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Bolsas sufren nuevas caídas al recrudecer guerra comercial China-EEUU

A la espera de la apertura de Wall Street, los principales mercados del mundo operan con un claro sesgo a la baja debido al recrudecimiento de la guerra comercial entre EEUU y China, tras la nueva amenaza de Donald Trump.

En Asia, la Bolsa de Shanghai bajó 0,18%, mientras que la de Shenzhen se contrajo 0,57%. En Tokio, la plaza más importante de la región, el Nikkei anotó un retroceso de 0,36%.

Europa no lo hace mucho mejor y las acciones promedian caídas del orden del 0,7% en estos momentos. La plaza de peor desempeño es el la de Fráncfort, la cual se ve afectada por la dura e inesperada caída de la producción industrial alemana.

Los futuros de las bolsas estadounidenses también se tiñen de rojo y amenazan con contagiar a la mayoría de los mercados de América.

Ayer había sido una jornada de relajo para las bosas, luego de alguna señales de relajo en la guerra comercial entre las superpotencias comerciales.

Sin embargo, tras el cierre de Wall Street, Washington dijo que planea introducir aranceles adicionales a China por valor de otros US$ 100.000 millones. China no se quedó atrás y aunque no hizo más anuncios en materia arancelaria afirmó que luchará «hasta el final» y «a cualquier costo» contra las medidas de Trump.

Las nuevas amenazas suman más tensión a una jornada que tiene la publicación del informe oficial de empleo de EEUU, el dato más relevante para los mercados y que desató la corrección de los mercados al inicio de febrero.

RECRUDECE CONFLICTO COMERCIAL

China dijo que combatirá el proteccionismo estadounidense “hasta el final y a cualquier costo”, en medio de una escalada en la guerra de declaraciones en torno a los aranceles anunciados por el presidente Donald Trump a productos del país asiático.

Después de que Trump ordenara el jueves que se estudien tarifas adicionales por US$100.000 millones sobre los productos chinos, en un anuncio que golpeó al mercado de futuros estadounidense, el Ministerio de Comercio de China emitió un comunicado el viernes en el que afirma que el país no quiere una guerra comercial, pero está listo para pelear una.

La inesperada medida de Trump amenaza con contrarrestar los esfuerzos de altos representantes comerciales de ambos países por reducir las tensiones y alcanzar un acuerdo que evite un conflicto mayor, después de que una lista de productos que podrían ser objeto de aranceles publicada esta semana provocase una inmediata amenaza de represalias por parte de Beijing.

Los futuros de acciones estadounidenses cayeron tras el anuncio de la última orden de Trump a la Oficina de Representación Comercial (USTR, en inglés). Los futuros del índice S&P 500 cayeron hasta 1,6%, después de que el indicador lograra un avance de 0,7% el jueves. Las acciones asiáticas tuvieron una jornada mixta, mientras el yen subió antes de perder la mayoría de lo ganado.

“A la luz de la injusta respuesta de China, he instruido a la USTR que considere si tarifas adicionales por US$100.000 millones serían apropiadas bajo la sección 301 y, de ser así, identificar los productos sobre los que podrían imponerse”, dijo Trump en un comunicado publicado por la Casa Blanca.

Un funcionario presidencial aclaró después que la cifra de US$100.000 millones hacía referencia al valor de las importaciones que serían cubiertas por las tarifas adicionales, y no a la cifra total de los aranceles que serían impuestos a los productos.

“China responderá hasta el final y a cualquier coste, y atacará firmemente, usando nuevas medidas de amplio alcance, para defender el interés de la nación y su gente”, afirmó el Ministerio de Comercio en un comunicado publicado en su sitio web, sin dar detalles de algunas de las medidas posibles.

China dijo el miércoles que impondrá un arancel del 25 por ciento a cerca de US$50.000 millones de importaciones estadounidenses, entre ellas granos de soja, coches, productos químicos y aviones. La medida fue una respuesta a la lista de tarifas propuestas por Estados Unidos un día antes, que afectarían a US$50.000 millones en productos chinos.

Si China quisiera igualar la última amenaza de Trump, no tendría suficientes importaciones estadounidenses que gravar. Podría, eso sí, tomar otras medidas como reducir los paquetes turísticos y transferencias de estudiantes a Estados Unidos, o apuntar contra las operaciones de empresas estadounidenses en China.

El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, emitió rápidamente un comunicado tras la declaración de Trump el jueves, en el que explica que ninguna de las tarifas tendría un efecto inmediato. El Gobierno no ha aclarado cuándo entrarían en vigor los nuevos aranceles propuestos.

