una contradicción, porque lo que hacemos tiene un fin de largo plazo, que es colaborar con el desarrollo social, político y económico del país. Entonces, si no podemos generar recursos en Chile, lo haremos donde sea necesario.
¿Tuvo dificultades con algún negocio en particular que lo hayan empujado a invertir mayoritariamente fuera de Chile?
Como muchas otras empresas, hemos tenido varios casos en que preferimos hacer la pérdida y no por una mala visión de negocios o problemas competitivos, sino que por un problema estrictamente regulatorio, propio de estar en Chile. Así es que out.
¿Se refiere al proyecto inmobiliario en Valparaíso y los problemas con los permisos y con el alcalde Jorge Sharp?
No es Sharp, es la institucionalidad. Porque Sharp ha sido elegido alcalde y yo tengo que respetarlo. Pero la institucionalidad falla. Finalmente, esto se ha judicializado y los jueces juzgan en función de ‘vamos viendo, vamos viendo’. Mira lo de Mina Invierno en isla Riesco. Entonces, los empresarios dicen ¿saben que más?, nos vamos.
¿Con lo de Valparaíso va a insistir?
No. Estamos en otra. No quiero perder un minuto más. Pérdida. Chao. Fuera. Para mí es una vergüenza como chileno. Mientras uno más se esfuerza en Chile, peor le va. Pero hay que seguir, porque esto no quiere decir que esté todo perdido.
¿Y su negocio lechero en Osorno? Ahí también hubo polémica por un antiguo caso de maltrato animal que llegó a tribunales, aunque fue previo a su entrada a la compañía.
Eso está funcionando. Nos asociamos con los neozelandeses y lo que me motivó a mí es generar un cluster, una especie de cooperativa, como otro Colún. Pero tenemos a políticos en contra. Es un ataque permanente hacia nosotros. Son políticos de izquierda, pero que le hacen un flaco servicio a la izquierda y a la gente.
¿Y por qué cree que lo atacan?
Porque somos grandes, porque hacemos bien las cosas. Chile es un país muy complejo y es preferible ni siquiera hablar de estas cosas, porque tiene un costo político. Es atroz.
¿Pero entonces hay algún rubro en Chile donde se le estén dando bien las cosas?
Sí, tenemos un área inmobiliaria que hasta el momento ha andado razonablemente bien y tenemos un negocio muy simpático que es el tema de las pizzas (se refiere a la licencia Papa John’s). Acabamos de abrir, por ejemplo, un local en La Pintana. Estamos desde La Pintana hasta Calama. Ahí tenemos un vínculo con la gente. No solamente el consumidor, sino que la gente que trabaja con nosotros. Mucho part time, cabros jóvenes, eso me encanta y eso ha andado, yo diría, razonablemente bien. Pero a lo mejor, cuando se vincule esto al señor Ibáñez, nos va a ir pésimo. Entonces, yo no he hablado nunca de esto y nuestro foco hoy día es hacer eso mismo, pero en España y en Portugal, donde inauguramos nuestro primer local en Lisboa. Estamos en eso.
Con estos ataques y críticas que recibe, ¿siente que hay algo personal en su contra?
No creo que sea algo personal. Es porque los empresarios son personajes que han sido vistos como gente muy egoísta, que defiende sus propios intereses, que no les importa verdaderamente el país ni la gente y seguramente la culpa es nuestra. Me parece que la Sofofa, la CPC, los gremios en general, hoy día han tomado una actitud mucho más proactiva. Más que proteger intereses corporativos, se debe vincular al mundo empresarial con la comunidad de una manera más virtuosa y yo creo que eso nos ha hecho falta. Hemos sido bastante ignorantes y bastante poco sensibles para llegar a los afectos de las personas y demostrar nuestro rol, nuestras verdaderas motivaciones.
CONTRA BREXIT Y MAREA
Inglaterra no es solo una segunda casa para Nicolás Ibáñez. La City de Londres es también uno de los lugares desde donde Drake, su vehículo de inversiones, hace negocios en Europa.
“Acá participamos de un proyecto de challenger bank, un banco desafiante. Es un pequeño banco privado que sirve como alternativa a la banca establecida. Somos una startup, una apuesta bastante audaz para atender este mercado interno. Y es una manera de tener una base aquí, en una industria altamente competitiva”, cuenta.
¿Y el Brexit no podría afectarlos?
La realidad, y esto es parte del juego de Boris Johnson, es que la City de Londres sigue campante. Hay inversiones muy importantes que siguen desarrollándose acá. La apuesta de la mayoría de los inversionistas y de los empresarios importantes en el mundo es que esto va a provocar que Gran Bretaña se convierta en un país más amigable para hacer inversiones.
¿Entonces está de acuerdo con el Brexit?
Encuentro que es un desastre. Yo sería un tory remainer (si viviera acá), pero reconozco que a estas alturas del partido no tendría mejor opción que apoyar a Boris, porque todo parece indicar que ha ganado la partida. Se ha vinculado con el pueblo y el pueblo -por las razones equivocadas- quiere Brexit. Si yo quisiera sobrevivir políticamente en este país, tendría que apoyar a Boris. Y si no, Boris ya me habría echado, como echó a 21 parlamentarios el otro día. El juego populista es eso. Una cosa brutal.
¿Qué otras áreas de negocios está explorando en Europa?
Estamos mirando el llamado fintech, que son plataformas de intermediación financiera que emplean preferentemente el mundo digital. Es un foco donde estamos metidos justamente desde Londres.
Hablando de rubros nuevos, también participa en Glovo, la plataforma de despacho que partió en España.
Efectivamente. Tenemos una presencia en Glovo, que es una fuerza disruptiva en la distribución. Y fintech también es una innovación disruptiva en un mercado clásico de servicios financieros. Me parece interesante vincularse a estas actividades de la llamada cuarta revolución industrial, de la cual entiendo poco y nada. Pero creo que entre estar y no estar, es interesante estar y tratar de aprender algo y de aportar algo. (La Tercera)