Por qué mueren las democracias

Por qué mueren las democracias

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La democracia, que es relativamente reciente en la historia de la humanidad, es sólo un sistema de organización de la sociedad; es un instrumento, que responde a una filosofía societal específica de ideales. Es el resultado de la evolución política, un eslabón de una cadena que sigue. Va a emerger sí o sí otro sistema de organización, seguramente mejor, al menos adecuado a los tiempos.

En la era de la inteligencia artificial es elemental que emergerá otro tipo de orden, con nuevas reglas. No es claro que la tecnología sea democrática como la entendemos, y es una pregunta muy profunda que debemos indagar. La tecnología es hija de la razón pura, de la ciencia, es la objetivación de la realidad, y el ser humano es más que ello. Quien crea que la inteligencia artificial servirá al ser humano, confunde deseos con realidades. Esto va acoplado al Transhumanismo más allá de si nos agrada o no.

La democracia tradicional tiene muchos enemigos. Hay ciertos virus para los cuales el sistema inmunológico de la democracia es incapaz de defenderse. Grandes enemigos han sido el fascismo, comunismo, terrorismo, militarismo.

Sin duda la violencia en cualquiera de sus formas es enemiga mortal de la democracia, que es el mundo de las ideas, de la razón, del principio de la colaboración y participación. Nunca es muy asertiva la democracia con la violencia porque no es de su esencia. Gran parte de la violencia proviene del odio, que es la antítesis de la razón y por ende enemigo mortal de la democracia. Las ideologías del odio como aquellas basadas en la lucha de clases, nunca son realmente democráticas; de hecho, proponen una “dictadura del proletariado”. Sin estado de derecho no hay democracia efectiva. El respeto a la ley es fundamental.

Otro virus mortal es el populismo, en todas sus formas. Es prometer lo que no se puede cumplir, es mentir. Es manipular las emociones más que el debate de la razón, que es el dominio propio de las ideas, no de los eslóganes. El fraude, la deshonestidad y la mentira entonces son enemigos de la democracia. La mentira que hoy en día se presenta con nuevos disfraces, como la posverdad, las campañas de propaganda, la mala dialéctica, la corrupción, el falseo de las cifras.

Si no ha escuchado de la inteligencia artificial Deepfake le recomiendo empezar a investigarlo. Lo encontrará antes en Youtube que en nuestra televisión de la farándula y la telenovela. Antes pensábamos que las imágenes de una cámara eran irrefutables, pero hoy puede ser una mentira propositada.

Fotoshop ya cambió todo, pero ahora ya es posible hacer videos de personas que no son esas personas y que casi no se distinguen. Muy pronto ya no será posible saber si el personaje es verdadero o faked. ¿Qué pasa si se levanta un video falso de un líder global declarando una guerra? Las redes sociales lo difundirían globalmente en cosa de segundos, y podría haber reacciones brutales antes de poder detectar que es falso. De eso se habla hoy en los círculos políticos más avanzados. Sobre eso se legisla. Es una nueva forma de terrorismo digital.

Lamentablemente la evolución de la democracia requiere la evolución de la clase política. Eso nunca ocurrirá en la lógica de la propia democracia. Los incumbentes jamás legislarán para su propio reemplazo, que sería lo realmente generoso. Pero son humanos.

Por todo lo anterior, si la inteligencia artificial logra salvarnos del cambio climático, es casi trivial anticipar que cambiará radicalmente la organización política del mundo. La tecnología será quien mande, como de hecho lo hace de manera sutil en crecientes aspectos de nuestra vida cotidiana. Lo curioso es que los virus que destruyen la democracia y creen que mandarán, sólo pavimentan el cambio al dominio final de la tecnología inteligente. El salto evolutivo es real, es mejor informarse que entrar en negación. (La Tercera)

Sergio Melnick

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