Lighthizer afirmó que cualquier tarifa adicional, así como las medidas anunciadas a inicios de esta semana, estaría sujeta a un período de 60 días para comentarios públicos. (DF)

Renuncia asesora legislativa de diputado Florcita Motuda

Sandra Basso, asesora legislativa del diputado Raúl Florcita Motuda Alarcón (PH), renunció a su cargo.

Según fuentes cercanas al equipo, Basso manifestó no sentirse cómoda acusando falta de seriedad del diputado, el que no habría tenido interés en informarse y seguir los lineamientos del grupo.

Además, entre otras cosas, le comunicó su molestia por la falta de argumentos en sus intervenciones.

Alarcón, en tanto, sostuvo que “tratamos de lograr armar equipo, pero no logró coincidir, y como soy parte de un equipo, debo atender a lo que el conjunto decida, ella tomó la decisión de no seguir y el equipo respetó su decisión”. (La Tercera)

C. Monckeberg: “Queremos que las personas vivan en zonas céntricas”

La propuesta de crear “inmobiliarias populares” o empresas formadas por las municipalidades para proveer de viviendas arrendadas a bajo precio es parte del debate sobre políticas habitacionales. Al respecto, el ministro Monckeberg dice ser partidario de la colaboración público-privada, modelo que implica que el Fisco no es el único controlador de la oferta de propiedades.

¿Cuál es la impresión que tiene de las inmobiliarias populares como la surgida en Recoleta?

En Chile hay una cultura de la vivienda propia, lo que ha ido mutando. Pero hoy la migración y la flexibilidad de las personas más jóvenes en torno a su hogar muestran que el arriendo es una opción. Nosotros vamos a seguir potenciando este subsidio que tiene una gracia: permite postergar la decisión de una vivienda definitiva y optar, quizás más adelante, a un mejor inmueble.

¿El Estado o los privados deben hacerse cargo de la construcción de viviendas?

Es evidente que la asociación público-privada es la más óptima. Si un municipio quiere explorar la generación de una oferta de viviendas para arriendo, como es el caso de Recoleta y Santiago, que lo hagan. Pero mi impresión es que vamos a tener mucho más respuesta en una asociación público-privada para la masificación de la oferta.

¿Las personas de escasos ingresos podrán acceder a sectores céntricos?

El Presidente (Sebastián Piñera) nos ha encargado que las personas vuelvan a vivir en zonas céntricas de la ciudad. Hay que darle un incentivo al sector privado para que entregue soluciones novedosas en las zonas centrales, por lo que hay que buscar opciones habitacionales dentro de la ciudad. Incluso, vemos que muchas personas prefieren arrendar en lugares bien localizados que comprar en sectores muy alejados. (La Tercera)

Ues. ciudadanas: «No tenemos dueños, ni controladores»

A principios del siglo pasado, en 1919, los penquistas se organizaron y lograron fundar la Universidad de Concepción. Años después, en 1954, en Valdivia se vivió un proceso similar y se logró que por medio de un decreto supremo se creara la Universidad Austral. Ambos planteles corresponden a corporaciones de derecho privado que tienen juntas de socios compuestas por la comunidad que las rodea.

Por mucho tiempo fueron conocidas como “las universidades ciudadanas”, dado su origen, y a que no tienen un dueño, según recuerda el rector de la U. Austral, Óscar Galindo.

El problema que viven actualmente estas instituciones es que al ser privadas se han visto envueltas en la discusión respecto de la existencia de controladores con fines de lucro en algunos planteles privados. Esto debido a que el Tribunal Constitucional decidió bajar de la futura ley de educación superior la prohibición de que los sostenedores persigan beneficios económicos.

Para estas tres universidades, su realidad dista mucho de aquellas instituciones creadas con posterioridad a 1981, aunque su composición incluyan a personas naturales y sociedades comerciales.

La U. de Concepción, según sus estatutos, posee una junta de socios que puede tener un máximo de 600 integrantes, quienes deben pagar una cuota anual máxima de 15 Unidades Tributarias Mensuales (UTM). La mitad de estos miembros son académicos de la institución y el resto personas naturales y algunas empresas de la zona. Tiene un directorio compuesto por 11 personas: el rector y 10 miembros de la junta que no pueden ser académicos.

El plantel del Biobío tiene entre sus financistas a la Lotería de Concepción, creada al alero de la universidad en 1921 para generar recursos que permitieran costear los gastos de su fundación, como por ejemplo la compra de terrenos.

En el caso de la U. Austral, tiene actualmente cerca de 150 socios y de acuerdo a lo que explica el rector Galindo, “nuestras asambleas de asociados se constituyen con personas que quieren colaborar con la buena marcha de la universidad, cualquier persona natural o jurídica puede solicitar ingresar a la asamblea de socios de nuestra universidad. Es una asamblea abierta y solo se exige el pago de una cuota social de 2 UTM al año”.

