Hay varias razones por las cuales la actual sucesión en la presidencia de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) genera interés público.
Una de ellas es porque la voz de la CPC, ante los ojos de la ciudadanía y de las autoridades, representa a muchos más que a la suma de sus miembros. La persona que resulte electa, con independencia de sus características personales, en la práctica representa de algún modo a todos los empresarios de Chile, más allá de las seis ramas que conforman dicha organización.
Sin embargo, la más importante de estas razones es que esta elección puede ser el hito que marque que ya no hay vuelta atrás en el camino que debemos seguir los dirigentes empresariales y las empresas para superar la mala percepción que tiene buena parte de la ciudadanía sobre la actividad empresarial.
Las encuestas sobre la confianza y prestigio social de las empresas y empresarios en Chile nos muestran que hay mucho por hacer y que esta tarea es de la mayor relevancia y urgencia para todos quienes estamos en distintas organizaciones empresariales.
Alfredo Moreno entreabrió una puerta importante en el modo en que los empresarios, ejecutivos y emprendedores nos tenemos que relacionar a diario con los demás actores sociales.
Los espacios de conversación y escucha que abrió la CPC y, en especial la horizontalidad y honestidad con que se realizaron dichos encuentros, debieran mantenerse y acrecentarse, pues son valiosos en sí mismos, independiente de las iniciativas que de ellos puedan surgir.
Iniciativas como los encuentros 3xi de la CPC durante el año pasado, las 150 buenas prácticas impulsadas recientemente por la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y los compromisos asumidos por más de dos mil hombres y mujeres de empresa bajo el liderazgo de la Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos (USEC), con motivo de la visita del Papa Francisco, son indicios de que somos muchos quienes hemos iniciado y queremos un cambio empresarial importante y trascendente por el bien de nuestras propias compañías y sus trabajadores, de nuestra convivencia social, de los marginados e inmigrantes, de nuestro medio ambiente, de las futuras generaciones y del país.
Por eso es que ya no hay vuelta atrás. Quien resulte electo presidente de la CPC podrá continuar por el camino trazado y sumarse a esta nueva forma de pensar y hacer empresa, a este nuevo modo de relacionarnos entre todos y con el medio ambiente.
Tendrá que difundir, promover y defender el concepto profundo y trascendente de empresa y su enorme contribución a la dignidad de la persona y al bien común, sobre todo ahora que se cuestiona la legitimidad de la actividad empresarial como proveedor de bienes y servicios destinados a la satisfacción de necesidades públicas, como la educación, la salud y la previsión.
Deberá dedicar muchas horas a comunicar, dialogar, liderar, corregir, acoger y motivar para que cada vez más hombres y mujeres de empresa se decidan personalmente y como organización a vivir la actividad empresarial como una noble vocación, sin sustraerse del debate de las ideas económicas y sociales que atraviesa nuestra sociedad, aclarando conceptos y defendiendo principios.
Toda esta enorme tarea tendrá que llevarla a cabo manteniendo la independencia y libertad ante el gobierno de turno y sus políticas económicas; esto por nombrar sólo algunos de los desafíos actualmente más apremiantes.
Dada la relevancia de esta elección y las actuales circunstancias, es necesario que siga primando la generosidad, el patriotismo y la visión de futuro entre los electores, de manera que continúe prevaleciendo el bien superior del país, más allá de legítimos intereses particulares. (DF)
Ignacio Arteaga