¿Puede la UE ser la policía del mundo?

¿Puede la UE ser la policía del mundo?

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El término «policía del mundo” desata reacciones negativas, a pesar de que nadie niega que las policías son necesarias. Eso se debe a que ningún Estado ha aspirado oficialmente a ese cargo ni ha sido elegido por una mayoría. Como otros países antes de Estados Unidos, el gigante norteamericano simplemente asumió el rol de garante global del orden y lo ejerció en nombre de sus propios intereses.

Si los estadounidenses llegan a desentenderse de esa tarea autoimpuesta algún día, el asunto de sus sucesores será de discusión obligatoria. Una de las propuestas más probables en el marco de ese debate será seguramente: «Si el cargo en cuestión es el del policía del mundo, las Naciones Unidas deberían velar por el orden”. Pero, así como ese escenario no ha funcionado en el pasado, tampoco funcionará en el futuro. La desunión y los intereses disímiles de sus casi doscientos miembros han impedido que se llegue a soluciones colectivas. Generalmente, han sido Estados puntuales poderosos los que han dejado su impronta, en las buenas y en las malas.

Es por eso que el puesto de «policía del mundo” no quedará vacante, por muy bonita que sea esa idea. Tan pronto surge, todo vacío es llenado. Si Estados Unidos tira la toalla, otros se subirán al ring. Eso salta a la vista en Siria, por ejemplo: Rusia, Turquía e Irán serán las instancias que definan el nuevo orden de posguerra. En Asia, será China la que expanda su área de influencia. Puede que los europeos hayan perdido la paciencia alguna vez frente a la prepotencia y la ingenuidad con que Estados Unidos juega el papel de gendarme en la escena internacional; pero la situación no sería mejor si China, Rusia o Turquía lo sustituyeran.

A ALEMANIA DE FALTAN CONDICIONES

Pero, ¿cómo están los europeos, en lo que respecta a su aptitud y voluntad para erigirse en garantes del orden mundial? Está claro que no quieren ser los «policías del mundo, pero la frase «asumir más responsabilidad” se tornó en un eslogan popular, sobre todo en Alemania, que con frecuencia es acusada por los estadounidenses de comportarse como un polizón. En todo caso, el alcance de la expresión «más responsabilidad” no es muy clara.

Quien quiera asumir el rol jugado por Estados Unidos o tan siquiera hacer como si lo quisiera, tendría que estar dispuesto a elevar su gasto militar considerablemente, sabiendo que ese dinero va a faltar en otros lados; a estacionar soldados en cualquier rincón del planeta para que combatan, consciente de que muchos no regresarán; a soportar que en muchas partes se le perciba como un enemigo. Tendría que estar convencido de que su propio orden tiene un carácter ejemplar a escala global y tendía que imponerlo. En lo que concierne a Alemania, ninguna de estas condiciones político-sociales se cumplen.

¿LA UE COMO «POLICÍA GLOBAL»? SOLO EN SUEÑOS…

Así, cabe pensar todavía que la Unión Europea, como bloque, pueda asumir esa responsabilidad. Como alianza de Estados democráticos con un gran peso económico y militar, y con un montón de «soft power», la UE pareciera haber sido concebida para ello. Pero sólo en teoría. Cuando a la UE se le pide que asuma funciones parecidas, son con frecuencia países puntuales los que saltan a apagar incendios; sobre todo las potencias de antaño, Gran Bretaña y Francia. Con el Reino Unido a punto de abandonar las filas de la UE, quedan Francia y Alemania, pero estos dos Estados son demasiado diferentes entre sí como para lucirse a dúo. Eso quedó claro ya cuando se discutió la cuestión de las misiones militares en Libia y Siria. Una UE de los 27 capaz de velar por el orden mundial es sólo un sueño.

Lo más probable es que esa tarea la haga un conjunto variado de centros de poder regionales; dependiendo de la crisis que se presente, unos y otros podrían cooperar en combinaciones cambiantes. Bajo esas condiciones, los estadounidenses quizás dejarían de jugar un papel determinante, pero seguirían siendo importantes. Por su parte, por un buen tiempo, a los europeos no se les permitiría salir de su rol como potencia regional sin verdadera voluntad para la intervención militar. Y es justamente por eso –y porque comparten los mismos valores, eso suele olvidarse últimamente– que los europeos y los estadounidenses deben seguir buscando un vínculo estrecho en materia de política internacional. Estados Unidos fue, es y será más que Donald Trump. (DW)

Christoph Hasselbach

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