La mayoría de los integrantes son personas naturales, hay exalumnos, vecinos de las ciudades del sur de Chile, organizaciones como colegios profesionales y empresas como Colun y el Obispado de Valdivia. Ellos no participan en la elección del rector y de ninguna autoridad universitaria.

Ambos planteles fueron creados por ley, porque era la única manera que existía antes de 1981 para fundar una universidad en Chile. Por esto se consideran Ues. públicas, e incluso autoridades como la exministra de Educación Adriana Delpiano plantearon que bien podrían considerarse como Ues. estatales, al igual que la U. Federico Santa María, que pese a ser privada, como la U. de Concepción y la U. Austral, se considera diferente a aquellas creadas después de 1981.

La Universidad Técnica Federico Santa María nació en 1929 por voluntad testamentaria de Federico Santa María. “Él fue un hombre de mucho dinero y donó toda su riqueza para crear una universidad para Chile”, explica el rector Darcy Fuenzalida.

“Se crea sobre la base de una fundación y actúa como cualquier universidad estatal. Todas sus autoridades son electas a través de sus profesores, el Consejo Superior, el Consejo Académico y el Consejo Normativo son elegidos por los profesores y participan los profesores, funcionarios y estudiantes”, indica el rector.

El Consejo Superior está compuesto por representantes de los profesores, estudiantes, funcionarios, un integrante es nombrado por el Presidente de la República. Y también hay un representante de la comunidad nacional.

¿Cuál es la diferencia entre estos tres planteles y las otras universidades privadas? Según los rectores hay dos argumentos fundamentales: que ninguna de ellas tiene un dueño o propietario y que son planteles públicos.

Pese a ello, esta semana el ministro de Educación, Gerardo Varela, mencionó en una columna que la U. Austral, U. de Concepción y U. Federico Santa María “tienen sociedades con fines de lucro entre sus miembros. El ejemplo que nos dan esas universidades demuestra que se puede cumplir con los nobles fines académicos y los principios que inspiran a una universidad con independencia de la naturaleza jurídica de sus miembros, fundadores o controladores”.

Dicha apreciación indignó a los rectores, quienes en la última semana ya estaban molestos porque algunos parlamentarios, abogados y expertos en educación también los comparaban con universidades como la U. de las Américas, U. Andrés Bello y U. Viña del Mar, que son de propiedad del grupo Laureate, investigado por un posible caso de lucro con sus propias instituciones.

“No se puede confundir a una universidad pública con una privada creada después de 1981 que sí puede tener controladores. Nunca hemos tenido controladores, ni socios, ni miembros, porque somos una fundación”, enfatiza el rector Fuenzalida, de la U. Federico Santa María.

Mientras, su par de la U. Austral afirma enfáticamente que “somos universidades que no tienen propietarios ni controladores y por eso son universidades ciudadanas, que pertenecen al país”. Y agrega que “hay una enorme diferencia con las universidades creadas después de 1981, que en muchos casos tienen directorios cerrados, que tienen la facultad de controlar la institución y nombrar a las autoridades, entre otras materias. Por ello, el Artículo 63 de la ley no es aplicable a nuestras universidades, porque se refiere a aquellas que tienen controladores y no es nuestro caso”. (La Tercera)

La Moneda y Ciudadanos siguen en conversaciones: disposición colaborar

Ayer fue un día movido para Juan José Santa Cruz, luego de que tomara la decisión de declinar la posibilidad de llegar a TVN como presidente del directorio, opción que se le abrió luego de reunirse con el Presidente Sebastián Piñera. Si bien fuentes gubernamentales aseguran que el Mandatario no le ofreció explícitamente el cargo, sí es un hecho que rondaron el tema cuando hablaron de la situación del canal y de la disponibilidad de Santa Cruz a colaborar con el gobierno. Sin embargo, tanto en La Moneda como en Ciudadanos daban por descontado que el ex vicepresidente DC y artífice del movimiento político que encabeza Andrés Velasco llegaría a presidir el canal estatal.

Pero Santa Cruz dijo que no. “Por razones personales, familiares, no políticas”, dicen en su entorno.

El Líbero habló ayer con el dirigente político y le preguntó directamente por la situación. “Tuve una reunión con el Presidente y las conversaciones con él son privadas. Agradezco la deferencia y el interés de él por juntarse conmigo”, se limitó a expresar.

