Es imposible que gobiernos impopulares, más en contextos económicos deprimidos, no afecten los resultados electorales del oficialismo. Ayer no fue la excepción. En la elección de convencionales, la votación de Chile Vamos fue 17 puntos porcentuales más baja que la obtenida en la elección de diputados de 2017. Es un castigo muy superior al que se anticipaba y revela que los partidos de esta coalición no pudieron sostenerse en la buena evaluación de varios de sus candidatos presidenciales. Este resultado obligará a esta coalición a revisar su mensaje y la manera de interactuar con sus votantes. Las candidaturas presidenciales van a ser seguramente afectadas por este resultado y tendrán que reevaluar sus campañas. Además, la pérdida de municipios importantes en el país tiene un costo político no solo en el corto plazo, sino también en las próximas elecciones de Presidente y Congreso.
La lista del Apruebo, en este caso posiblemente afectada por la debilidad de sus candidatos presidenciales y también por la indefinición en su proyecto político, fue la coalición más afectada en esta elección, retrocediendo casi 20 puntos respecto de la elección de 2017. Ello ocurrió a pesar de que el péndulo político se desplazó claramente hacia la izquierda. La lista del Apruebo Dignidad también cayó en votación, pero en una proporción menor y, adicionalmente, obtuvo triunfos emblemáticos tanto en las elecciones de constituyentes como de alcaldes y gobernadores. Por eso, esta coalición quedó relativamente fortalecida y tiene una nueva oportunidad, después de los tropiezos que ha experimentado en el último tiempo, para intentar un crecimiento definitivo en apoyo político. El proyecto propio probablemente se fortalecerá, más todavía con el mal resultado de la ex-Concertación. Intentarán muy rápidamente tender puentes con sectores independientes que se sienten identificados con posturas de izquierda. El desafío será seguramente mantener un aglutinamiento mínimo, que es algo que les ha resultado difícil sostener. Habrá tensiones luego que RD obtuviese una votación mayor que el PC y cuyos proyectos no está claro que sean convergentes.
Ahora la suma de la votación de los partidos cayó significativamente, dando paso a un crecimiento significativo de los independientes. Estos habrían logrado un poco más de un 40 por ciento de los votos en la Convención Constitucional. Sin desconocer los méritos de las distintas listas de independientes, el agotamiento de los partidos políticos y la poca confianza que existe en ellos terminó alejando a la población de ellos. El significado de esta situación para el futuro no es evidente por el carácter particular de la elección para la Convención Constitucional, pero indudablemente puede provocar cambios importantes en el reordenamiento político.
La participación ciertamente decepcionante, en torno al 42 por ciento, revela que no es un problema de representación. Las alternativas nunca habían sido tan diversas. Aun así, no hubo suficiente interés. Es muy posible que tanto Chile Vamos como la lista del Apruebo no hayan sido capaces de movilizar a varios de sus votantes. Tendrán que esforzarse en el futuro para movilizarlos, pero ello requiere convocar y no vivir encerrados en disputas de poder. Habrá que entender también por qué la posibilidad de escaños reservados no convocó a quienes se identifican con los pueblos originarios. Por ejemplo, en el caso del pueblo mapuche, solo el 24 por ciento de quienes podían votar por ellos lo hizo. En fin, son muchas las alternativas disponibles, pero la convocatoria fue sorprendentemente baja. (El Mercurio)
Harald Beyer