Segunda renovación socialista: debate en construcción

Segunda renovación socialista: debate en construcción

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En las últimas semanas, la propuesta de una “segunda renovación socialista” ha cobrado impulso en el ámbito público, con El Mostrador, un medio independiente, convirtiéndose en el epicentro del debate. Hasta la fecha, ya se han publicado una docena de intervenciones, la mayoría de ellas en este medio.

Este fenómeno no es casualidad; refleja la naturaleza abierta, ciudadana e intergeneracional del debate que se está gestando. Si esta tendencia se mantiene, estaríamos ante una forma innovadora de construcción de pensamiento político: una que, lejos de los discursos cerrados y elitistas, promueve un intercambio que –siguiendo la tradición de la democracia deliberativa– parte del supuesto de que las ideas son más fuertes, legítimas y generan mayor compromiso cuando surgen de un proceso inclusivo y abierto al público.

Para proteger y enriquecer este proceso de discusión, hay dos elementos fundamentales: 1) el privilegio de la crítica y 2) evitar la apropiación político partidaria del debate.

1. La crítica como motor del debate público

Hasta ahora, el debate ha dado cabida a muchas voces favorables, pero también ha acogido críticas valiosas. Estas críticas son fundamentales, quizás incluso más que los apoyos entusiastas, porque permiten un crecimiento genuino del proceso.

Francisco Flores, por ejemplo, sugiere que hablar de una “segunda renovación socialista” podría ser un ejercicio prematuro si no se basa en cimientos sólidos. Según Flores, las renovaciones auténticas no se decretan; emergen cuando las condiciones internas y externas se alinean de manera natural.

Miguel Valderrama, desde una perspectiva filosófica, sostiene que el hecho de hablar de una renovación socialista revela que aún se habita un imaginario político agotado. Para él, cualquier esfuerzo renovador debe replantearse tanto la democracia como el concepto de lo político en el contexto abierto por el estallido social de 2019.

José Miguel Ahumada, por su parte, argumenta que la primera renovación nunca logró superar el neoliberalismo, y advierte que repetir las fórmulas del pasado sin una revisión crítica radical podría llevar a los mismos resultados insatisfactorios.

Lo destacable de este debate es precisamente su apertura y desarrollo constante, que ya constituye una primera respuesta a este tipo de críticas. Que la discusión se esté llevando a cabo en un medio tan accesible y participativo como El Mostrador, demuestra un esfuerzo consciente por no repetir los errores del pasado.

La crítica sobre la falta de concreción es válida, pero es a través de este intercambio plural que las ideas deben moldearse y definirse. No obstante, surge un desafío crucial: cómo y quiénes podrán sistematizar este diálogo de manera que, sin perder su profundidad y complejidad, pueda transformarse en propuestas políticas y programáticas concretas. Este desafío nos lleva directamente al segundo punto.

2. Mantener el debate abierto y libre de apropiaciones partidarias

Es crucial reconocer que esta discusión sobre la “segunda renovación socialista” no está completamente aislada de la política partidaria del Socialismo Democrático, pero tampoco debe limitarse a ella. Un debate abierto y expansivo, como el que se está desarrollando, tiene el potencial de enriquecer las prácticas y políticas de los partidos de izquierda, aportando nuevas ideas y perspectivas que podrían revitalizar sus programas y acciones.

Sin embargo, para que esta renovación sea genuina y transformadora, no debe ser capturada por ningún partido ni subyugada a los intereses de una facción específica. Es esencial mantener un enfoque de doble vía.

Este proceso debe seguir siendo abierto y superar las fronteras y limitaciones de cualquier estructura partidaria. Las urgencias de la política partidaria a menudo no dejan espacio para un debate profundo; subordinar esta discusión a los “permisos” de las dirigencias sería un error estratégico fatal.

El llamado inicial a la “segunda renovación socialista”, realizado por Carlos Ominami hace poco más de un mes, parece haber encontrado un terreno fértil para florecer, siempre y cuando se mantenga fiel a estos principios de autocrítica, apertura y autonomía frente a la cooptación política partidaria.

La historia política de Occidente ha subestimado con frecuencia el papel del debate público previo a grandes cambios históricos, partiendo por la propia Reforma Protestante o la Revolución Francesa. Hoy, los medios digitales facilitan y virtualizan estos procesos, como está quedando demostrado. Parte importante de los debatientes no se conoce entre sí y sorprenden con cada una de sus intervenciones.

El debate sobre la segunda renovación socialista, que hemos presenciado estas semanas, podría ser el inicio de un nuevo método de construcción discursiva e incluso de un nuevo ciclo de renovación ideológica.

Un ciclo que, lejos de quedar atrapado en los discursos de partidos y élites, busque redefinir el socialismo para el Chile del siglo XXI, en el marco de una deliberación pública auténtica y ciudadana. (El Mostrador)

Mauro Basaure