Ofendidos por la verdad-Magdalena Merbilháa

Ofendidos por la verdad-Magdalena Merbilháa

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Los dichos del ministro argentino Luis Caputo ofendieron a muchos. El gobierno de Chile entregó una carta de protesta a Argentina por las palabras del titular de Economía en entrevista en Radio Mitre. Cancillería expresó “el rechazo del Gobierno de Chile a las inapropiadas e inexactas declaraciones del ministro de Economía de Argentina, Luis Caputo”. La ministra Tohá, por su parte, dijo que Caputo “se está inspirando en el estilo del gobierno venezolano”. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic (PL), dijo a La Tercera que “el ministro Caputo, al insultar al Presidente de la República de Chile, no está insultando solo a una persona, está insultando a todo el país” y lo llamó a la seriedad y a abandonar su ideología extrema que daña la buena relación entre ambos países.

Frente a esta afiebrada reacción es importante saber qué dijo Caputo. Este hizo énfasis en la importancia de la “batalla cultural” que está liderando el presidente Javier Milei en Argentina contra las ideas hegemónicas de la izquierda. Enfatizó en lo importante de la labor en este ámbito para hacer entender a la gente de la realidad y no dejarse engañar más. Para enfatizar el punto ejemplificó con Chile como un país que, habiéndolo hecho muy bien por tanto tiempo, sacando a gran cantidad de gente de la pobreza, descuidó la batalla cultural y “hoy los gobierna prácticamente un comunista que los está por hundir”. La pregunta es si en algo de esto miente. El epíteto de comunista siempre ofende a todos, si hasta los comunistas militantes se ofenden cuando les dicen “comunistas”. Por otra parte, los índices económicos ciertamente no muestran un país que lo esté haciendo bien. Estamos en franca decadencia en todos los aspectos.

En 2014, durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, visitó Chile el historiador británico Niall Ferguson. Ya en ese entonces el académico criticó con dureza el giro a la izquierda que estaba dando Chile en materia política y económica, lo que se reflejaba en un deterioro nacional en los rankings mundiales frente a actores emergentes. Lanzó una frase inspirada en una anécdota del secretario de Estado, John Kerry, quien habría dicho que en “Estados Unidos si uno quiere ser estúpido, tiene el derecho de serlo”. Usó esa idea para referirse al cambio de eje conceptual de nuestro país, diciendo “Chile se mostró muy inteligente, de hecho “el más inteligente” de América Latina durante las últimas décadas, hoy otros países también están viéndose inteligentes; mientras Chile está comenzando a ejercer “su derecho a ser estúpido”. Esto era algo que ya venía diciendo Axel Kaiser desde 2009 en su libro “La Fatal Ignorancia” y es la razón por la que Caputo lo cita como uno de los paladines de la batalla cultural en Chile y Latino América.

Pero la voz de Kaiser y de Ferguson no fueron escuchadas, Chile decidió “ser estúpido” y, buscando la riqueza, decidió seguir el camino de la pobreza. Para enfrentar sus problemas existentes, decidió más Estado y menos mercado, tomó el camino del socialismo. Un camino que empíricamente una y otra vez no ha dado riqueza, sino pobreza. El IPoM de diciembre no augura nada bueno, lo que evidencia que Caputo no mintió. Inflación sobre lo anticipado y tipo de cambio a 1.000 pesos. Falta de inversión y crecimiento consecuencia de la “herida auto infligida” desde el intento de revolución y el plan refundacional, liderado por lo que hoy son gobierno. Fueron ellos lo que impulsaron los retiros, no para ayudar a la gente sino para cumplir lo que era su “mantra”, matar al neoliberalismo. No por nada las consignas renegaron de los años “inteligentes de Chile” y levantaron la idea “no son 30 pesos, son 30 años” y gritaron “el neoliberalismo nace y muere en Chile”. El fin de los que hoy son gobierno era ese, lo dejaron además por escrito en su proyecto de constitución, que celebraba decrecer y estatizar. Todo se puso en duda y aún las confianzas no se restablecen, menos cuando el camino buscado desde el gobierno es el mismo que fue rechazado, pero “más lento”. Una especie de “killing me softly”. (La Tercera)

Magdalena Merbilháa