Primarias a medias: el dilema de ChV sin Kast ni Kaiser

Primarias a medias: el dilema de ChV sin Kast ni Kaiser

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Desde un plano netamente electoral, dejando de lado consideraciones internas, si algo parece estar claro en el mapa presidencial, es que la izquierda chilena debe ir con una candidatura única. En un contexto global donde el viento corre a favor de las oposiciones, y considerando que en Chile se sumarán cerca de 6 millones de nuevos votantes obligados, que han demostrado votar en contra del poder, una izquierda dividida es una invitación en bandeja a un escenario con dos candidaturas de derecha en segunda vuelta.

Lo que no está claro es lo que debiera hacer la centroderecha. Chile Vamos, en particular, enfrenta un dilema: hacer una primaria sin Kast ni Kaiser, sus figuras más competitivas, o evitarla y quedar expuestos a críticas de haber “regalado” la cancha a la izquierda. En esa disyuntiva, algunos argumentos se repiten como dogmas: que todo presidente ha ganado primarias; que no hacerla significa ceder visibilidad al adversario; que se perdería legitimidad ante el electorado. Pero, ¿qué tan relevantes son estos argumentos?

1. Primarias y presidencia: correlación no es causalidad

Desde que se instauraron las primarias legales en 2013, todo presidente de Chile ha competido y ganado la suya: Bachelet en 2013, Piñera en 2017, Boric en 2021. ¿Es una suerte de requisito mínimo? Revisemos la última primaria del sector.

La primaria de Chile Vamos en 2021 fue una de las más abiertas, competitivas y mediáticas de la historia reciente. Participaron Joaquín Lavín, Mario Desbordes, Ignacio Briones y Sebastián Sichel. Hubo alta convocatoria, buena cobertura mediática y un desenlace inesperado. Sichel se impuso con un discurso de renovación, derrotando a figuras tradicionales del sector. ¿Y qué pasó después? En la elección presidencial de noviembre, terminó cuarto. Ni siquiera se acercó a la segunda vuelta.

¿Quiere decir esto que la primaria fue irrelevante? No. Pero lo que sí demuestra claramente es que ganar una primaria, por muy mediática que sea, está lejos de ser determinante para el resultado final.

2. ¿Se le regala vitrina a la izquierda?

Otro argumento clásico es que, si Chile Vamos no hace primarias, se le estaría entregando a la izquierda una vitrina exclusiva. A primera vista, parece un error estratégico grave.

Todas las encuestas realizadas inmediatamente después de las primarias presidenciales de julio de 2021 mostraron un alza significativa en la intención de voto de ambos ganadores: Gabriel Boric y Sebastián Sichel. Este liderazgo se sostuvo hasta septiembre; en octubre, el envión de las primarias ya no existía. Y con voto obligatorio es más notorio aún: muchos nuevos votantes deciden su preferencia recién en las últimas semanas. Por lo tanto, preocuparse por la visibilidad del adversario cinco meses antes refleja una ansiedad más comunicacional que electoral.

3. ¿Vitrina o espejismo?

Se suele decir que las primarias ofrecen una vitrina privilegiada: entrevistas, debates, franja electoral. Y es cierto que para muchos candidatos, sobre todo liderazgos locales que quieren figurar a nivel nacional, ese período puede ser clave para instalar su nombre o su mensaje.

Pero conviene poner las cosas en perspectiva. En Chile, las primarias presidenciales convocan poco más del 20% del padrón, y ese electorado no es representativo del país: es el más ideologizado, politizado y predecible. Es decir, quienes votan en primarias ya decidieron, en su mayoría, por quién votarán en noviembre.

Uno podría argumentar que más allá de los votos, lo importante es la visibilidad. Pero si la candidata de Chile Vamos es Evelyn Matthei, con décadas de exposición pública, altos niveles de conocimiento y preferencias transversales, ¿realmente necesita esa vitrina?

4. El riesgo de competir sin competencia

Una primaria de derecha sin Kast ni Kaiser, más que una oportunidad, puede transformarse en un riesgo. Si se convierte en una contienda poco competitiva, con escasa participación y sin tensión real, lo que proyecta no es unidad ni fuerza, sino desmovilización. Peor aún si se la contrasta con una primaria de la izquierda que logre convocar más votantes y generar mayor expectativa.

En política, pocas cosas pesan más que el contraste. Y si la derecha organiza una primaria deslucida, sin músculo ni entusiasmo electoral, ese contraste puede costarle caro. En ese escenario, no hacer primaria podría ser menos costoso, al menos simbólicamente, que hacer una que termine mostrando debilidad.

No habrá contrafactual, por lo que es clave proyectar correctamente el escenario. La izquierda, si no se suicida y celebra primarias, saldrá fortalecida no por haber tenido más pantalla o haber “ocupado” un espacio mediático, sino por una razón mucho más simple y efectiva: elegirá a un solo candidato o candidata.

El escenario de Chile Vamos dista sideralmente de eso. Sus decisiones sobre primarias no determinarán, por sí mismas, el éxito o fracaso del candidato(a) oficialista.

Por eso, lo más sensato no es preguntarse si conviene o no hacer primarias en abstracto, sino considerar lo que sí sabemos: que ganar una primaria, sin Kast ni Kaiser, está lejos de ser determinante; que la “vitrina” que ofrecen las primarias, a cinco meses de la elección y con voto obligatorio, tiene un impacto mucho más limitado de lo que suele creerse; que las encuestas sobre participación en primarias tienden a sobreestimarla de forma sistemática; y que una primaria poco competitiva y de baja convocatoria puede terminar proyectando más debilidad que fuerza.

En síntesis, dadas las circunstancias actuales, hacer una primaria sin Kast ni Kaiser sería más un error que una oportunidad para Chile Vamos. (Ex Ante)

Juan Pablo Lavín