Si Juan José Santa Cruz hubiese llegado a la presidencia de TVN hubiese sido la incorporación más visible de un miembro de Ciudadanos a una posición de confianza del gobierno de Sebastián Piñera. Esa situación queda pendiente. Pero la posibilidad no se extingue.

“Tenemos la disposición de colaborar en lo que el Presidente requiera. Nosotros queremos y estamos para que al Gobierno le vaya bien”, dice Santa Cruz.

Si bien el ex democratacristiano dice estar abierto a apoyar a la administración piñerista, también aclara la definición política de Ciudadanos. “Si hay personas del movimiento que quieran participar en el gobierno no hay problema, pero es importante aclarar que nosotros no somos de Chile Vamos”.

Colaborar pero no ser un participante activo, ese pareciera ser el tono al interior de Ciudadanos.

CENTRO POLÍTICO EXTRAVIADO

En cuanto a posibles pactos políticos, Santa Cruz asegura que la afinidad del partido “está en el centro político”. Como así también lo siente el movimiento Progresismo con Progreso (futuro “En Marcha”) liderado por Mariana Aylwin. Ciudadanos ya ha empezado a entablar conversaciones concretas con ellos. “Si yo miro las fuerzas políticas más afines veo claramente a Evópoli y el Progresismo con Progreso. Lo que queremos es conformar un centro político sólido y bien establecido, el cual su debilidad actual es que está a la vista y debemos hacer un esfuerzo por rescatarlo. Ese espacio existe y está ahí”, recalca el ex DC. En la misma línea, asegura que han comunicado sus intenciones en conversaciones con Mariana Aylwin y Felipe Kast.

Respecto de posibles nombres de la centro izquierda que puedan unirse a la coalición, Santa Cruz dice que el sector pasa por una crisis, pero que en un futuro no descartan incluir a miembros de su partido de origen, la Democracia Cristiana. (El Líbero)

Ernesto Videla y la historia del conflicto que no fue

Autoridades civiles y militares de Chile y Argentina se reunieron ayer para conmemorar el bicentenario de la batalla de Maipú. El ambiente de genuina amistad que enmarca la estrecha relación que se ha consolidado con el país vecino, sin embargo, estaba muy lejos de avizorarse hace cuatro décadas, cuando la guerra fratricida entre ambos países se llegó a considerar “inevitable” y el conflicto se disipó casi por milagro. La publicación del libro Chile- Argentina, La Historia del Gran Conflicto, basado en las crónicas del general Ernesto Videla Cifuentes, jefe de la delegación de Chile ante la mediación de la Santa Sede en la disputa marítima austral con Argentina, viene a difundir y servirá para valorar uno de los capítulos más relevantes de nuestra historia diplomática.

El libro, publicado por la Universidad San Sebastián, recoge crónicas del principal protagonista chileno en la mediación papal, abarcando desde el origen del conflicto, que se inició con el desconocimiento, por parte de Argentina, del laudo arbitral sobre el asunto del Canal Beagle, desechando de un plumazo lo que ambos países convinieron conforme al Derecho Internacional y los tratados vigentes, con todo lo que ello implica. A partir de ese momento, el autor relata el incremento de las tensiones, las provocaciones y los preparativos bélicos de un conflicto cada vez más difícil de evitar. El relato constata, asimismo, el complejo escenario vecinal, regional y global en el cual debió accionar la diplomacia chilena durante más de una década. El diferendo con Argentina llegó a tal punto de tensión, que las acciones de guerra sólo fueron postergadas por un “milagroso” temporal, que obligó a volver a puerto a las unidades navales ya desplegadas en la zona austral. A ese extremo habían llegado ambas naciones hacia fines del año 1978, cuando acordaron recurrir a la mediación del Papa Juan Pablo II.

La misión de conducir las negociaciones por parte de Chile en la mediación papal recayó en el entonces coronel Ernesto Videla, a la sazón Director de Planificación del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuya labor polifacética quedó reflejada tanto en el proceso de la mediación, como en sus resultados.Destacamos en la personalidad de Videla, entre otras virtudes, su singular inteligencia y versatilidad, características que le permitieron llevar la conducción de ese extenso proceso, desde el inicio de la negociación hasta su conclusión, de manera brillante. Demostrando su habilidad innata para liderar, conformó un variado y completo equipo de trabajo con civiles de distintas especialidades, sacando el mejor provecho de las capacidades que cada cual de sus integrantes podía aportar. Ese personaje, de quien se solía decir en  Cancillería que era “el más civil de los militares”, es quien nos relata la historia del conflicto.

