El inicio de la historia no estuvo en Israel, sino que se dio en el seno mismo de la organización terrorista Hezbollah. Habría sido su propio líder espiritual, Nasrallah, el que autorizó el reemplazo de los sistemas de comunicación por radio y celulares por motivos de seguridad. La idea de usar pagers tenía la ventaja de evadir la detección y escucha a sus militantes, además de ofrecer un sistema de comunicación de mayor alcance y unidireccional. En marzo de este año comenzó el programa de reemplazo gestionado por Irán. Teherán contrató la compra de 5.000 pagers de los modelos AP924 a la empresa Gold Apollo de Taiwán. La compra fue triangulada mediante la empresa húngara BAC Consulting con sede en Budapest, que debía encargarse de fabricarlos y entregarlos al comprador. Gold Apollo confirmó que no intervino en la producción de los pagers y que solo concedió la licencia de producción. Además, que los pagos llegaron desde Medio Oriente y que la operación que preveía la entrega de los aparatos en El Líbano. Esto ya ofrece una primera pista.
Al entrar en El Líbano los pagers ya estaban en una zona controlada, por lo que la introducción del explosivo debió producirse en el momento de la producción o al ser enviados. Y el operativo fue realizado de tal manera que no despertó la sospecha de los terroristas. Se sabe que el explosivo utilizado fue la pentrita, una sustancia de uso común en detonadores y municiones. La elección no fue fortuita porque se trata de un compuesto que reacciona con la fricción y la temperatura y tiene una deflagración más violenta que otros explosivos. Esa deflagración fue producto de un recalentamiento de las baterías de los pagers generado por un mensaje enviado de manera masiva luego de vulnerar el sistema de comunicación, que se suponía estaba encriptado. La simultaneidad evitó que se deshicieran de los pagers a tiempo.
Cada pager sonó por al menos 9 segundos antes de estallar. Este alcanzó para llegar a la temperatura de 90° que disparó la detonación de la pentrita y para que los terroristas tomaran sus pagers y los acercaran a las zonas vulnerables de su cuerpo en el momento preciso. No es un detalle menor porque el incapacitar a los terroristas era el objetivo primario. En simultáneo y en menos de diez segundos, lograron dar de baja a por lo menos 3.800 terroristas que eran los usuarios de los dispositivos. Los pagers no se vendían en el mercado civil.
Circularon versiones sobre médicos y otros civiles heridos en la operación. La contratación y entrega de los pagers fue hecha por Irán de manera exclusiva para los integrantes del grupo terrorista. Cualquier desviación casual a esa previsión es un imponderable ajeno a Israel. Los terroristas convivieron cinco meses con los explosivos sin detectarlos. Fue otro error de seguridad porque por más que se tratasen de 20 gramos, ni los iraníes ni sus grupos asociados hicieron un control obvio sobre el cargamento que recibieron. Esto conduce al siguiente factor. Los pagers fueron entregados a toda la cadena de comando de Hezbollah y sembró una trampa explosiva en toda la red de mando. Y esto es crucial porque el golpe incapacitó a toda la estructura de un grupo que, por su verticalismo, es vulnerable a la perdida de jefes. Esto nos conduce al momento elegido, porque Israel tuvo cinco meses para ejecutar la acción. Horas antes el gobierno de Israel informó que iba a buscar el regreso de los refugiados del norte de su país que huyeron de los ataques de Hezbollah desde El Líbano y Siria. Israel acaba de descabezar a todo el comando de Hezbollah en un solo golpe y quizás en la víspera de una ofensiva. Y de este modo puede haber conjurado más ataques contra su territorio y, sin dudas, víctimas de un lado y el otro por ataques y represalias.
Hay otra consecuencia política y es que Israel volvió de la motosierra al escalpelo. La furia de la respuesta al 7 de octubre, tan criticada y costosa para la imagen israelí, puede ser ahora contrastada con una represalia diseñada para atacar de manera puntual y efectiva.
Por último, le devuelve al Mossad y al Shin Bet un prestigio que se había visto dañado a partir del 7 de octubre por el ataque no advertido de Hamas. No es un tema menor para un país que basa gran parte de su defensa en el efecto disuasivo frente a un entorno hostil.
Como efecto aledaño está el efecto opuesto en irán. Luego de la muerte de Haniyeh en Teherán y el fracaso de los ataques de abril, los iraníes deben dar cuenta de sus fallas al entregarles a sus seguidores una trampa explosiva a escala masiva. Esto genera una brecha de confianza. Y, además, quedaron expuestos una vez más el explotar uno de los dispositivos que estaba en manos de su embajador en El Líbano, demostrando de un modo dramático que la red de Hezbollah está bajo su comando, pero ahora ya no más bajo su protección.
Israel ejecutó una acción brillante con poco tiempo de preparación. Cinco meses desde la decisión de Nasrallah es muy poco tiempo para armar un esquema tan preciso y efectivo. Objetivamente, escribió una nueva página en la historia de las operaciones militares. por Ignacio Montes de Oca Pucará.org)