El obispo de Osorno, Juan Barros, dirigió una segunda carta a sus fieles, tras la misiva del 16 de marzo de este año, que fue leída en todas las parroquias de la diócesis desde el sábado en la tarde hasta ayer, en que se refiere a su vinculación con el sancionado presbítero Fernando Karadima.
La misiva fue leída en la Catedral San Mateo por el sacerdote Mauricio Bello, en la misa de las 10:00 horas. El texto, que recoge gran parte de lo que ya había dicho en su primer texto, reitera que «les expreso una vez más con plena convicción mi total rechazo a los hechos que han conducido a la Iglesia a adoptar las fuertes sanciones respecto del sacerdote Fernando Karadima».
Y añade que «poniendo por testigo a Dios, reitero que jamás tuve conocimiento ni imaginé nunca de aquellos repudiables abusos que cometió (…) No he aprobado ni participado en aquellos hechos gravemente deshonestos. En los años en que las víctimas denunciantes acudían a esa parroquia (El Bosque), yo vivía y trabajaba en otros lugares e iba allí solo en determinadas ocasiones».
«Me siento en algún grado una víctima más, pues me he visto injustamente envuelto, faltándose gravemente a la verdad» y afirma que siente «gran dolor por las víctimas de los delitos del mencionado sacerdote».
El obispo señala que, más allá de la oposición a su labor, «no se puede aceptar ni justificar que se lleguen a actos de violencia verbal y física y menos en momentos tan sagrados como es la celebración de la santa misa; que se interrumpa o utilice por parte de algunas personas incluso el momento de sagrada comunión para increparme (…) todo ello resulta más grave e incomprensible cuando quien actúa así dice ser cristiano y católico».