El valor testimonial en lo histórico y su aporte reflexivo como experiencia diplomática, hacen del texto de Videla una lectura amena y didáctica. El público joven se beneficiará de esta lectura, que presenta hechos trascendentales, pero poco difundidos, de nuestra historia reciente. Para los estudiosos de las relaciones internacionales el relato contiene vivencias, descripciones y reflexiones de alto valor, indispensables para entender a cabalidad los orígenes del conflicto y las complejas negociaciones desplegadas para resolverlo. En su relato, Ernesto Videla describe y reconoce la participación de diversas personalidades políticas, juristas y diplomáticos, que, con diverso grado de protagonismo, tomaron parte en los esfuerzos por hacer prevalecer la paz entre ambos países. Las entrevistas de Mónica Cerda a las principales personalidades chilenas y argentinas vinculadas a este proceso histórico contextualizan el texto de esta interesante crónica del recordado militar y diplomático. (El Líbero)

Jorge Canelas, cientista político, director de CEPERI

Género y liberalismo, una curiosa interpretación-Valentina Verbal

En una columna de opinión publicada en este mismo medio, Claudio Alvarado, director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES Chile), arremete confusamente contra una ensalada de cosas distintas: Felipe Kast, el proyecto de ley de identidad de género, el liberalismo, etc.

En primer lugar, afirma que las identidades trans en los niños serían reversibles en un 80% de los casos. Pero, pese a que refiere (vía link) a alguna que otra fuente, no se da el trabajo de preguntarse por la calidad metodológica de dichos “estudios”. ¿Sabrá Alvarado que ellos han sido profundamente cuestionados por meter en un mismo saco a niños trans con niños homosexuales y, además, con niños con disconformidad de género, es decir, que expresan lo que vulgarmente se llama “confusión de roles”? ¿Sabrá, asimismo, que el manual de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), en su versión IV del año 1994, a partir del cual se basan esos estudios, establece cinco criterios de diagnósticos, uno de los cuales solamente se refiere al “deseo repetido […] de ser del otro sexo”, mientras que el resto da cuenta de acciones asociadas a roles de género? ¿Habrá advertido, en otras palabras, que el “diagnóstico” a partir del cual se configura el universo de esos estudios no contiene, desde un inicio, a niños necesariamente trans, o que expresan abiertamente el deseo de pertenecer al otro sexo? ¿Se habrá, por último, enterado que, en el caso de los adolescentes, el universo estudiado sí comienza con un claro diagnóstico de transexualidad, puesto que se basan en la administración, desde los 14 años de edad, de terapias de reemplazo hormonal de acuerdo a los estándares de salud trans-específica?

En segundo término, Alvarado repite el manido argumento de los supuestos “daños” que, contra terceros, produciría el proyecto de ley de identidad de género, en caso de ser promulgado. Señala el autor: “En la medida que la ley hace superfluo el sexo biológico, quienes coinciden con esta particular acepción de la identidad de género suelen encontrar aquí un apoyo estatal para imponer unilateralmente sus pretensiones”. Bajo esta misma premisa, ¿no podría incluso justificarse la prohibición del divorcio vincular —como, de hecho, lo hicieron otrora los conservadores en Chile— bajo el pretexto de que los hijos o la familia en su conjunto pueden verse afectados?

Además, resulta curioso que Alvarado califique a las identidades trans como una “particular concepción de la identidad de género”, dando así a entender que ellas no deberían ser reconocidas por el Estado, como sí deberían serlo las identidades cisgénero (o no trans). ¿Por qué el reconocimiento estatal de una determinada visión de la sexualidad humana —esencialista y procreacionista, y que considera como “desviaciones” a la homosexualidad y la transexualidad— no constituiría, del mismo modo, una imposición unilateral de las pretensiones de los conservadores en contra de las sexualidades alternativas? ¿Acaso la búsqueda de reconocimiento de estas sexualidades se hace por la vía de la exclusión de los derechos de las personas heterosexuales y no trans? No, justamente la “pretensión” de reconocimiento de las familias homoparentales o de la identidad de género de las personas trans apunta a incluir, en igualdad de derechos, a comunidades de personas histórica e injustamente discriminadas. ¿Puede Alvarado seriamente seguir defendiendo la discriminación estructural —a partir del aparato coercitivo del Estado— de las personas de la diversidad sexual? Creo, poniéndome en sus zapatos, que esto resulta muy difícil, pero sería interesante leer su respuesta a ésta y otras preguntas que le planteo en esta columna.

