En Chile hemos descuidado lo más importante para una nación: su seguridad. No hay democracia occidental alguna que no le dé importancia vital a ese concepto. Por algo las democracias occidentales valoran sus instituciones de seguridad, sus policías y sus Fuerzas Armadas, resguardan celosamente sus fronteras, y actúan en el sistema internacional en defensa de sus intereses.
El Estado de Derecho y la democracia tienen como primera misión asegurar la soberanía, esto es, preservar la integridad territorial, cuidar las fronteras, mantener la independencia política frente a otros Estados, para así servir al interés nacional: un término amplio pero que se puede resumir en la consecución del bienestar y protección del pueblo.
Para lograrlo, el país debe relacionarse inteligentemente dentro de la comunidad internacional. La cohesión interna de la población es fundamental para la seguridad, pero no basta para sobrevivir como Estado soberano: se requieren constantes medidas para neutralizar posibles amenazas externas, que varían en el tiempo. En el caso actual de Chile, la amenaza externa e interna son las mafias extranjeras y el narcotráfico, que penetran y subyugan vía violencia, terrorismo y corrupción, pues poseen armas muy sofisticadas y enormes cantidades de dinero. Es muy triste saber que en Chile más de 50 niños fueron baleados el año pasado y que las mafias dominan en algunas poblaciones.
En materia internacional, el mundo ha vuelto a valorar la geopolítica. Las grandes potencias están actuando decididas en ese sentido, con China amenazante en el Pacífico, Rusia reforzando presencia en Eurasia, EE.UU. con su nuevo Presidente Trump destacando la importancia geoestratégica del Canal de Panamá y de Groenlandia, y es evidente el interés mundial por el Polo Norte y la Antártica.
Creo que en Chile nos hemos empantanado en discusiones bizantinas, mientras Perú consolida sus defensas y se asocia en un gran puerto con China; Venezuela recibe drones y otras armas de China, Rusia e Irán, importando así problemas ajenos a la región, y Argentina con el Presidente Milei valora a sus fuerzas armadas y busca una asociación estratégica con Israel y EE.UU.
El próximo gobierno de Chile debe recuperar el valor de la seguridad nacional frente a crecientes desafíos; y sobre todo, cumplir el deber institucionalmente reconocido de ejercer control sobre el propio territorio, amenazado por peligrosas mafias internacionales. (El Mercurio)
Karin Ebensperger