Osvaldo… ¿qué podría salir mal?-Alberto López-Hermida

Osvaldo… ¿qué podría salir mal?-Alberto López-Hermida

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A mediados de mayo recién pasado Osvaldo consiguió empleo. Una excelente noticia para él y los suyos, especialmente por las turbulencias del mercado laboral que ha afectado a todos los chilenos desde el llamado estallido social y la pandemia.

El proceso de selección fue largo y complejo. El buen Osvaldo competía de igual a igual con un buen número de otros postulantes, muchos de ellos con currículums que demostraban estar, al menos profesionalmente, mejor preparados para el cargo. Sin embargo, Osvaldo goza de cierta popularidad y quienes se encargaron de contratarlo le tenían mayor simpatía, además de desconfiar profundamente en la experiencia y capacidad de otros aspirantes.

Durante algunas entrevistas de trabajo Osvaldo dio señales algo confusas. A veces parecía no entender el trabajo al que postulaba y otras, simplemente, decía explícitamente que dudaba poder seguir las reglas exigidas con total claridad para desempeñarse en el cargo de manera correcta.

El trabajo es a plazo fijo, aunque Osvaldo podría solicitar por su cuenta que se le dé un poco más de tiempo para acabar sus labores si así lo requiriera. La paga es excelente… casi 8 sueldos mínimos. Felicidad total.

Una vez obtenido el cargo, Osvaldo ha comenzado a preparar el inicio de sus funciones, pero ha seguido dando señales confusas y hasta preocupantes. Por ejemplo, al día siguiente de ser confirmado para el empleo, dijo a viva voz que el resto del equipo con el que trabaje deberá someterse sin chistar a lo que él y sus aliados dispongan. Palabras como “diálogo” o “trabajo en equipo” no han sido parte de su discurso.

Pero eso fue sólo el inicio. Osvaldo ha exigido a las autoridades de la organización que entreguen beneficios a amigos y conocidos que, según él, han sido tratados de forma injusta. Extraña solicitud, pues nada tiene que ver con el cargo que asumirá.

Además, Osvaldo demandó que el día que él inicie su trabajo ninguna de las autoridades de la organización lo salude y ni siquiera se asome por su oficina. Simplemente no los tolera y no quiere sentirse “presionado” de ninguna manera.

Por otro lado, Osvaldo, ya contratado, ha puesto en duda el desempeño de sus funciones si es que a su lugar de trabajo no lo acompaña alguien que para él y los suyos es un líder espiritual. Se agradece la arista espiritual de Osvaldo, pero no dejó de generar cierta preocupación que condicionara el hacer su trabajo al hecho de tener presencia explícita de un ámbito totalmente personal.

A días de asumir su cargo, Osvaldo hizo otra exigencia. Pese a que las condiciones de su trabajo fueron expuestas desde un comienzo, él quiere ahora obligar a la organización que se le entreguen fondos para subcontratar a quienes él considere que puedan asesorarle para hacer (mejor) su trabajo… ese que él dijo que era capaz de hacer cuando fue entrevistado.

Por último, a horas de estrenarse, Osvaldo tuvo una nueva y curiosa idea… Invitó a sus amigos y conocidos para que el día que él asuma su cargo ellos rodeen su oficina y presionen, a cualquier precio, a la organización. No hay cuarentenas, ni distancia social, ni emergencia sanitaria para Osvaldo. Tampoco parece importarle que semejante aglomeración pueda devenir en violencia, mientras él esté calentito en su oficina.

Así es Osvaldo. Y la organización está en todo su derecho de estar preocupada.

Esa organización para la que trabajará Osvaldo es Chile.

Osvaldo es constituyente y escribirá el marco que regulará al país por las próximas décadas.

Osvaldo asume mañana su cargo.

¿Qué podría salir mal? (El Líbero)

Alberto López-Hermida

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