Abordado por un periodista que le enrostraba haber cambiado de opinión, Lord Keynes, uno de los economistas más famosos de la historia e inspirador del keynesianismo, una corriente económica progresista, respondió: “Cuando la información que tengo cambia, yo altero mis conclusiones. ¿Qué hace Ud., señor?”.
Al parecer muchos chilenos se comportan igual que Keynes. Hasta hace un par de meses era inminente que el próximo Presidente de Chile sería Gabriel Boric. Un candidato empático y buena onda, con una agenda marcadamente de izquierda, con un discurso cargado de mucha ideología y pocas propuestas concretas para mejorar el bienestar de la gente. Erradicar el neoliberalismo, cambiar el modelo, hacer de Chile un país plurinacional, arrebatar el poder político y económico de los súper ricos, son las principales banderas de la campaña de Boric, o al menos lo eran hasta antes de conocerse los resultados de la primera vuelta. Hoy, a pocas semanas de la segunda vuelta de las elecciones, José Antonio Kast, un candidato de derecha, estaría cerca de aguarle la fiesta a Boric, el Frente Amplio y sus socios del Partido Comunista.
¿Cuál es la nueva información que pudo haber causado el cambio de opinión de los votantes chilenos? Obviamente solo podemos tener hipótesis al respecto, las certezas son escasas en este mundo. La inmigración ilegal y la violencia en La Araucanía son temas que han tenido que sufrir los chilenos del norte y el sur, respectivamente, por largo tiempo y probablemente le reportaron a Kast un importante caudal de votos. Sin embargo, estos no son temas nuevos, por lo mismo, es poco probable que hayan sido los factores que decidieron en último momento a cientos de miles de chilenos a no darle su voto al candidato de izquierda.
En cambio, el alza en el costo y la disminución en los plazos de los créditos hipotecarios, que aleja varios años el sueño de la casa propia; la inflación, que erosiona el poder adquisitivo de los sueldos, y el alza del dólar, que hace más caros desde los autos hasta los celulares, son eventos recientes que eventualmente pudieron haber inclinado la balanza en favor de Kast y Parisi y en contra de Boric.
El programa de Boric ha sido criticado por los economistas afines a prácticamente todos los sectores políticos, por ser antiinversión, antiahorro y anticrecimiento. Mas aún, los propios técnicos del equipo de Boric se jactan de que su programa crea incertidumbre en el país. A confesión de partes relevo de pruebas.
Por otro lado, la izquierda, aunque secundada por varios políticos de centroderecha, ha sido la gran promotora de los retiros de los fondos de pensiones, que si bien fueron bien recibidos por la población en un primer momento, las desastrosas consecuencias sobre el mercado de capitales, anticipadas transversalmente por los técnicos, han dejado de ser el cuento del lobo y se han convertido en una realidad que ha echado por tierra el anhelo de muchas familias chilenas por acceder a una vivienda, un auto o esas esperadas vacaciones familiares.
En pocas semanas, Boric pasó del candidato sensible y buena onda que abraza los árboles y pide perdón por sus errores, a ser una pesadilla que potencialmente privaría a las familias chilenas de sus sueños más queridos.
Boric no ha dejado de ser empático y buena onda, pero es difícil que pueda revertir el estigma que él mismo ayudó a construir de ser el candidato de la inflación, las altas tasas de interés y el dólar por las nubes. Mi impresión es que los chilenos son menos ideologizados y más prácticos, les interesa más el crédito hipotecario que el modelo neoliberal. Les da lo mismo el color del gato mientras cace ratones. Si estoy en lo correcto, el próximo Presidente de Chile no será Gabriel Boric. (El Mercurio)
José Ramón Valente