El Presidente Piñera afirmó que quiere un gobierno de unidad y grandes acuerdos en temas de Estado. Tiene razón, la seguridad pública, la niñez, la salud o la modernización del Estado deben ser respaldadas por acuerdos amplios que garanticen continuidad en el tiempo. No puede volver a pasar lo del Sename en donde el anterior gobierno de Piñera envió un proyecto al Parlamento que no fue respaldado por el actual, el que a su vez, envió otro proyecto que todavía no sale del Congreso. Y mientras tanto el país ve con vergüenza cómo continúa la tragedia de los más vulnerables: los niños pobres.
Al mismo tiempo, dio a conocer el gabinete que lo acompañará a partir del 11/M. Es evidente que sacó lecciones del pasado y optó en cargos clave por la experiencia. Sin embargo, hay algo que no calza, el pulso no va con la orina. El gabinete es sorpresa porque no es sorpresa. Todos sus integrantes son piñeristas convencidos que votaron por él desde la primera vuelta. Son parte del modesto 36% . Un Presidente necesita colaboradores leales en los cuales confiar. Pero, rara vez se alcanza con ellos a representar la mayoría necesaria para gobernar.
El gabinete de Piñera parece más de combate que de unidad. Aunque se agradece la sinceridad, los dichos de la futura ministra Plá son de miedo y las afirmaciones sobre educación y las descalificaciones del ministro Varela simplemente de terror.
Tengo claro que Sebastián Piñera no aspiró a un segundo periodo para marcar el paso. Ultra competitivo como es, quiere ser un gran presidente, uno que refunde la derecha a la imagen de como lo hizo Arturo Alessandri en el siglo pasado.
No la tiene fácil. Por el bien de Chile espero que le vaya bien. Es bueno para Chile contar con una derecha democrática que además deje de creer en el “chorreo” y postule, gran novedad, el “progreso integral”.
Quiero que Chile avance, que la competencia política se haga entre proyectos que puedan mostrar realizaciones importantes. No aspiro a una victoria bajo los escombros que deja una mala gestión anterior. El centro y la izquierda requieren de una renovación profunda y mientras más alta esté la vara, tanto mejor.
En su primer periodo Piñera golpeó la cátedra con la movilización de recursos que hizo posible el rescate de los 33, la extensión del prenatal y la eliminación del 7% de cotización para los jubilados. Ojalá que dentro de la no sorpresa de su gabinete su gestión práctica sea capaz de producir buenas sorpresas: que la ministra Plá reconozca que la ley es la ley y no busque por la vía de los reglamentos desnaturalizar el proyecto de aborto en las tres causales; que el ministro Varela entienda que la gratuidad, al menos para el 60%, llegó para quedarse y a partir de ahí avanzar en calidad; que el ministro Blumel tome el liderazgo de un gran proyecto de modernización del Estado sin la cual las políticas públicas seguirán siendo de limitada eficacia.
La lista es larga. En el esfuerzo por sacar adelante tareas de Estado, el Presidente Piñera puede realmente sorprender y contar para ello con la buena voluntad de miles de chilenos(as) que no votaron por él. Pago por ver. “Obras son amores y no buenas razones”. (La Tercera/The Clinic)
Carlos Ominami