Por otra parte, Alvarado formula un curioso argumento de corte corporativista, que a estas alturas de la historia podría haberse creído superado. Sostiene él que los fines institucionales comunitarios estarían por encima de los fines individuales. Y agrega que la primacía de las personas, y de sus fines propios, afectaría la existencia de “idearios sociales robustos”, pero sin explicar claramente cuáles serían éstos y quién los decretaría para el resto. ¿Por qué la existencia de un orden social que garantice que los fines propios de los individuos sean (al mismo tiempo) supremos, sin que deban subordinarse a supuestos fines colectivos, afectaría el desarrollo de una sociedad basada en la convivencia, cooperación, asociatividad, etc.? ¿Por qué, dicho de otro modo, los fines individuales no podrían dar lugar a fines comunitarios a partir, precisamente, de la cooperación que esos fines generan en el mercado y en asociaciones sin fines de lucro? ¿Por qué, en fin, los fines de los individuos deberían verse cercenados o severamente restringidos por la existencia de supuestos fines “comunitarios”, reconocidos por el Estado como oficiales?

Por último, y en el marco de su crítica al proyecto político de Felipe Kast (Evópoli), Alvarado demuestra, una vez más —en la persistente línea de su centro de estudios— entender escasamente los fundamentos del liberalismo. A diferencia de lo que él señala en términos caricaturescos, la “óptica liberal” no supone la constatación de “intereses individuales” para crear instituciones o ampliar la intervención del Estado. Es precisamente todo lo contrario: implica defender un orden social —que Hayek calificaba de espontáneo— en el que las personas puedan perseguir sus propios fines, sin que el Estado les imponga un fin moral colectivo, al que deban someterse. Este orden, aunque no implica en sí la ausencia de normas jurídicas o de instituciones estatales, se basa en la idea de que las personas tienen derecho a buscar su propio destino y que, además, cuando lo hacen, tienden a cooperar pacíficamente en la consecución de fines comunes. Pero, a diferencia de la visión que Alvarado, no se trata aquí de una suerte de neo-corporativismo, sino simplemente del ejercicio de la libertad de asociación y de la cooperación voluntaria que, por ejemplo, se da a través del mercado o de organizaciones de ayuda social. Y lo más importante es que, ahora con Kant, las personas puedan ser consideradas como fines en sí mismos y no como meros medios, que es lo que se deprende de visiones corporativistas o estatistas.

¿Por qué Alvarado piensa que el liberalismo que promueve Felipe Kast apuntaría a aumentar las regulaciones legales y el aparato del Estado? ¿Sabrá mi contraparte que no toda legislación es necesariamente coactiva y que, de hecho, en el caso de los proyectos de ley de matrimonio igualitario y de identidad de género, a lo que se apunta es a reconocer la libertad sexual de las personas y, a partir de ello, a darles los mismos derechos que las personas heterosexuales y no trans?

Invito a Claudio Alvarado a reconocer abiertamente que, además de efectuar una muy curiosa interpretación del liberalismo (incluyendo aquel promovido por Felipe Kast), su postura apunta a fundar una sociedad corporativista y estatista en materia sexual, lo que no se condice con la idea de una sociedad abierta y republicana. Tampoco, dicho sea de paso, con la modernidad, surgida en el siglo XVI y especialmente en las revoluciones liberales de los tres siglos siguientes. No se ve por dónde, al menos para el caso de las personas de la diversidad sexual, Alvarado valora los principios de libertad individual y de igualdad ante la ley. Ojalá pueda en el futuro dar cuenta de sus ideas de manera algo más fundada de lo que, hasta ahora, lo ha hecho en torno a cuestiones asociadas a la diversidad sexual. (El Líbero)

Valentina Verbal, historiadora, consejera de Horizontal

Los dueños del Estado

Aunque muchas veces la izquierda dice querer combatir el poder que ejerce sobre el país el sector empresarial, a quien llama “los dueños de Chile”, ahora que el gobierno de derecha legítimamente busca nombrar personas afines a sus ideales en cargos de confianza política, varios líderes de izquierda buscan aferrarse a sus cargos en el sector público. Esos líderes, que carecen de la dignidad necesaria para renunciar a trabajar en un gobierno que impulsará políticas con las que ellos no comulgan, se comportan como si se creyeran dueños del Estado.

Las elecciones constituyen oportunidades para que la gente decida la hoja de ruta que seguirá el país por los próximos años. Cuando la coalición que ostenta el poder es castigada por el electorado, corresponde que sus líderes se hagan a un lado y dejen que gobiernen aquellos que fueron popularmente mandatados para hacerlo.

Cuando un líder político se niega a renunciar a un cargo de confianza alegando condición de funcionario público, no sólo está siendo engañoso respecto de su verdadera identidad, sino que, además, está haciéndole un daño a la reputación de los funcionarios públicos. Para que el Estado funcione bien, debe haber cuadros profesionales bien capacitados de funcionarios públicos capaces de implementar de forma no partisana las políticas públicas y prioridades del gobierno de turno. Por cierto que los funcionarios públicos pueden tener sus propias preferencias, pero su trabajo no consiste en tratar de defenderlas o en promover sus propios valores; su obligación es desempeñar funciones que convierten en realidad las promesas que hizo en su campaña el gobierno actual.

