A Óscar Guillermo Garretón, empresario y ex subsecretario de Economía de Allende, le llamó la atención el lugar para presentar el borrador de la Convención: las ruinas de Huanchaca. “Fue una empresa de capital trasnacional, a fines del siglo XIX, que se hizo para procesar mineral de plata boliviano y que fracasó desde el primer momento. Tuvo un costo gigantesco y la cerraron rápidamente. Es un símbolo raro para lanzar el borrador. Y sin bandera chilena ni canción nacional”.
-Has sido bien crítico de la Convención. ¿Pudiste leer el texto? ¿Cambió tu percepción?
-Sí, lo he leído. Yo creo que a estas alturas lo más relevante es que aparece una mayoría nueva que nadie pensaba que existía. Es una mayoría que cree que la Convención lo hizo muy mal. Ahí están los que votan rechazo y quieren que se siga buscando una nueva constitución, más los que dicen votar apruebo, para cambiar luego lo malo de ella.
-Algunos, desde la izquierda, apuestan al temor de quedarse con la Constitución de Pinochet.
-Jugar al mal menor no tiene mucho sentido. La verdad es la siguiente: gane quien gane el plebiscito, ese trabajo mal hecho va a haber que tomarlo después y mejorarlo. Es inevitable. Si el mundo político no se coloca en esa tarea desde ya, vamos a pasarla muy mal los chilenos. Creo que seguir especulando sobre la constitución de Pinochet, de Lagos, no conduce a nada.
-¿Hablas de una tercera vía o de un acuerdo político?
-Ya no hay espacio para una tercera vía. Lo que tengo claro es que hay una mayoría del país que califica como malo el trabajo de la Convención. La gente mayoritariamente está planteando el rechazo. Eso quiere decir que muchos de los que estuvieron contra Pinochet, y por el apruebo, están contra el texto constitucional.
Lo que se juzga es el texto. Todas las otras cosas son maneras de eludir el bulto del problema central, que es que mayoritariamente tenemos ganas de que haya una nueva Constitución y hubo una pésima respuesta de la Convención a esas ganas. Por lo tanto va a haber que resolverlo de otra manera.
-Escribiste una columna sobre la izquierda que no va a aprobar el texto.
-Mira, siempre ha habido más de una izquierda, desde la Revolución Francesa. En Chile hubo una bifurcación muy fuerte después de 1973: una separación radical, entre una izquierda, la mía, que tuvimos que perder la democracia para comprender su valor y defenderla con todo, y otra que no la valorizaba tanto y optó por la lucha armada.
Y hoy día el tema de la democracia es una cosa que vuelve a aparecer y estar en juego. Yo creo que hay una cuota de deshonestidad democrática en lo que ha salido de la Convención.
-¿En qué sentido?
-La tendencia la inauguró Rojas Vade, pero también está presente en el sectarismo con que ha actuado la Convención. Más allá de las normas concretas, esta falta de honestidad democrática se observa cuando se camuflan los puntos conflictivos y se los dejan pendientes; ya no para que los defina una constitución que tenía la obligación de respetar los dos tercios para resolver, sino que queda la responsabilidad adosada a un sistema unicameral donde dejan de existir estos dos tercios. Es decir, dejar pendientes un grueso de las discusiones, particularmente las más conflictivas, para que se resuelvan fuera de lo que es el compromiso de los dos tercios.
-¿Qué otros puntos te parecen inaceptables?
-Segundo, la plurinacionalidad. En el plebiscito nadie autorizó a discutir una nueva nación, sino una constitución. Tercero, que hay cambios que producen un debilitamiento del sistema político, que inciden en la forma que se pueden resolver la cantidad enorme de cosas pendientes que dejó la constitución. Y por último, es una constitución que aumenta derechos, pero también los quita y otros que quedan en la nebulosa para, otra vez, ser resueltos por una parlamento unicameral. Debe ser una de las constituciones más prohibitivas.
-Después de leer el texto, ¿cambió tu opinión?
-Voy a esperar el texto definitivo, armonizado. Si me preguntas ahora, creo que hay muchas cosas que son muy difíciles de aceptar. Son cosas muy de principios, y por lo tanto son muy determinantes en mi decisión. Lo que no quiero es que me pasen gato por liebre, planteando textos que suenan como cantos de sirenas, porque se deja todo lo conflictivo para un órgano legal posterior, que no es la Convención elegida, que no tiene los límites de los dos tercios, sino que se hace una especie de voltereta, de manera que lo conflictivo queda entregado a mayorías ocasionales. En un Congreso donde además se establecen escaños reservados, y desaparece la igualdad del voto.
-¿La gente de izquierda debería perder el miedo de votar rechazo?
-Hay gente de izquierda que está por el rechazo y otra por el apruebo, pretender limitar la discusión a una cosa binaria de izquierda o derecha perdió todo sentido, salvo que alguien me diga que en este país la derecha es mayoría, porque el rechazo va ganando. Cambió el escenario político. ¿Cuál es el cambio más profundo? Para mí es la aparición de esta mayoría que cuestiona el trabajo de la Convención: hay gente del apruebo y del rechazo, pero todos coinciden en que ha sido decepcionante. Y en esa coincidencia, una parte de la izquierda está presente.
Lo peor sería que los partidos oficialistas optaran por la política del mal menor, es decir “aprobemos esta cuestión y después vemos cómo la cambiamos, porque si no el gobierno puede quedar en una situación muy difícil”. La estrategia sería pensar que es posible comenzar de cero nuevamente.
-A propósito del gobierno, ha sido muy golpeado por problemas de instalación, falta de experiencia, un escenario económico muy complejo y la violencia al alza.
-Una de las cosas que la mayoría está pidiendo hoy es orden público y freno a la violencia, que fue una experiencia muy fuerte de aquella parte de la izquierda de donde vengo. En los 70, la vía armada atrajo a muchos. Luego, con el golpe, nos dimos cuenta del valor intransable de la democracia. Y eso lo veo presente en los partidos. Es evidente que la postura del PS y el PPD no coincide con la del FA y el PC. Los socialistas y los del PPD están muy preocupados de que se termine una actitud permisiva con la violencia. El gobierno tiene que resolver en qué lado está. Es en su coalición donde está la división: espero que resuelva no buscando un término medio, sino siendo categórico contra la violencia para orientar a la gente.
-¿Qué opinas de este estado de excepción, decisión que no fue fácil de asumir?
-Era evidente que tenía que haber un estado de excepción para esa zona. No hay duda. Pero pienso que la clave es entender que no es una decisión para 15 días: es una decisión para terminar con el descontrol y el desborde de la violencia, no solo en La Araucanía, sino también en la vida cotidiana de muchos chilenos.
A este gobierno le queda casi la totalidad de su período, Si no lo hace bien, va a ser un problema para todos. Prefiero que resuelva los problemas que ha tenido hasta ahora, que tome bien el timón en sus manos y actúe para las mayorías, y no opere, como ha ocurrido con la Convención, de forma personalista. La Constituyente hizo una opción premeditada, consciente, de trabajar no para una mayoría sino para aprovecharse su poder para imponer algo que la mayoría no quiere y que hoy día rechaza.
-Para entender, ¿es muy difícil que votes apruebo?
-No quiero adelantar posiciones. Estoy esperando el texto final. Creo que todos estamos teniendo una cantidad de alertas frente a las normas que se están planteando. Lo que estoy señalando es que, efectivamente, si cosas como las que yo he planteado no se rectifican, bueno, me parece prácticamente imposible votar apruebo. (Ex Ante)