Salida dolorosa

Salida dolorosa

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¿Qué se puede esperar en Venezuela? María Corina Machado dice que González Urrutia será el Presidente en enero, pero por ahora no hay indicios de que eso se convierta en realidad. Nicolás Maduro está tan aferrado al poder como en los últimos años y planea nuevas intrigas para consolidar el régimen, endureciendo la represión y fortaleciendo sus cuadros internos. Entonces, ¿hay alguna salida o el país está condenado a seguir la ruta de Cuba y Nicaragua? La tragedia del pueblo venezolano obliga a seguir explorando opciones para recuperar la democracia.

Descartadas la ruta electoral (ya nadie cree que muestren las actas y menos que reconozcan la derrota) y, por supuesto, una intervención militar extranjera, todavía existen esperanzas en círculos opositores de que una grieta en el chavismo produzca el milagro de la caída del dictador. Que sectores militares y civiles descontentos con los resultados electorales y con el aislamiento internacional le quiten el piso a Maduro y busquen una salida negociada con mediadores externos, sean colombianos, brasileños o mexicanos, de la Unión Europea o incluso de EE.UU.

Maduro y su círculo más estrecho no tienen incentivos para retirarse. Por el contrario, saben que solo en el Palacio de Miraflores están a salvo del repudio popular y de la justicia internacional. Pero colaboradores menos involucrados podrían, con ciertas garantías, decidir que vale la pena entregar a su jefe y salvar el pellejo. ¿Y cuáles serían esas garantías? Impunidad, beneficios procesales o rebaja de penas, aunque duela el estómago que la justicia no dé el castigo adecuado a los individuos que han hecho miserable la vida de los venezolanos y obligaron a emigrar a 7,7 millones de ellos.

Machado ha insinuado esta posibilidad. Ha dicho que la oposición está “abierta a la negociación” sin “persecución o venganza para los oficialistas”, pero para que eso sea posible, primero tendría que producirse la ruptura dentro del chavismo y eso aún no está a la vista. Pero sí podría estarlo con las presiones diplomáticas internacionales adecuadas. Ni Maduro ni Diosdado Cabello, ni los hermanos Rodríguez ni Tarek Saab y otros investigados por la Fiscalía de la Corte Penal Internacional estarán disponibles para una negociación. Saben que los crímenes de lesa humanidad, de los que el fiscal de la CPI ha dicho hay “motivos razonables” para creer que cometieron desde 2017 —por ordenarlos, tolerarlos o no prevenirlos—, no tienen posibilidad de lograr impunidad.

Sin embargo, la mayoría de los funcionarios y militares de menor rango no están dentro de los investigados por esas causas, y son responsables de delitos como abusos de los derechos humanos, tráfico de drogas, lavado de dinero, entre otros, que bien podrían ser motivo de penas menores e incluso de una amnistía, si fuere el caso. Por repugnante que parezca, quizás este sea un camino por el que se avance hacia la recuperación de la libertad de los venezolanos. (El Mercurio)

Tamara Avetikian