Como bien recordaron muchos líderes de izquierda durante la discusión sobre el aborto en tres causales y la posibilidad de que funcionarios públicos del sector salud tuvieran el derecho a ser objetores de conciencia, los funcionarios públicos no están en sus cargos para defender sus valores personales, sino para implementar las políticas públicas en vigencia. Si un funcionario público discrepa de las políticas públicas que ha decidido implementar legalmente el gobierno, tiene la opción de renunciar y buscar otro trabajo. Pero ese funcionario no puede atornillar al revés porque cree que el gobierno está haciendo lo equivocado o porque sus valores personales discrepan con los del gobierno. Uno no tiene por qué estar de acuerdo con lo que piensan políticamente los jefes, pero si un trabajador de un restaurante tiene problemas éticos porque el restaurante pasó de ser vegano a vender carne, no puede por eso botar la carne a la basura. Puede renunciar y buscar otro trabajo; pero no puede decidir cuál va a ser el tipo de comida que vende el restaurante.

Con la llegada del gobierno de Chile Vamos, hay numerosas anécdotas de funcionarios de confianza del gobierno anterior— incluidos candidatos a diputados y cores, y cientos de militantes activos de partidos de oposición— que buscan aferrarse a sus cargos o que abiertamente han dado señales de no aceptar que ahora el gobierno implemente sus prioridades.  Además de que resulta patético que esos funcionarios no hayan tenido la dignidad de renunciar voluntariamente a sus cargos, es lamentable que algunos de ellos reclamen cuando se les pide la renuncia. La abogada de derechos humanos, dirigente comunista y candidata a diputada del PC en 2017, Julia Urquieta, simbolizó esa actitud de rebeldía con un tweet en que acusaba al gobierno de “cavernario” por cesarla en su cargo. Engañosamente, Urquieta se definió como “funcionaria pública”, cuando su principal actividad es ser líder política.  Algunos defensores de Urquieta recordaron su encomiable trabajo como abogada de derechos humanos en dictadura, pero ese trabajo la hace merecedora de un premio, no de un cargo público en el que le tocará implementar políticas públicas a las que ella sistemáticamente se ha opuesto.

Para que el Estado funcione bien debe haber funcionarios públicos competentes y no partisanos que implementen las políticas estatales y las del gobierno de turno.Cuando los líderes políticos de una coalición perdedora se quieren disfrazar de funcionarios públicos para seguir cobrando sueldos, esos políticos actúan indignamente y dañan la imagen de lo que en realidad deben ser los funcionarios públicos. Porque la Nueva Mayoría perdió la elección, sus líderes y sus militantes activos debiesen renunciar a sus cargos en el gobierno. Los militantes que son funcionarios públicos y que no están dispuestos a implementar las prioridades del nuevo gobierno, deben ser consecuentes y renunciar. Tratar de aferrarse a un cargo que obtuvieron por afinidad política con el gobierno anterior o disfrazarse de funcionarios públicos sólo refleja que muchos líderes de izquierda —que normalmente critican a la derecha empresarial por creerse dueños de Chile— se están comportando como si ellos fueran dueños del aparato público del Estado de Chile. (El Líbero)

Patricio Navia

Complejidad económica y Chile-Ignacio Valenzuela

Ricardo Hausmann y César Hidalgo, académicos de Harvard y MIT, respectivamente, lideran desde hace algunos años investigaciones que cuantifican intercambios de bienes entre los países. Ellos introducen el concepto de complejidad económica; esto es, la capacidad de los países de generar valor determinado en base a la diversificación de sus exportaciones. Esta complejidad sería indicativa de las perspectivas de crecimiento de cada país. Dichos trabajos y otros semejantes permiten concluir que Chile tiene un caso difícil: no solo tiene una diversificación productiva acotada, sino que, además, los productos que exporta, en general, no requieren mayor sofisticación tecnológica. Anecdóticamente, el mismo Hausmann ha dicho que nuestro país es como California en términos de clima y recursos naturales, pero donde no existe un Silicon Valley o un Hollywood.

No obstante, el futuro podría no ser tan negativo. Nuestro país parece ser tierra fértil para la creatividad y el emprendimiento. Así lo afirma una nota del Instituto de Estudios Económicos, que sitúa a Chile como el país de la OCDE con mayor porcentaje de emprendedores. Sin embargo, aun está por verse cuántas de las iniciativas relacionadas representan una buena idea de negocios y, de seguro, aquellas que lo hagan tardarán en contribuir significativamente a la prosperidad del país.

