Las 3R ecológicas: Reducir, Reutilizar y Reciclar, son estrategias para el manejo y disminución de residuos que buscan contribuir a la protección y conservación del medio ambiente. Reducir, busca disminuir el consumo de bienes materiales pues esta acción está asociada a la generación de residuos. Reutilizar esta asociado a extender la vida útil de un producto en desudo antes de eliminarlos. Cabe destacar que la reducción y la reutilización no solo son para productos manufacturados. Por ejemplo, se puede reducir el consumo de energía o se puede reutilizar el agua. Finalmente, el Reciclaje busca tratar y/o transformar desechos, degradables y no degradables, en nuevos productos.
Hace un año el Congreso de Chile aprobó una Ley de Fomento al Reciclaje. La Ley, a través de la Responsabilidad Extendida del Productor (REP), obliga a los fabricantes o importadores de seis productos prioritarios a organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos haciéndose cargo de éstos una vez que terminan su vida útil. Estos productos prioritarios, identificados así por ser de consumo masivo, de volumen significativo y por generar residuos peligrosos son: aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, pilas, envases y embalajes, neumáticos. Con la nueva Ley se espera que al menos un 30% de los residuos se reciclen en el país.
Respecto de los consumidores, la ley solo hace referencia a éstos señalando que su obligación será separar y entregar el residuo de un producto prioritario a un gestor de este producto, los cuales serán las mismas empresas, los recicladores de base y los municipios. Estos últimos serán quienes promoverán la educación ambiental sobre prevención y valorización, a la vez de implementar los puntos para la disposición de dichos residuos.
Ahora, ¿qué pasa con todos aquellos productos que no son identificados como prioritarios como latas, plásticos, vidrios o residuos vegetales? Si bien la ley no hace referencia explicita a estos residuos, estrategias para fomentar la separación de estos no son nuevas. Hace años existen los puntos limpios para separar los residuos que la población genera, diferenciándolos en plástico, latas, vidrios y papel. Destaca que en los puntos limpios no hay contenedores para depositar residuos orgánicos y vegetales. Claramente, su rápida descomposición y lo que esto conlleva, como malos olores o la presencia de plagas, podría ser la causa de su no tratamiento, terminando estos residuos en cualquier basurero y posteriormente en un relleno sanitario o en un vertedero.
Pero ¿solamente separar en origen o destino es reciclar? La verdad es que no. Separar residuos solo es la primera etapa del reciclaje. El verdadero reciclaje es un proceso mediante el cual los residuos se convierten o transforman en materia prima para fabricar un nuevo producto, igual o distinto al original. Según esta definición la transformación del residuo o su reutilización es el corazón mismo del reciclaje y la separación es la primera acción para un exitoso proceso.
Todas las acciones que se han desarrollado e implementado no apuntan a la transformación misma de los residuos. Si del total de residuos que se generan al año en el país el 41% corresponde a residuos domiciliarios, no debiese existir una estrategia o campaña que apunte directamente a las personas y sus viviendas. La transformación en origen es una medida efectiva de reciclaje, así como de reducción y reutilización de residuos ¿Porqué no fomentar y enseñar a reciclar en la vivienda? Si bien no todos los residuos se pueden transformar en un espacio urbano y reducido, por ejemplo el vidrio o las latas, son innumerables las formas de transformar el papel y los residuos vegetales. Por ejemplo el compostaje, como forma de reciclar vegetales e incluso el papel, no es nuevo y es una medida comprobada, efectiva y ambientalmente sustentable para la transformación y reutilización de dichos residuos. (La Tercera)
Hugo Contreras