Ruptura final

Ruptura final

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El gobierno quedó en una situación imposible: si decide recurrir al Tribunal Constitucional para impedir el tercer retiro de fondos previsionales no solo se pondrá en contra de la voluntad del 80% de la gente, sino también, en la vereda contraria a su propia coalición, donde una amplia mayoría de diputados apoyó el proyecto. La rebelión oficialista llegó al punto que el candidato presidencial de RN -Mario Desbordes- advirtió a La Moneda la posibilidad de reponer la reforma constitucional permanente que fue rechazada en la Cámara de Diputados, y que podría haber sorteado sin más el obstáculo de la inconstitucionalidad.

Ahora, si el Ejecutivo recurre al TC para impedir este tercer retiro tiene garantizado un rechazo total de la opinión pública; y si lograra echarlo abajo, las consecuencias pueden ser todavía más complejas. Por el contrario, si opta por no recurrir a dicha instancia, estará avalando una iniciativa que, como ya lo estableció el TC en el retiro anterior, trasgrede el orden institucional. Es decir, el gobierno se encuentra hoy en una situación donde, desde la perspectiva política, está condenado a perder o perder.

Pero esta vez hay además un elemento nuevo, que hasta ahora no se había expresado con la fuerza de esta oportunidad: es el grado de ruptura entre el Ejecutivo y su base política, la derrota maciza que la mayoría de los parlamentarios oficialistas decidió propinar a su gobierno. En los hechos, ya no hay tiempo ni condiciones para recomponer los vínculos y, al contrario, es probable que un sector de Chile Vamos haya definitivamente decidido no seguir cargando sobre sus espaldas con la enorme impopularidad del presidente y su administración.

Con el respaldo a este tercer retiro, el oficialismo puso su firma en los papeles de divorcio, en la convicción de que el Ejecutivo terminó siendo un lastre que, frente a los desafíos electorales en curso, resulta simplemente imbancable. No tiene sentido seguir siendo leal a un gobierno que no suma nada, que solo aporta descrédito. Porque todas las evidencias parecen confirmar que la única manera de salvar algo en este interminable naufragio, es tomando distancia.

Y esa puede ser, al final, la extraña paradoja que encierra esta decisión, este movimiento frío, frívolo y oportunista llevado adelante por un sector de Chile Vamos. El que solo a partir de esta distancia y esta desafección sea posible tener alguna viabilidad electoral en las contiendas que se avecinan y, sobre todo, en la elección presidencial. Que solo sumándose en este trance a la derrota y humillación política del gobierno pueda ser viable representar una alternativa que no sea percibida como una tortuosa continuidad.

Desde esta lógica, no sería descartable que, sin este gesto, sin esta definitiva puñalada por la espalda, no exista la posibilidad de encarnar nada distinto a lo que, justa o injustamente, representa el más impopular gobierno desde el retorno a la democracia. (La Tercera)

Max Colodro

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