Con todo, mientras se desarrollan los procesos anteriores, la coyuntura política y económica internacional deja ver que Chile tiene potencial para explotar un elemento diferenciador en la región: sus gobiernos corporativos. A pesar de que se nos enrostre la carencia de un Silicon Valley, en realidad, no todo lo que allí ocurre es envidiable. Los escándalos recientes de Facebook, Uber y Theranos son sólo una muestra de las dañinas consecuencias que gobiernos corporativos débiles o negligentes tienen en la creación de valor. Asimismo, Latinoamérica no se encuentra en mejor pie. Malas prácticas empresariales tienen tanto a Brasil como Perú -otrora prometedoras economías en desarrollo de la región- sufriendo el yugo de la inestabilidad.

Chile tiene hoy la oportunidad de destacar por la gobernanza de sus empresas. Si bien nuestro país no es el paladín de la ética empresarial, tiene una hoja de vida más limpia que la de sus vecinos. Estos, además, deberán distraer recursos valiosos en reconstruir confianzas rotas en el contexto internacional (y ello va a demorar). A lo anterior se suma nuestro marco institucional estable, empresas con presencia regional y señales de un repunte económico. El viento favorable se ve reforzado aun más por la aparición cada vez más recurrente de temas de gobernanza y sustentabilidad en la agenda empresarial chilena. A pesar de ello, el camino no será fácil. A modo de referencia, según el ranking Doing Business elaborado por el Banco Mundial para el año 2017, la regulación de Chile en temas de gobernanza corporativa es inferior a la de Argentina, Colombia, México y, paradójicamente, Brasil y Perú.

A pesar del terreno entregado, hacer los esfuerzos por mejorar vale la pena. Desde el punto de vista externo, buenas prácticas de gobiernos corporativos mejoran el posicionamiento del país en la competencia regional por atraer inversión. En lo interno, disminuyen la corrupción, maximizan los ahorros de las personas, favorecen la innovación y promueven a las empresas como actores relevantes en el desarrollo del país. Además, generar desde ya una cultura de gobiernos corporativos, difundiendo su significado y relevancia, allanará el camino a los emprendimientos que vendrán.

La mejora de nuestros estándares de gobernanza presenta desafíos exigentes. Ciertamente se requiere de políticas públicas en línea con los estándares internacionales en la materia. Aun así, las mayores oportunidades están en la expansión de una nueva cultura empresarial. Esta presupone una visión holística de la misión de cada empresa en la sociedad y su propuesta de valor en un ecosistema competitivo. Al mismo tiempo, necesita directorios dedicados, que privilegien una visión de largo plazo implementada sobre la base de decisiones informadas y documentadas. Por último, requiere del entendimiento que, en tiempos de redes sociales, la transparencia en el actuar y la contribución al bien común representan una oportunidad para el desarrollo empresarial.

Mientras mentes lúcidas y visionarias generan las condiciones para inclinar métricas como las de los señores Hausmann e Hidalgo a predecir para Chile un futuro más boyante; hay momentum para convertir gobiernos corporativos modernos, eficientes y transparentes en nuestra nueva y persistente ventaja comparativa. (La Tercera)

Ignacio Valenzuela

China insta a Europa a «actuar juntos» contra proteccionismo de EEUU

China pidió el viernes a la Unión Europea “actuar juntos” contra el proteccionismo de Estados Unidos, mientras aumenta la tensión entre Pekín y la administración Trump en plena guerra comercial.

“China y la Unión Europea tienen por responsabilidad hacer respetar el orden comercial multilateral basado en reglas (…) tenemos que actuar juntos”, afirmó el embajador chino ante la UE, Zhang Ming, en una declaración contra el proteccionismo estadounidense.

“En un mundo en que las incertidumbres son grandes, una relación estable entre la UE y China es un elemento precioso”, agregó.

Y fustigó las decisiones estadounidenses “típicamente unilaterales y proteccionistas, que crean un muy mal precedente”.

“Estados Unidos le da la espalda a las reglas reconocidas internacionalmente”, agregó, advirtiendo contra “el retorno a la ley de la jungla” en el comercio internacional.

“Si esto ocurre, los intereses de todo el mundo se verán afectados, los de la UE incluidos”, agregó.

Hace dos días, un portavoz de la Comisión Europea, Daniel Rosario, insistió en la importancia del respeto de las reglas de la OMC cuando fue consultado sobre la escalada del conflicto comercial entre China y Estados Unidos. (Pulso-efe)