Petro en Chile-Hernán Felipe Errázuriz

Petro en Chile-Hernán Felipe Errázuriz

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La visita de Estado del Presidente Gustavo Petro pareció lamentablemente marcada por el ideologismo, activismo y personalismo del mandatario colombiano, por sobre la conmemoración del bicentenario de las relaciones bilaterales, su valoración y proyección. Chile y Colombia ostentan una histórica y fructífera relación en lo político y económico que no debe ser ignorada.

Colombia, con una población que más que duplica a la chilena, registra una economía de tamaño similar, inversiones recíprocas directas importantes y en alza, en los dos países; en nuestro caso, las segundas en importancia con países latinoamericanos, y a diferencia de los demás, con relevante y diversificada inversión de empresas colombianas en Chile. El intercambio comercial, aunque mayormente dependiente de importaciones de carbón, es creciente. Comercio, además, amparado por el acuerdo de integración regional de más proyecciones, moderno, reconocido y eficiente, la Alianza del Pacífico, prácticamente obviada en la visita.

Correctamente se incluyeron en la agenda acciones conjuntas para el fortalecimiento de la democracia y la integración en América Latina, políticas ambientales, colaboración nacional al proceso de paz en Colombia, intercambio cultural y cooperación en materias antárticas, satelital y en otros rubros de interés compartido.

Imposible de omitir fue la esperada colaboración en aspectos migratorios. La migración procedente de Colombia, que además facilita el tránsito a venezolanos, es de altísima preocupación nacional, especialmente en la zona norte, donde abundan el descontrol fronterizo y los ingresos ilegales. Habrá que seguir con atención la realidad de la colaboración colombiana ofrecida y pactada.

La visita se vio interrumpida —se dijo— por el anticipado regreso de Petro para atender los derrumbes en el departamento del Cauca (donde llegó dos días después), dejando pendiente su reunión con el presidente de la Corte Suprema. Al mismo tiempo, la coincidencia y atención derivadas de la asonada en Brasil, las violentas protestas e inseguridad en Perú, y la controversia y crisis de gabinete nacional causadas por los indultos presidenciales opacaron la conmemoración del bicentenario de las relaciones bilaterales.

Interesante es destacar los distintos enfoques de los presidentes de Chile y Colombia a la diplomacia. Siendo ambos de izquierda y con afinidades en políticas públicas, el Presidente Boric exhibió una visión y conducción bajo políticas de Estado, respetuoso de la situación interna de Colombia. No fue así por parte del visitante.

Chile y Colombia tienen un amplio espacio y potencial de renovada cooperación, valores compartidos y una considerable agenda pendiente que exige, por encima de las relaciones personales entre los mandatarios, una diplomacia profesional. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz