La expresidenta Bachelet irrumpió en la campaña afirmando, al son de Pablo Milanés, que la propuesta de la Convención no es perfecta, mas se acerca a lo que siempre soñó. No hace tanto, en marzo de 2018, la misma expresidenta presentó un proyecto de nueva Constitución que incorporaba y tenía como base, además, una vasta discusión pública.
Como nunca supimos que Bachelet tuviera constreñimientos para lo que propuso, podemos suponer que ese era su texto perfecto, al menos, en aquel momento. Comparar ese proyecto (lo llamaremos PB) con el de la Convención (lo llamaremos CC) resulta ilustrativo por varios motivos, incluso para formarse una opinión sobre el que ahora debemos votar. Destacaré las principales diferencias entre ambos.
En PB Chile era un Estado unitario, con administración descentralizada y desconcentrada. En CC el Estado es regional e incluye unidades territoriales que gozan de autonomía política, administrativa y financiera para la realización de sus fines e intereses. PB consideraba las provincias. CC las suprime.
CC declara a Chile como un Estado plurinacional. PB reconocía a los pueblos indígenas “como parte de la Nación chilena”. CC otorga a los pueblos indígenas derechos especiales y más favorables en materia de tierras, aguas, educación y varios otros. Nada de eso había en PB. Este declaraba que la soberanía residía en la nación y en sus diversos pueblos indígenas; se obligaba a promover y respetar su integridad, así como sus derechos y su patrimonio cultural y lingüístico. Por último, les aseguraba escaños en el Congreso. PB tampoco contemplaba nada parecido a las autonomías territoriales indígenas, que CC consagra con autonomía política, administrativa y financiera y sistemas de justicia propios.
En materia de derechos económico-sociales, PB era sobrio, dejando amplio espacio para que diversas opciones políticas ofrecieran distintas fórmulas para realizarlos, lo que no me parece pueda predicarse de CC. En materia de expropiaciones, PB disponía una indemnización por el daño patrimonial efectivamente causado e impedía tomar posesión del bien expropiado mientras no se pagara totalmente la indemnización. En CC la indemnización será por el justo precio y hay exigencia de pago antes de la toma de posesión, pero no se requiere que sea al contado. En cuanto a la minería, PB garantizaba la propiedad minera, disponiendo que las concesiones se otorgaban por decisión judicial, que ellas constituían propiedad y que no podían extinguirse sino del mismo modo. El proyecto CC no contiene una palabra sobre propiedad minera. PB aseguraba los derechos de propiedad industrial sobre las patentes de invención, marcas comerciales, modelos, procesos tecnológicos u otras creaciones análogas, lo que desaparece en el de la Convención. Disponía PB que los derechos de los particulares sobre las aguas otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos. CC los establece como autorizaciones de uso revocables por la autoridad e incomerciables.
En cuanto al régimen político, PB propuso un período presidencial de seis años, sin reelección ni inmediata ni posterior. CC, en cambio, cuatro años, con reelección inmediata. En PB el Presidente mantenía iniciativa exclusiva en materia de gastos, tributos, seguridad social y otras. En CC la pierde. En PB había Senado, con facultades de participar en todo proyecto de ley. CC lo sustituye por una Cámara de las Regiones, con facultades legislativas limitadas.
En PB la judicatura mantenía sus atribuciones de gobierno interno, de proponer los nombramientos de los jueces, de evaluación judicial y remoción de jueces. Todo eso se traslada ahora a un todopoderoso Consejo de la Justicia.
PB propuso que el Tribunal Constitucional, cuyo sistema de nombramiento mejoraba, mientras CC lo politiza aún más, mantuviera el control preventivo de constitucionalidad de la ley. CC lo suprime.
PB contemplaba el estado de emergencia, para enfrentar las graves alteraciones del orden público, lo que CC elimina.
Por último, y como PB no era refundacional, contemplaba cuatro normas transitorias. CC contempla 57.
Mercedes Sosa popularizó otra canción, compuesta por un chileno, cuyo coro canta que todo cambia en este mundo. Entre haber impulsado hace cuatro años el Proyecto de Bachelet y abrazar ahora el de la Convención hay un cambio sideral. Los partidos de centroizquierda y la propia Bachelet han decidido pegar ese salto. La pregunta pendiente es si los acompañará su electorado. (El Mercurio)
Jorge Correa Sutil