“En Venezuela, yo salía de trabajar a las 5 de la tarde, de ahí me tocaba buscar un supermercado y hacer una fila de hasta tres horas para conseguir alimento”, recuerda Aldo Pusticcio, un venezolano de 27 años que vive en la ciudad colombiana de Mosquera. “Tuve que decidirme a venir a Colombia”, dijo.
Al contar su historia al diario El Tiempo, el joven aseguró que el desempleo y la precariedad de su situación actual siguen siendo mejores que la vida en su país natal, que atraviesa una cruda crisis económica y humanitaria, con desabastecimiento de alimentos y medicinas, sumado a una inflación calculada en más del 700%.
Desde 2015, los venezolanos que comparten la situación de Pusticcio se han multiplicado, a medida que la situación social bajo el gobierno de Nicolás Maduro se torna más compleja.
Según cifras del Departamento de Migración de Colombia, entre 2014 y 2016 se duplicó el número de cédulas de extranjería otorgadas a venezolanos, de 20.000 a 40.000 documentos. En enero de este año, entraron al país 47.094 venezolanos, más del doble que en ese mes de 2016.
Más elocuente aún es el número de expulsiones, deportaciones y multas aplicadas a personas de esa nacionalidad. Si en 2012 poco más de mil personas atravesaron esa situación, el año pasado fueron más de 5.600. Hasta abril, casi 2.300 venezolanos fueron deportados, expulsados o multados, la mayoría de ellos por la falta de documentos para residir en Colombia.
El creciente flujo migratorio ha llevado a Bogotá a endurecer su política. El gobierno instauró una tarjeta de movilidad fronteriza, dedicada a personas que ingresan al país y vuelven a Venezuela constantemente, para adquirir alimentos o medicamentos; su uso sólo permite el tránsito por 16 municipios limítrofes y permite una residencia máxima de ocho días. También ha sancionado a 80 empresas por contratar mano de obra ilegal y actualmente investiga a otras 600.
El director de Migración colombiano, Christian Krüger, ha señalado que muchas de las entradas son ciudadanos colombianos que emigraron al país vecino hace años. “Más de un millón de colombianos calculamos alcanzó a residir en Venezuela en las tres últimas décadas, estas personas, estos colombianos, están regresando a nuestro país”, sentenció.
Hasta abril, más de 200 venezolanos habían pedido refugio en Colombia y, según Krüger, tres de ellos son militares. El funcionario reconoció que se trata de la ola de extranjero más grande que ha llegado al país.
REALIDAD PRECARIA
Aunque muchos de quienes cruzan la frontera hacia Colombia sean nacionales que por años residieron en Venezuela, el salto en el flujo comienza a crear disrupciones.
Una investigación de la Universidad Simón Bolívar en Colombia estima que unos 900.000 venezolanos ha llegado a ese país en los últimos 20 años, incluyendo a quienes tienen doble nacionalidad.
Hasta ahora, el gobierno ha decidido entregar atención de urgencia en salud a venezolanos en hospitales públicos y acoger a los niños en las escuelas sin necesidad de documentos. No es seguro que esa política se mantenga.
Migración Colombia estima que en Medellín, la segunda mayor ciudad del país, 6,5% del empleo informal está hoy en manos de venezolanos. En otras zonas, mas cercanas a la frontera, son más afectados aún por los cambios que implica la explosión inmigratoria desde Venezuela. Es el caso del departamento de La Guajira, al norte del país. En esa región, el alcalde de Dibulla, Bienvenido Mejía, señaló a EFE que “el gobierno nacional tiene que mirar y definir alguna política para atender esa situación, que si hoy no es tan grave todos los días se agudiza más”.
El edil relató que las calles de la región se ven llenas de venezolanos que buscan trabajo y que, debido a las precarias condiciones económicas, muchos caen en la delincuencia o la prostitución.
Su par de La Jagua del Pilar, José Amiro Morón, señaló que “en algún momento Venezuela le fue muy útil a Colombia y estas son crisis temporales en la que hoy nosotros no debemos darle la espalda”.
En entrevista con el diario El Tiempo, el presidente de la Asociación de venezolanos en Colombia, Daniel Pages, aseguró que muchos de sus compatriotas llegan con pocos recursos y, por falta de oportunidades, optan por la prostitución para poder mantener a sus hijos.
“Es la gente que no consigue trabajo y no tiene permiso laboral. Se deberían introducir en la economía del país y no marginarlos”, sostuvo.
ROCES POLÍTICOS
La crisis venezolana se ha profundizado desde el año pasado y, desde hace poco más de un mes, las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro han dejado más de 50 fallecidos.
Desde Colombia, el gobierno de Juan Manuel Santos ha tomado distancia de Caracas, con la que alguna vez tuvo cercanía. Los mandatarios han tenido declaraciones cruzadas y este mes, cuando Maduro anunció que convocaría a una Asamblea Constituyente, la canciller colombiana, María Ángela Holguín, señaló que “no creemos que sea la mejor solución”.
Los roces han escalado recientemente. La semana pasada, el Palacio de Miraflores protestó por el envío de más de 2.000 soldados al estado de Táchira, en la zona fronteriza, así como la presencia de vehículos blindados cerca del paso de Paraguachón. Caracas describió el hecho como “una insólita e inadmisible provocación”.
En respuesta, el Ministerio de Defensa en Bogotá señaló que las tropas “cumplen una función de control del delito en la frontera”.
VECINOS DE LA REGIÓN
Aunque Colombia es el país más afectado por la ola de personas que busca escapar de la crisis venezolana, otros países de la región también ven las consecuencias.
Brasil es otro caso notable. El estado norteño de Roraima ha notado un aumento exponencial, con más de mil solicitudes de asilo en el primer trimestre. Hace dos semanas, el ministro de Defensa, Raúl Jungmann, informó que el país había decidido enviar al embajador en Caracas de vuelta a su puesto, para ayudar “en la mediación política”.
“Ningún país puede combatir esa situación solo, sin sociedades con sus vecinos”, indicó Jungmann, quien elevó sus preocupaciones a autoridades colombianas y este mes se reunió con su par peruano, Jorge Montesinos.
En Perú, más de cinco mil venezolanos han soliticado el permiso temporal de permanencia, desde que dicha medida entró en vigencia hace tres meses. En los últimos diez años, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, una cifra similar se ha radicado en el país.
En Chile, según datos del Departamento de Extranjería, residen cerca de 8.000 venezolanos, pero la tendencia es a un rápido crecimiento. Entre 2005 y 2015, el número de visas temporales otorgadas se multiplicó por 20 y la de permanencia definitiva, por diez.
OEA SE REÚNE EL MIÉRCOLES
La Organización de Estados Americanos (OEA) celebrará este miércoles una asamblea para discutir la crisis venezolana, luego de que el país anunciara su intención de abandonar el bloque a fines del mes pasado ante las críticas que apuntaban a la falta de garantía de separación de poderes. La fecha se aprobó con el mínimo de votos requeridos, lo que da cuenta de la fuerte división de opiniones al interior de la organización. Chile, Argentina y Brasil estuvieron entre los países que respaldaron la celebración del encuentro, en el que no participará el país en cuestión, pese a que su salida no se hará efectiva antes de 2019. (DF)