Esta semana las pensiones de gracia se convirtieron en una real desgracia país. El informe de la Contraloría dejó claro la falta de rigurosidad al proponer a los candidatos. Muchos tenían antecedentes penales, no “delitos menores”, como los calificó en septiembre el subsecretario del Interior Manuel Monsalve. De los entonces 41 casos iniciales, luego se habló de 58 y hoy desde el gobierno dicen que son 69. Parece ser que el número está en crecimiento. Dentro de los delitos violentos cometidos por los beneficiarios de esta prebenda, privilegio estatal, hay condenados por homicidio (no es un delito menor), producción de material pornográfico infantil (delito altamente mayor), abuso sexual, estafa, tráfico y microtráfico de estupefacientes, robo con violencia y violencia intrafamiliar, todos delitos altamente graves
En muchos casos los antecedentes no estaban completos, no había certificados médicos que realmente acreditaran un daño real y permanente que pueda ser acusado como auténtica “violación a los derechos humanos”. Sin duda nos encontramos frente a pensiones vitalicias, sueldos de por vida, pagados a personas con el dinero de todos los chilenos que ciertamente no tienen sustento alguno. Parece ser que no eran “pensiones de gracia” sino más bien “pensiones de muchas gracias”, es decir agradecimiento a favores políticos. Sin duda, quemar el país fue servil políticamente para que quienes hoy nos gobiernan llegaran al poder y, por tanto, a los delincuentes de la llamada “primera línea” no sólo había que homenajearlos en el ex Congreso Nacional, sino además premiarlos con dinero. Sueldos “truchos” inmerecidos e inmorales.
El Presidente había dicho en septiembre que revocaría estos privilegios mal habidos, sin embargo llegamos a enero y si no es por la presión política y mediática del tema, no habría revocado ninguna. Sólo a un beneficiario, el pedófilo que comercializaba pornografía infantil, se le quitó la pensión. El resto, nada. El Partido Comunista presiona para no quitarles el “sueldo” “bien ganado” a los revolucionarios octubristas. Son parte de ese mundo de la calle donde, aunque sean gobierno a los marxistas leninistas les gusta estar. “Un pie en la Moneda y otro en la calle”. El supuesto Socialismo Democrático dice estar “incómodo”, pero poco hace. Lo cierto es que por omisión son culpables y el hecho de permanecer con los “niños inexperimentados”, sólo los ha hecho seguir “amaneciendo mojados”. Le temen a los comunistas, lo que deja en evidencia quién realmente ostenta el poder.
El tema es complejo, ya que una pensión de gracia “per se” es un beneficio para honrar a alguien por su real “gracia”, por haber hecho algo que construya país. Eso es siempre bueno, un país debe ser siempre agradecido.
Por otro lado, estas pensiones pueden hacerse cargo de abusos cometidos desde el Estado para corregir daños que, deben ser permanentes. Daños momentáneos, paga momentánea; daños permanentes, paga permanente. Los Derechos Humanos son algo serio. Una visión que honra la vida humana única e irrepetible del ser personal. Es una noción que nace de la tradición judeo cristiana que considera al hombre creado a la imagen y semejanza de Dios, por tanto, libre y ocupando un lugar primordial en la creación. Un sujeto de derechos. Esto que es serio e importante, no puede, ni debe banalizarse.
El INDH debiera velar por la protección de los derechos inalienables de toda persona, no sólo de quienes son serviles a una causa política. El usar la bandera de los Derechos Humanos para lograr beneficios específicos por favores políticos es inmoral y atenta contra los derechos humanos mismos. Que esta entidad estatal, con funcionarios y sueldos estatales, pagados por todos los chilenos trabaje para sólo algunos chilenos es más que cuestionable. Que presente candidatos sin méritos y faltos de antecedentes para recibir sueldos de por vida a cargo del resto de los chilenos, es inmoral.
Esto deja en evidencia que el INDH no vela por los derechos humanos, sino que es una oficina pagadora de favores políticos y una entidad sesgada que no merece ser financiada por todo Chile. En este caso, las pensiones de “muchas gracias” para pagar favores se han convertido en una real desgracia para Chile. La ideología y politización de las instituciones es un cáncer país que debe ser erradicado.
Es el Presidente quien puede y debe enmendar revocando, dejando sin efecto todas las pensiones “truchas” y asumir los costos políticos de hacer lo correcto. Enfrentar a los comunistas y hacer lo que corresponde, si no lo hace es cómplice. Por otra parte, los miembros del INDH que presentaron candidatos “maquillados” deberán responder ante la justicia por malversación de fondos públicos. (El Líbero)
Magdalena Merbilháa