No conozco a Rafael Garay y no me gusta la moralina ni hacer leña del árbol caído, así es que no haré un juicio moral acerca de sus actuaciones, ni sus motivaciones. Tengo que consignar sí, que ellas se llevaron a cabo con un cierto talento, dudosamente orientado, si ustedes quieren, pero talento al fin.
Lo que sí me interesa es analizar por qué Rafael Garay tuvo, en casi todas sus actuaciones públicas, tanto aquellas referidas a sus opiniones o recomendaciones como “economista” (que no lo era) o las que derechamente lindaban con los terrenos de la farándula, tanta acogida en los medios de comunicación.
Mi impresión es que Rafael Garay vino a llenar una brecha entre las opiniones de los economistas y lo que la gente quería escuchar de ellos. Los medios de comunicación se apresuraron a acogerlo, pues percibieron que a la gente no le gustaban los consejos u opiniones de los economistas serios, que les decían cosas tan desagradables como que para surgir hay que trabajar más, o que para tener una mejor pensión hay que ahorrar.
Es necesario aceptar que probablemente la forma en que los economistas del “mainstream”, aquellos de los que tratan de alejarse los medios, transmiten sus ideas y conceptos es tal, que están muchas veces alejados de la gente no sólo porque les dicen cosas que no quieren oír, sino además porque utilizan un lenguaje que no es capaz de enganchar con la mayoría de la audiencia.
Y es ahí donde los medios, especialmente la televisión, encuentran una veta en los Rafas Garay de este mundo. Les hablan en fácil, todo parece bastante simple y evidente y, en definitiva, es cosa de seguir sus consejos para que les vaya bien. Algún programa por ahí, juntó a Rafael Garay con Franco Parisi y Marcel Claude, una suerte de trío de oro de la farándula económica. Nace la tentación para los gurús, una vez comprobados sus talentos comunicacionales, de ponerse demagogos (hacer, por ejemplo, una crítica fácil al sistema, acusar de robo a las empresas) y así posicionarse ellos, verdaderos salvadores de la gente, como aquellos que sí resolverán los problemas de los chilenos.
Los medios de comunicación se transforman en grandes amplificadores de estos mensajes y los políticos débiles y pusilánimes los repiten como loros. La complejidad de ciertos temas y la falta de capacidad (o ganas de algunos) de entenderlos en los propios medios también ayudan.
¿Cómo puede explicarse si no que Rafael Garay en la polémica acerca del sistema de pensiones haya calificado de “robo” el cobro de comisiones por parte de las AFP que son conocidas y aceptadas por las autoridades fiscalizadoras del sistema? ¿Qué explica si no que cientos de miles de afiliados al sistema de AFP hayan seguido los consejos de la empresa Felices y Forrados, de la cual Garay fue director de estudios, perjudicando claramente su ahorro previsional al cambiarse equivocadamente de fondo? ¿Por qué la Presidenta Bachelet, luego de sus anuncios sobre cambios al sistema de pensiones, recibe en La Moneda a ejecutivos de la empresa Felices y Forrados, así como también al señor Mesina, líder del movimiento No+AFP?
Inadvertido pasa aquí el hecho de que estos mesías y benefactores del pueblo muchas veces esconden sus verdaderas intenciones, que casi inevitablemente pasan por el vilipendiado lucro. Quieren dinero.
Aun aquellos que repiten las consignas contra el lucro casi siempre tienen un negocito entre manos y su principales canales de distribución resultan ser los medios de comunicación, donde obtienen publicidad y marketing gratis para sus productos.
En lugar de No+AFP, instituciones que cumplirán mejor o peor el mandato de administrar los ahorros previsionales pero que en 35 años no le han robado un peso a nadie, debiéramos aspirar a que no haya más Rafas Garay, que jugando con los sueños de los ilusos los embaucan con la eterna carnada del dinero fácil.
Ello sólo será posible cuando quienes le están diciendo a la gente que su vida es difícil porque hay otros que abusan de él sean derrotados. Derrotados por la evidencia de los repetidos fracasos de los vendedores de pomadas que les prometen un camino fácil y los tratan de convencer de las bondades del atajo.
Es entendible que los medios de comunicación muestren distancia del poder y cuestionen las instituciones tradicionales, pero debieran tener un poco más de consideración con quienes respetan las formas y cumplen las leyes, pese a lo cual son vilipendiados hoy por toda clase de sujetos de dudosa calaña amparados en el ambiente de denuncia irresponsable y crítica sin fundamento que reina en nuestro país.
Los medios son, en buena parte, responsables de crear el ambiente y las condiciones en que sobrevive y se desarrolla esta especie muy dañina para el país. Ojalá sean más cuidadosos en el futuro. (El Líbero)
Luis Larraín