Presidenciales sin recetas

Presidenciales sin recetas

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Lo más claro hoy es que el expresidente Piñera lidera las encuestas de cara a las próximas presidenciales. El resto está todo por verse. Si dichas encuestas se confirman, y Piñera es reelegido para conducirnos por otro período, aparecen una serie de interrogantes para las cuales seguramente ni el mismo tiene respuestas significativas: ¿Cómo va a gobernar? ¿Qué políticas públicas va a privilegiar? ¿A quién va a dejar contento y a quién va a frustrar? Son sólo algunas de ellas.

Lo que sí sabemos es que las recetas tradicionales poco resultan en un Chile que, al igual que el resto del mundo, se ha vuelto cada vez más complejo y difícil de liderar. Si no lo cree, basta preguntarle a la actual Presidenta cómo le ha ido aplicando recetas que poco han comprendido la psicología del ciudadano corriente.

En efecto, la presidenta Bachelet es un claro ejemplo de la máxima que señala que “aquello que te dio el éxito en el pasado será probablemente la causa de tu fracaso en el futuro”. Repetir la receta del carisma y la cercanía con la gente, no sólo no ha logrado una mejora en la aceptación de su actual programa gubernamental, sino que ha empeorado aún más su liderazgo, mostrándola incapaz de manejar situaciones complicadas donde sus fórmulas tradicionales de empatía ciudadana han quedado cortas.

Para el caso del expresidente Piñera, la tentación de repetir la fórmula de una administración con orientación técnica y no política también podría ser una trampa mortal. Pensar que lo que tiene este gobierno por los suelos es únicamente la falta de manejo técnico en la aplicación de su programa es una reducción inaceptable para quien pretenda enmendar el rumbo del país para los próximos cuatro años.

Es cierto que la actual administración adolece de competencias técnicas para implementar medidas de mejora sin afectar el crecimiento y la productividad del país, pero por sobre todo, padece de falta de conocimiento político para comprender que la ciudadanía no está disponible para sacrificar beneficios personales por ideales sociales.

Piñera, en contraposición, sin duda posee las competencias y los equipos técnicos para proponer medidas que resguarden el crecimiento y la salud fiscal del país, pero hasta ahora no ha mostrado poseer habilidad política para contener una ciudadanía que a la vez es incapaz de aceptar medidas que, aun siendo buenas para ellos, sean percibidas como socialmente injustas.

Se trata de una contradicción cuya resolución no es fácil ni menos se encuentra en algún recetario al que echar mano. Será simplemente la capacidad de un liderazgo político la que definirá el éxito o fracaso de su eventual próxima administración.

Lo dicho no significa que sea un tema insalvable para el candidato favorito, sino que deberá redoblar sus esfuerzos en tener además de soluciones técnicas eficaces, equipos políticos sólidos, capaces de combinar dichas medidas con un liderazgo social que hasta ahora se ha encontrado bastante más desarrollado en los partidos tradicionales de izquierda que en lo que representa el sector político que hoy mayoritariamente lo apoya. (DF)

Rafael Mies

 

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